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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 30 de septiembre de 2020

REFLEXIÓN PARA EL MIÉRCOLES DE LA VIGÉSIMA SEXTA SEMANA DEL T.O. (2) 30 - SEPTIEMBRE - 2020

 "Ventana abierta"

De la mano de María 

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL MIÉRCOLES DE LA VIGÉSIMA SEXTA SEMANA DEL T.O. (2) 

¿Estoy dispuesto a seguir los pasos del Maestro atendiendo a su llamado con todo lo que ese seguimiento implica?

Como primera lectura para hoy la liturgia continúa con el libro de Job (9,1-12.14-16) y la conversación que tiene con los tres amigos que vienen a consolarlo pero que, lejos de hacerlo, lo que logran es hacer más difícil su aceptación de lo que le está sucediendo. Job se mantiene firme en que es imposible escudriñar los misterios de Dios y cómo Él, en su infinita sabiduría dispone todo sin que podamos encontrar la respuesta a la famosa pregunta: ¿por qué?

La segunda lectura (Lc 9,57-62) nos presenta a Jesús, que continúa esa última “subida” a Jerusalén para enfrentar su hora suprema. Con tres frases lapidarias, dirigidas a tres de los discípulos que le acompañaban, Jesús expone las “condiciones” del seguimiento.

Vemos de entrada que el primero no es “llamado” por Jesús, sino que se ofrece voluntariamente. Jesús se limita a enumerar las dificultades, las privaciones, los sacrificios que el verdadero discípulo de Él ha de enfrentar. Es obvio que ese “voluntario” no está consciente que Jesús va camino a enfrentar su muerte, y que el discípulo tiene que estar dispuesto a compartir la misma suerte que su maestro.

El segundo sí es llamado, con la palabra única que Jesús suele utilizar: “Sígueme”. Este también pretende imponer sus propias condiciones al Maestro: “Déjame primero ir a enterrar a mi padre”, a lo que Jesús responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”. Con esta exageración, rayando en la locura, Jesús pretende sacudir al discípulo con el propósito de transmitir el mensaje de que NADA es más importante que el seguimiento y la misión. Más adelante lo dirá con toda claridad: “Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc 14,26). Palabras fuertes, pero Jesús exige ese seguimiento radical, incondicional. Por eso muchos son los llamados pero pocos los escogidos (Mt 14,22).

Con el tercer discípulo Jesús acentúa otra característica que Él espera en el verdadero discípulo. El discípulo le pide tiempo para ir a despedirse de su familia. De nuevo el apego a las relaciones familiares que nos proporcionan “seguridad”. Nuevamente una respuesta tajante de parte de Jesús: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. Está claro que Jesús no quiere seguidores a medias. Una vez se comienza el seguimiento, ya no hay marcha atrás; aquí es que se prueban los verdaderos discípulos. Él nos quiere calientes o fríos, no tibios, porque si nos tornamos tibios Él va a “vomitarnos” de su boca (Ap 3,15).

El mensaje de Jesús es claro. Él nos invita a seguirle, pero ese seguimiento implica sacrificios, privaciones, humillaciones, persecuciones, pruebas. Hoy tenemos que preguntarnos: ¿Estoy dispuesto a seguir los pasos del Maestro atendiendo a su llamado con todo lo que ese seguimiento implica?

Señor, envía tu santo Espíritu sobre nosotros para que nos de fortaleza para sobreponer esas tibiezas que nos impiden perseverar en el seguimiento de tu Hijo.

