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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 7 de abril de 2011


Sumemos nuestras gotas al mar.
JULIO ANDRES PAGANO


Unas tras otras, las gotas van cayendo.
Nada parece transformarse.
El goteo es casi imperceptible.
El cansancio y la desolación dicen presente.
El paisaje desértico de esperanzas crea la falsa ilusión de que nada va a cambiar.
El vacío interior se agiganta.
Las gotas siguen cayendo, expanden su vibración.
La mente sostiene que todo está perdido.
El corazón no se deja engañar, escucha cómo las gotas continúan brotando y ríe de felicidad.
Su sabiduría le anuncia que el río está emergiendo.
Libere sus compuertas.
Ayude a que el agua corra.
Sume para que el río de la conciencia espiritual irrumpa en todo su esplendor.
Las gotas son todas aquellas cosas que nos ayudan a ser más humanos y nos permiten armonizar con la existencia.
Los buenos actos son gotas.
 Las caricias son gotas.
Los pensamientos positivos son gotas.
Los abrazos, las palabras de aliento, los rostros felices. Gotas...
 Las acciones conscientes, las oraciones, las meditaciones, la ayuda desinteresada, los gestos de sensibilidad.
Gotas...
El saber compartir, aprender a valorar, el respeto por uno mismo.
Gotas...
La fe, la humildad, la confianza, la esperanza, el amor. Gotas...
Todas son gotas que reflejan una nueva humanidad.
 Son gotas que acrecientan y vivifican el río de la conciencia espiritual que está transformando la vibración del planeta.
El futuro nace del presente.
Nuestras decisiones co-crean.
 Si sólo sembramos discordia, odio, pesimismo, sufrimiento y frustración ¿qué cree que cosecharemos?
Sus gotas, aunque parezcan simples, aunque las perciba insignificantes o débiles, hacen la diferencia.
Son como semillas de luz que transforman y ayudan a que el futuro no se manifieste desalmado.
Fluir con esta corriente, que conduce al océano de la existencia, entraña desafíos que nos permiten crecer y nos impulsan a continuar evolucionando.
Implica aventurarse en terrenos desconocidos.
El río nos invita a desaprender para seguir aprendiendo, porque sólo lo que se vacía puede volver a llenarse.
Sus piedras no son dificultades, sino oportunidades disfrazadas que nos ayudan a elevar.
No permita que estas frases queden sólo en el plano mental. Tírese al agua.
Abra su corazón.
Arriésguese.
Cuando se sumerja en este río de conciencia verá cómo las vivencias se transforman en maestras multidimensionales que le ayudarán a experimentar una realidad que transformará su vida.
Existen innumerables formas de contribuir a que este incipiente caudal se torne aún más cristalino.
Si nos animamos a reconocer nuestro lado más oscuro, si trascendemos nuestras limitaciones y transmutamos los miedos que nos mantienen cautivos ya estamos ayudando.
Lo mismo si ponemos conciencia en cada uno de nuestros actos y desplegamos, sin reservas, nuestro potencial para materializar una realidad que esté acorde con lo más puro de nuestro ser.
¿Por qué se preocupa tanto?
Haga lo que haga, los demás siempre hablarán.
Ellos no son enemigos, son maestros que nos impulsan a trascender la careta social.
¡Vamos, rómpala!
¡Tírela!
Deje que su ser interno lo guíe y lo instruya.
Escuche la voz que emana desde el centro de su pecho.
Siga sus consejos, son inmaculados.
No importa que algunas personas se le rían en la cara y lo desacrediten.
Muchos disfrazan de ese modo el temor que les provoca el cambio.
Vamos... anímese.
Juegue.
Suéltese.
Disfrute.
Recupere su inocencia.
Mire a la vida con ojos nuevos.
Explore su interior.
Conózcase.
Restablezca su vínculo con la naturaleza.
Aliviane su mochila.
Expanda su divinidad.
Despierte.
Redescubra su magia interna.
Equilíbrese.
Ayúdese a cambiar.
Permítase soñar.
Sáquele el polvo a sus talentos.
Multiplique sus dones.
Respete su sentir.
¡Viva! Empiece a sanar.
Preste atención.
Sienta cómo el río de la conciencia late con cada pensamiento de luz que recorre su cuerpo.
El agua renueva y purifica. Inhale su perfume, es pulsión de vida.
 Observe con el corazón y comprobará que no existen las divisiones. Somos Uno.
El río se compone de millones y millones de gotas que danzan en la unidad, más allá de todo ego.
Vamos… transforme su desierto.
No deje que sus gotas se esfumen bajo el sol abrasador de la indiferencia y el desgano.
Viértalas en el río de la existencia.
Cierre sus ojos y facilite que el murmullo de las aguas guíe sus pasos.
Descubra que nunca puede encontrar afuera lo que siempre estuvo dentro.
Sí, ya lo sabía, es cierto. Simplemente lo había olvidado, el río está en su interior.
Permita que el agua corra.
Derrumbe sus compuertas.
No tema.
Abra su corazón de par en par, para que el agua penetre y lave sus heridas.
Renazca.
La existencia, agradecida: una gota más.

Muchas gotas hacen un mar de Eliseo Gutiérrez

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