“Yo he meditado muchas veces sobre un pequeño dato de los evangelios que siempre me desconcierta: aquel en el que se cuenta que cuando Cristo murió, los soldados que le habían crucificado
se sortaeron la túnica.
¿Se la sortearon? ¿Con qué? Probablemente con unas tabas, que era el juego de la época. ¿Y qué hacían unas tabas al pie de la cruz?
Es muy simple: los soldados sabían que los reos tardaban en morir. Así que iban prevenidos: llevaban sus juegos para entretenerse mientras duraba la guardia y la agonía de los ajusticiados. Es decir, a la misma hora en que Cristo moría, en el momento en el que giraba la página más decisiva de la historia, había, al pie mismo de ese hecho tremendo, unos hombres jugando a las tabas.
Y lo último que Cristo vio antes de morir fue la estupidez humana: que un grupo de los que estaban siendo redimidos con su sangre se aburrían allí, a medio metro.
De todo lo que los evangelistas cuentan de aquella hora me parece este detalle lo más dramático y también, desgraciadamente, lo más humano de cuanto allí aconteció”.
“Los hombres estaban ciegos. Ciegos de egoísmo voluntario. Y uno no puede pensar sino con tristeza en el día del juicio de aquellos soldados, cuando se les preguntara lo que hicieron aquel viernes tremendo y tuviesen que confesar que no se enteraron de nada, porque estaban jugando a las tabas”.
“Pero ellos no eran más mediocres que nosotros: todos vivimos jugando a las canicas, encerrados en nuestro pequeño corazoncito, creyendo que no hay más problemas en el mundo que ese terrible dolor de nuestro dedo meñique”. (José Luís Martín Descalzo)
Y el resto de los que no tomaremos vacaciones, no iremos a Varadero, ni a Punta Cana, ni a Río o Buenos Aires, ¿qué haremos en estos días que llamamos “santos”?
La Cruz nos revela el corazón de Dios.
La Cruz nos revela cómo piensa Dios del hombre.
La Cruz nos revela lo importante que es el hombre para Dios.
La Cruz nos revela cómo ama Dios al hombre.
Es el pie de la Cruz donde podremos conocer el misterio del hombre, porque es en la Cruz donde Dios dice su última palabra sobre el hombre.
Es al pie de la Cruz donde cada uno podremos reconocer la verdad de nuestro corazón y de nuestras vidas.
Es el momento de guardar silencio y ser testigos de su muerte.
Es el momento de guardar silencio para experimentar la verdad de Dios en nuestros corazones.
Pero también el es momento de guardar silencio avergonzados de lo que los hombres somos capaces de hacer con Dios.
Porque si en ella Dios se revela y manifiesta, también el hombre revela y manifiesta de lo que es capaz de hacer. A Dios siempre la ha ido mal cada vez que se ha puesto en manos del hombre.
Es el silencio que “hace memoria del pasado de Dios crucificado”. Y es el silencio que hace “memoria del hoy de Dios crucificado en los hombres” porque El prolonga su Pasión y su Cruz en la vida de los hombres.
Silencio. Memoria. Actualización. Celebración.
- ¿qué haremos nosotros al pie de la Cruz?
- ¿estaremos aburridos y buscaremos cómo distraernos?
- No jugaremos a tabas, pero ¿en qué nos entretendremos para no enterarnos de nada?
- ¿Nos sentiremos aludidos por la muerte de Jesús?
- ¿O simplemente nuestros pequeños problemas serán más importantes que el hecho de presenciar nuestra redención y salvación?
- ¿Qué responderemos cuando Dios nos pregunte qué hicimos celebrando su Muerte en la Cruz?
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