Rincón para orar. TRES SEGUIDORES DE JESÚS. Miércoles, 30 - Septiembre - 20

"Ventana abierta"

Rincón para orar

Sor Matilde

TRES SEGUIDORES DE JESÚS

57 Mientras iban caminando, uno le dijo: « Te seguiré adondequiera que vayas. »
58 Jesús le dijo: « Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. »
59 A otro dijo: « Sígueme. » El respondió: « Déjame ir primero a enterrar a mi padre. »
60 Le respondió: « Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios. »
61 También otro le dijo: « Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa. »
62 Le dijo Jesús: « Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios». (Lc. 9, 57-62)

Está claro, que estos tres seguidores que nos presenta Lucas, tienen buen deseo de seguir a Jesús, pero no están dispuestos a ceder en sus planes, que siendo buenos, están muy lejos del seguimiento de Jesús en absoluto…

El primer vocacionado es un escriba, según San Mateo. Estos eran una clase acomodada entre el pueblo judío… Oyendo a Jesús, en sus predicaciones, se entusiasma con esta vida y le dice: “te seguiré a donde vayas”. Pero Jesús, que ve los corazones, sabe que este hombre no aguantaría una vida itinerante, en tanta pobreza, que ni un lecho podría tener… Pues Jesús no ha venido a esta tierra para enseñarnos cómo acomodar nuestra vida en ella, sino que lo que desea es que el hombre se desprenda de todo lo que no perdura y busque el Reino de Dios lo primero…

Las zorras y los pájaros tienen realizada su vida, según su naturaleza. Así lo hizo Dios, y “era muy bueno”. Pero el Hijo del Hombre no tiene lecho blando, porque toda su vida está enfocada a las cosas del Reino, al deseo de Dios de salvar a todos de sus pecados y de una vida sin sentido, y llevarlos a gozar eternamente en su intimidad… Si aquí tenemos nuestro único punto de mira, “lo demás se nos dará por añadidura”. Esto s Palabra de Dios. ¡Si Él nos ha dado lo más, a su Hijo Único, ¿cómo con Él no nos va a dar lo que vale menos?!... Así, el alimento, el vestido y un lecho digno se nos vendrá a las manos, con una abundancia que nunca habríamos soñado…

El poder seguir a Jesús, como Él nos pide, es únicamente don de Dios. Y con el don se nos da la fuerza para llevarlo a cabo. Jesús está al comienzo, en la realización y en el éxito final de la llamada. !Sólo pide nuestra generosidad y amor incondicional a sus planes!… Que todo se hace en un clima de absoluta confianza y abandono en sus manos…
Este segundo llamado, le objeta a Jesús el dejar las cosas de su padre arregladas y concluidas: “déjame primero enterrar a mi padre”, “cuidarle hasta el fin de sus días”… ¿Es que no confiamos en que si nos entregamos a Dios del todo, Él cuidará de lo nuestro, de nuestros padres, hermanos, etc.?… ¡El que haya experimentado este abandono total en sus manos, sabe que es verdad!… ¡Pero tenemos miedo de confiar en Jesús, hasta “quemar las naves”!… !Mas, nunca se ha oído que Dios defraude a los que confían en Él!… ¡Dios es Dios y no es una criatura, y su poder y bondad son infinitas!...

Y en el tercer vocacionado, hayamos el mismo apego a los propios proyectos… Jesús concluye: “el que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no es digno del Reino de Dios”…

¡Señor, haznos dignos de serte fieles en la llamada que a cada uno nos has hecho!... ¡Sabes que somos débiles, por ello, danos tu gracia para ver nuestra vida como Tú la ves y la fuerza necesaria para cumplir tu voluntad, con tu Amor!…

¡Te lo pedimos Jesús, a Ti, que fuiste obediente al Padre hasta la muerte y una muerte de cruz!… ¡Y todo por amor a mí y a la salvación de mi alma! …

¡Señor escucha y atiende mi oración!…

HOY EL RETO DEL AMOR ES QUE DES LA VUELTA A TU DIBUJO. Miércoles, 30 - Septiembre - 2020

 "Ventana abierta"

HOY EL RETO DEL AMOR ES QUE DES LA VUELTA A TU DIBUJO

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

CUANDO NO VES...

Aquí seguimos con los dibujos del calendario, cada día uno o dos: entintar, pintar y... corregir. Corregir es lo más difícil, porque cada uno ve sus propios fallos cuando pasa un periodo de tiempo en el que el dibujo está en reposo.

