Miércoles Santo
Así era el Hijo de Dios; había venido como Varón de dolores, subiría al árbol de la cruz, pero siempre el Hijo de Dios.
En Semana Santa, todo nos habla de la Humanidad de Jesucristo: humillado, escarnecido, su Cuerpo maltratado.
Pero más allá de lo que pueden contemplar nuestros ojos, está siempre presente esa Vida que nos hace sentir la Presencia de Dios con nosotros, es Enmanuel, "Dios con nosotros". Y por eso, más allá de las escenas en que nos hablan de tanta humanidad en este Hombre escarnecido, reconocemos al Hijo de Dios.
Hoy es Miércoles Santo, nos preparamos para el gran Triduo Pascual.
¡Abramos bien los ojos que vamos a contemplar a nuestro Salvador!
Pero sobre todo:
¡Abramos el corazón, porque el Amor de Dios va a llegar hasta nosotros lleno de Misericordia!
María es una mujer sencilla, normal, como todas las mujeres.
Pero María es también la Mujer fuerte, valerosa que enfrenta, que vive intensamente porque confía.
Ella en el fondo no teme, no se doblega, no se derrota.
María en el establo está feliz y acoge con gozo a los pastores que llevan sus ofrendas.
No se queja no reclama.
Al cumplir la represión está dispuesta a salir exiliada.
Cuando su Hijo predica entre los pueblos y en los campos, María lo acompaña, va siempre con Él, no se hace a un lado, se compromete también.
Junto a la Cruz, María está de pie, no hace escenas, no desespera.
A María los problemas no le destruyen ni la paralizan, al revés, permanece confiada, sabe lo que quiere, corre la suerte de Jesús, va con Él hasta el final.
María no desconfía, es fuerte.
Sí, no desconfía ni vacila.
Es que María es sencilla, normal, pero María es valiente.
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