Cuentan los Evangelios que el Domingo anterior a la Pascua Judía, Jesús llegó a Jerusalén para celebrar con sus discípulos. En las puertas de la ciudad una multitud lo recibió como un héroe. Era el Mesías, El Salvador que el pueblo de Israel aguardaba desde el pecado de Adán y Eva. En una semana, los ánimos cambiaron y quien fue recibido al canto de "¡Hosanna! Bendito quien viene en nombre del Señor", terminó condenado a muerte y crucificado. Al tercer día, según estaba anunciado en las Escrituras, Cristo resucitó de entre los muertos y redimió al hombre de todo pecado. Esto es lo que los cristianos de todo el mundo celebran en la Pascua, la más importante de todas las fiestas. La Pascua es el paso de Cristo de la muerte a la vida. Un paso que significó la salvación del mundo y la redención de los pecados. El jueves se realiza la celebración que conmemora la última cena que tuvo el Señor con sus apóstoles. El Viernes es un día de silencio, pues se recuerda la crucificación de Cristo. El Sábado por la noche la Solemne Vigilia Pascual es el punto final del Tiempo Pascual.
La fiesta de la Pascua vincula el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Hay una continuidad histórica y religiosa entre La Pascua judía y la cristiana ya que Cristo murió el primer día de la fiesta judía de la Pascua, que celebra la liberación por mano de Dios del pueblo judío de la esclavitud de Egipto.
Tiene además un profundo simbolismo ya que la muerte de Jesucristo cumple la Antigua Ley, sobre todo en lo referente al cordero pascual que los judíos comen la noche víspera del 14 de Nisan. Cristo, es inmolado el mismo día de la pascua judía, en que se inmolaban los corderos en el templo. Jesús es el Cordero Pascual que nos libera del pecado. Por eso nuestra pascua, como la judía recuerda el paso de Israel por el Mar Rojo, el cordero pascual, la columna de fuego que guiaba a Israel, etc. Pero ahora con un significado mas completo.
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