Cuántas veces, después de un tiempo, vuelvo a mirar un dibujo y, lo que parecía proporcionado en su momento, resulta no ser lo que parecía. Otras veces parece que algo raro sucede y no sé encontrar el motivo. Pero, esta vez, no contamos con ese tiempo de margen, ¿qué podía hacer?

Un amigo nos dio la solución:
-Da la vuelta al dibujo, míralo a trasluz y verás los errores.

Efectivamente, empecé a coger los dibujos y a mirarlos dándoles la vuelta y poniéndolos sobre la ventana: una cara deformada, un brazo, un gesto... ¡se veía todo! Y es que el cerebro lo reconoce como un dibujo nuevo, ajeno a ti, sin que tenga que haber tiempo de reposo por medio que se encargue de ello.

Orar es poner nuestros dibujos girados sobre la ventana, es ver nuestra vida desde un punto de vista diferente: el punto de vista de Cristo, el del Amor.

Cuántas veces no sabemos qué nos pasa, qué nos entristece o qué hacer para que algo se solucione, y pensamos que “el tiempo cura”. Sin embargo, la manera de que puedas vivir tu presente es orar, dejar que Cristo te muestre tu dibujo.

Bajo la mirada de Cristo, cuando te sientas garabato, podrás ver la obra maestra que Él ha creado en ti. Podrás hacer rectas las líneas que han perdido su rumbo, dejando que te dé la mano y te lleve de vuelta; recuperar el color perdido sabiéndote amado, acogido en tu debilidad; y dar color a los que te rodean desde el perdón y la compasión; ante las manchas de tinta que veas, podrás acercarte con Cristo, sin miedo, y dejar que sane las heridas que el tiempo “tapa” pero que Cristo cura. Y es que tu dibujo “imperfecto”, bajo la mirada de Cristo se restaura, se sabe amado, ¡se vuelve nuevo!, y puede seguir caminando cada día de una manera renovada.

Hoy el reto del amor es que des la vuelta a tu dibujo. Así, como estás, no esperes a ver tu dibujo perfecto; acércate a Él con todo lo que tienes en el corazón, entra un rato en una iglesia, háblale de ti y deja que Él te muestre lo que ve en ti: verás que no tienes que exigirte tanto, basta dejarte amar.

VIVE DE CRISTO

Pd: APLICACIÓN “VIVE DE CRISTO”

¡Ya está en marcha la app “Vive de Cristo”! Han sido muchos meses de trabajo, pero estamos muy felices por esta nueva oportunidad que nos regala el Señor para darle a conocer más, ¡para vivir más de Él!

¿CÓMO DESCARGAR LA APLICACIÓN VIVE DE CRISTO?

1- Enlace para Apple:

https://apps.aple.com/es/app/vive-de-cristo/id1533254263

2- Enlace para Android:

https://play.google.com/store/apps/details?id=com.goodbarber.vivedecristo2&hl=es

¡Feliz día!

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¡Feliz día!

©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial.
Sólo se permite un uso para actividades de evangelización
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Poema sobre la pandemia y la espera en Semana Santa. Miércoles, 30 - Septiembre - 2020

 "Ventana abierta"

Evangelio: San Lucas 9, 57-62. En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: "Te seguiré a donde vayas"... 26ª. Semana del T.O. Miércoles, 30 - Septiembre - 2020

 "Ventana abierta"

Poema: Abuelo, ¿queda mucho?¿Cuántos tramos tiene el Cristo? Miércoles, 30 - Septiembre - 2020

 "Ventana abierta"

martes, 29 de septiembre de 2020

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL. SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL. MARTES, 29 – SEPTIEMBRE – 2020

 "Ventana abierta"

De la mano de María 

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL. SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL

Hoy celebramos la Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. La existencia de esos “seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama ángeles, es una vedad de fe” (Catecismo de la Iglesia Católica 328). Continúa diciendo el CIC que estos seres “en tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales (Cfr. Lc 20,36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles” (330). De ahí que en la Carta a los Hebreos, se nos diga: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el Hijo del hombre para que lo tomes en cuenta? Por un momento lo hiciste más bajo que los ángeles;… (Hb 2,6-7)”.

Vemos a los ángeles interviniendo como mensajeros de Dios a lo largo de toda la historia de la salvación. La Biblia y la Tradición nos enumeran a los ángeles en tres jerarquías divididas en tres coros cada una, para un total de nueve coros u órdenes angélicos. En la tercera jerarquía se cuentan los “Principados”, los “Arcángeles” y los “Ángeles”.

San Agustín dice al respecto que “[e]l nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel” (Cfr. CIC 329). Así cada uno de los ángeles tiene un oficio, como aquellos encargados de custodiarnos (los llamados ángeles custodios o ángeles de la guarda, cuya memoria celebramos el 2 de octubre). De hecho, el significado de sus nombres apunta hacia su oficio. Miguel significa “¿quién como Dios?”, Gabriel significa “fuerza de Dios”, y Rafael significa “Dios ha curado” o “medicina de Dios”.

A los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael los encontramos interviniendo directamente en la vida de los hombres (Cfr. Ex 23,20) para llevar a cabo una misión encomendada por el mismo Dios. Sus nombres se mencionan en la Sagrada Escritura. Así por ejemplo, encontramos a San Miguel en el libro de Daniel (10,13; 12,1; Ap 12,7-9); a San Gabriel en Dn 9,21; Lc 1,26 (la Anunciación); y a Rafael en Tb 12,15. Por eso celebramos esta fiesta litúrgica.

La liturgia de hoy nos presenta dos textos alternativos como primera lectura (Dn 7,9-10, o Ap 12,7-12a). El primero nos presenta una visión del profeta sobre la corte celestial con miles de ángeles sirviéndole. El segundo es el conocido texto de la batalla final entre Miguel, al mando de las legiones angélicas, contra el “dragón” que intentaba comerse el hijo de la “mujer”, y cómo éste queda derrotado y es arrojado para siempre del cielo.

Sin pretender entrar en una exégesis de este pasaje tan provocador, baste señalar que podemos ver cómo Dios se vale de sus seres angélicos para proteger a los que le creen. Por tanto, siendo seres que están cerca de Dios, no debemos vacilar en pedir su intercesión.

La lectura evangélica (Jn 1,47-51), por su parte, nos narra la vocación de Bartolomé, a quien Juan llama Natanael, que la liturgia coloca dentro de esta fiesta por la sentencia pronunciada por Jesús al final del pasaje, que confirma la existencia de los ángeles: “En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

HOY EL RETO DEL AMOR ES DESCUBRIR A TU ARCÁNGEL SAN RAFAEL. Martes, 29 - Septiembre - 2020

 "Ventana abierta"

HOY EL RETO DEL AMOR ES DESCUBRIR A TU ARCÁNGEL SAN RAFAEL

Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

APLICACIÓN “VIVE DE CRISTO”

La Iglesia celebra hoy la fiesta de los arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel. De estos tres, siempre el que más me ha gustado y llamado la atención es Rafael por lo que significa su nombre: medicina de Dios.

Una vez me planteé poner nombre al móvil y le puse Rafael, porque quería que del móvil saliera medicina de Dios para curar, sanar, aliviar a las personas.

Hoy Rafael nos trae una nueva medicina muy luchada, esperada y trabajada.

Hoy, guiados por el arcángel, te presentamos la aplicación “Vive de Cristo” para móvil y tableta. Es totalmente gratuita. Hemos diseñado y elaborado en oración cada uno de los apartados, y hemos orado en cada paso que dábamos.

No se nos han evitado los tropiezos, pero la perseverancia nos ha llevado a verla acabada.

En esta aplicación, cada día encontrarás el Reto del Amor, para que vivas tu día desde Cristo, apostando por el Amor. Y también hemos querido recopilar muchas de las cosas que hacemos nosotras para que conozcas más al Señor, y así le puedas amar más.

Seguro que me dirás que tienes poco espacio en tu móvil... Esto lo hemos tenido en cuenta, y no ocupa casi nada: todo está almacenado en la nube, y así no te ocupamos espacio.

Y, si quieres saber con más detalle qué encontrarás dentro de la aplicación, aquí te lo cuento:

-Reto del Amor: cada día te proponemos un nuevo reto y también tendrás una selección de retos por temas.

-Oramos por ti: enciende aquí tu vela y déjanos tu petición.

-Rincón para orar: dos veces a la semana encontrarás un nuevo comentario a la Palabra de Dios.

-¿Sabías que...?: interesantes capítulos de la vida de Santo Domingo escritos de una forma amena.

-Noviciado: descubre nuestra vida.

- Multimedia:
+ Galería de fotos.
+ Videos donde encontrarás testimonios y otras vivencias de la Comunidad.
+ Audios: podrás escuchar el libro completo "Si no puedes perdonar, esto es para ti" de sor Leticia (Lety), así como audio-retos, o nuestras completas cantadas de los sábados.

-Vive de Cristo en tu día a día: aquí podrás ver todos los artículos que elaboramos en oración para ayudarte a vivir de Cristo en tu día a día. Entre otras cosas, encontrarás las pulseras del detente, rosarios personalizados, chapas, tazas, escapularios, y otras pulseras y colgantes con cruces...

-Nuestra Orden: Enlaces a páginas webs de la Orden de Predicadores.

-Ayúdanos: descubrirás proyectos de evangelización que tenemos en marcha y en los que puedes participar.

-Horarios de nuestra Liturgia.

-Redes: síguenos en Instagram y Facebook.

Nuestro deseo es enseñarte a vivir orando, amando y confiando en Jesús.

¡Atrévete a vivir esta aventura con Cristo!

Hoy el reto del amor es descubrir a tu arcángel san Rafael: ¿quién es para ti la medicina de Dios? Dale las gracias por ser un ángel en tu vida.

VIVE DE CRISTO

PD: ¿CÓMO DESCARGAR LA APLICACIÓN VIVE DE CRISTO?

1- Aquí tienes el enlace para Apple:

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Archidiócesis de Sevilla. GRACIAS, SACERDOTES. Martes, 29 - Septiembre - 2020

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Archidiócesis de Sevilla

Beatriz Melguizo

GRACIAS, SACERDOTES

Hay sacerdotes que dejan huella en tu vida y en la de tu familia y D. Miguel Silvestre Bengoa es uno de ellos.

Es un sacerdote joven, de La Obra de la Iglesia, que hemos tenido la suerte de conocer durante los tres años de su ministerio pastoral en Sevilla, porque en breve le trasladan a Madrid.

El domingo celebró la Eucaristía en la parroquia de S. Bartolomé, donde ejercía de vicario, y se despidió de todos sus feligreses y amigos. Una Eucaristía sencilla, entrañable y bien celebrada, como debe ser.

El P. Miguel nos ha acompañado en los buenos y malos momentos, siempre disponible y con su buen hacer.

Nos alegraban mucho esas llamadas telefónicas en las que nos decía que cuando nos viniese bien, se acercaba a visitarnos a casa. Nos hablaba de su ministerio sacerdotal y de cómo lo desempeñaba.

Y siempre nos quedaba un grato recuerdo de su testimonio cuando se iba.

Durante la pandemia seguíamos la Eucaristía por la web de su parroquia y nos reconfortaba mucho el recogimiento y la homilía diaria, así como la Adoración Eucarística.

Por todo ello, D. Miguel, le quiero dar las gracias en nombre de mi familia y en el mío propio que Dios le haya puesto en nuestro camino.

Le deseamos que siga siendo tan fiel al Señor y a la Virgen María, a la que tantas veces nos decía que nos encomendáramos.

¡Cuántas gracias hay que darle a Dios por tener sacerdotes así cerca de nosotros!

Evangelio: San Juan 1, 47-51. En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de el: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño... 24ª. Semana del T.O. Martes, 29 - Septiembre - 2020

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lunes, 28 de septiembre de 2020

¿Estará Jesús durmiendo?

 "Ventana abierta"

¿Estará Jesús durmiendo?

Heraldos del Evangelio

Por allí había un banquito que el sacristán usaba para encender las velas de los grandes candelabros del altar y el niño no lo dudó: lo arrastró hasta el sagrario y se subió en él, golpeando suavemente la puerta del tabernáculo, llamando a Jesús... 

Hna. Lucilia María Ribeiro Matos, EP

Ocurre muchas veces que no todos los miembros de una misma familia son personas religiosas. Este hecho repercute enormemente en los niños, que sufren al ver a su padre o a su madre, a un tío o a los abuelos alejados de la Iglesia y de las devociones que ellos, en la pureza de su corazón, ya van alimentando desde pequeños.

Era lo que le pasaba a Roberto. Su madre, Zulmira, era una buena mujer, muy piadosa y trabajadora. En casa siempre daba buen ejemplo a sus hijos y a su esposo, Alfredo. Sin embargo, éste era muy obstinado. Cumplía las obligaciones del cabeza de familia, pero dejaba la religión a cargo de su esposa, y no quería oír hablar de Misas, oraciones ni de cualquier otro tipo de devoción. Zulmira sufría con eso y los niños también. Todas las noches, después de cenar, reunía a Roberto y Manuel, el hijo mayor, y rezaba con ellos el Rosario a los pies de la Virgen del Buen Consejo. Le pedían que aconsejase a Alfredo a retomar el buen camino y no perdían nunca las esperanzas. La madre les contaba muchas historias sobre la intercesión de María y de Jesús, infundiéndoles también una gran devoción al Santísimo Sacramento, a quien visitaban todos los domingos en la Misa.

No obstante, Alfredo estaba cada vez más cerrado en sí mismo y sólo quería trabajar, comer, dormir y divertirse con sus amigos, sin preocuparse con nada religioso. Estaba incluso más distante de su familia.

En varias ocasiones los niños encontraron a su madre derramando discretas lágrimas…

Mientras tanto a Manuel le había llegado la hora de aprender el catecismo. Con siete años cumplidos empezaba a frecuentar la catequesis de la parroquia los sábados por la mañana, preparándose para hacer la Primera Comunión. Roberto sólo tenía cinco años y aún no podía acompañarle, porque ni siquiera había aprendido a leer. Pero iba con su madre a llevar y recoger a su hermano a la sacristía de la iglesia parroquial. Manuel volvía contando muchas historias de niños piadosos y de santos, de ángeles, de Jesús y María, cosa que dejaba encantado al pequeño.

Un sábado llegaron muy temprano para buscar a Manuel y la clase aún no había terminado. El profesor autorizó que Roberto se quedara al fondo de la sala oyendo. El maestro estaba hablando sobre las maravillas obradas por Jesús en la Sagrada Eucaristía:

— Jesús está en la iglesia, dentro del sagrario, esperando la visita de cada uno de vosotros. Se pone muy contento cuando un niño va a hacerle un poquito de compañía. Y estad seguros de que todo lo que le pidáis, en la Sagrada Eucaristía, Él os lo concede de verdad.

Roberto se quedó muy impresionado con esa afirmación y se desentendió de las palabras del profesor…, y antes de que acabara la clase, salió de la sacristía y se escapó a la iglesia, solito. Había un ambiente de mucha paz. Estuvo un momento admirando las luces de los vitrales que coloreaban las columnas y el suelo del templo, así como el gran altar de mármol.

Se dirigió al presbiterio, subió los escalones despacito y se acercó al enorme sagrario de oro, que parecía brillar más esa mañana. Llegó muy cerquita e intentó llamar a la puerta, pero era tan pequeño que no la alcanzaba. Su corazón latía apresurado y estaba emocionado por estar tan cerca de Jesús. 

Por allí había un banquito que el sacristán usaba para encender las velas de los grandes candelabros del altar y no lo dudó ni un instante: lo arrastró hasta el sagrario y se subió en él. Golpeando suavemente la puerta del tabernáculo, balbuceó:

— Jesús… Jesús…

Al no obtener ninguna respuesta habló más alto:

— ¡Jesús! ¡Jesús! Silencio… No respondía nadie.

Entonces pensó consigo mismo:

— ¿Jesús estará durmiendo y no me oye?

Y acercando su cabeza a aquella puerta bendita (que ahora relucía aún más a causa de un rayo de sol que empezaba a incidir en ella, iluminando el altar y al niño), puso las manos a la altura de la boca y gritó:

— ¡¡¡Despierta, Jesús, tengo que hablar contigo!!! ¡Oh maravilla! De dentro del sagrario se oyó una voz grave que resonaba en el templo vacío:

— Sí, hijo mío. Aquí estoy para ayudarte. ¿Qué necesitas?

— ¡Ay Jesús! Quería pedirte que conviertas a mi padre. Es muy bueno, pero no quiere oír hablar de rezar y mi madre está sufriendo mucho…

— No te preocupes, Roberto. Tu visita me ha alegrado tanto que voy a convertir a tu padre. Vete en paz.

— Muchas gracias, Jesús.

Se bajó y se fue con su madre que estaba entrando en la iglesia junto con Manuel para despedirse del Señor, pues ya había terminado la catequesis, y le dijo:

— Mamá, hoy papá va a rezar con nosotros. Me lo ha dicho Jesús.

La mujer solamente sonrió, sin comprender las palabras de su hijo, y regresaron a casa.

Esa noche, después de la cena, cuando iban a empezar a rezar, Alfredo se acercó, incómodo, manoseando un rosario, algo nervioso, y preguntó:

— ¿Puedo rezar yo también? 

Roberto tiró de la mano de su padre y le dio un abrazo diciendo:

— ¡Claro que sí, papá! Te estábamos esperando…

Después de la oración, Alfredo, con lágrimas en los ojos, le pidió perdón a su familia por haber sido tan obstinado y se arrepentía de estar tan alejado de Dios. Decía que sintió que la Virgen en su advocación del Buen Consejo le había hecho comprender lo bueno que es Jesús y cómo sin Él no somos nada.

Y, en su corazón, Él le había dicho que lo esperaba, en su inmensa misericordia, desde hacía mucho tiempo.

Al día siguiente, Alfredo fue el primero en apuntarse a ir a Misa, pues quería confesarse antes, para “limpiar su alma”, como decía él. Y en adelante no dejaría de visitar nunca más a Jesús en el Santísimo Sacramento, con la certeza de que Él estaba allí, en todo momento, a la espera de nuestra compañía y dispuesto a atendernos.

6 lecciones espirituales que me dejó el libro de Job. Lunes, 28 - Septiembre - 2020

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6 lecciones espirituales que me dejó el libro de Job

CatholicLink

Sebastián Campos

Si no has leído este libro, te has perdido gran parte de la lógica espiritual judía sobre el dolor y el sufrimiento. No voy narrar por completo la historia, pero en resumen a Job le tocó pasar tremendas calamidades, perdió sus bienes, sus servidores, a toda su familia e incluso sufrió de una herida que le llegaba desde la planta de los pies hasta la cabeza. La explicación que el libro da a todo lo que le ocurre a Job, es que el “enemigo” lo tienta por medio de la prueba y el sufrimiento para hacer que reniegue y maldiga a Dios.

El relato explica que él intentó buscar respuestas, todas ellas sin renegar ni maldecir a Dios, pues Job sabe que Dios es bueno. Entre su pena, desolación, confusión y enojo disparaba para todos lados sin dar en alguna consolación, con alguna idea lógica que le llenara el corazón. Incluso un par de amigos acudieron a él para consolarlo, pero no hubo nada que ellos pudieran decir que calmara su pesar y que pudiera explicar todo lo que le estaba ocurriendo. Es tanta la confusión que producen muchas de las cosas que experimentó en su vida, que hasta sus amigos quedaron confundidos. Dice la palabra:

«Al divisarlo de lejos, no lo reconocieron. Entonces se pusieron a llorar a gritos, rasgaron sus mantos y arrojaron polvo sobre sus cabezas. Después permanecieron sentados en el suelo junto a él siete días y siete noches sin decir una sola palabra, porque veían que su dolor era muy grande» (Job 2, 12-13).

Me imagino que te ha pasado que el sufrimiento inexplicablemente golpea la puerta de tu vida, dejando incluso sin palabras a los que están cerca de ti. Nadie, ni los amigos, ni tú, ni tu fe logran conjugar alguna explicación a lo ocurrido, y la desesperanza y angustia comienzan a brotar en medio del corazón. Frente a situaciones así tiemblan los cimientos de la fe, de la vida, de lo que creemos y lo que hacemos.

La historia es desconcertante en sus primeros capítulos, sobre todo porque aparentemente, y en justicia, Job no merecía nada de lo que le estaba pasando; muy por el contrario, lo que Job realmente merecía es la bendición y prosperidad que vienen de la mano de Dios. En lo personal, muchas veces me he sentido interpelado por la historia del sufrido Job, sobre todo en esas ocasiones en que he dado todo de mí, he perseverado en mi trabajo, en mi fe, en el amor a los demás, en el servicio, y he mantenido mi corazón limpio y recto; y aun así, las cosas han salido pésimo: he experimentado el dolor, el quiebre, la soledad, la pobreza, el sufrimiento. Seguro que tú también te has sentido así y no hay mucho con qué consolarse.

Sé que no he sufrido tanto como muchas otras personas, pero el estudio del libro de Job en los momentos dolorosos y difíciles de mi vida me ha ayudado a sacar algunas ideas que podrían servirte, o mejor aún, ayudarte a acompañar a otros en medio de la tribulación y sostenerlos en la esperanza.

1. Mirar a Job desde una nueva perspectiva, la de Jesús

En lo personal, me gustaba mirar el libro de Job y validar el sentir lástima de mí mismo y quedarme sentado entre las cenizas sin hacer nada más que sufrir. Quedarme ahí, sufriendo, mirando mis heridas, sintiendo dolor y esperando a que mágicamente todo pase o, peor aún, pasar así hasta el final de mis días. Esa depresión cristiana abnegada y resignada que muchos creemos que es santa por el solo hecho de aceptarla sin alegar. Se nos olvida que Job es un libro de la antigua alianza, que Jesús vino a hacer nuevas todas las cosas, que nos vino a dar vida en abundancia, que por sus méritos somos salvados y que su amor nos devuelve la amistad con Dios. Se nos olvida que toda batalla, prueba, tribulación y sufrimiento fueron clavados en la Cruz y desterrados de nuestra vida para siempre.

Muchas veces vivimos como si Jesús no nos hubiera salvado definitivamente, o peor aún, que su salvación es solo una cosa que ocurrirá al final de nuestros días o que afecta solo a la dimensión espiritual de nuestras vidas. Job no tenía un Jesús a quien mirar. Nosotros sí. Que nunca se nos olvide que todos nuestros sufrimientos fueron sufridos por Jesús en la cruz del Calvario y con su sangre pagó para que nosotros seamos salvados. Eso no quita que en la vida vayamos a experimentar dolores y sufrimientos, pero no son definitivos. Nuestra vida no termina ahí, todas nuestras peleas son peleas ganadas de la mano de Jesús. Que ningún dolor se robe tu esperanza.

2. Dios no prueba a nadie

El relato de Job es del Antiguo Testamento, ten eso en mente cuando lo leas. Porque la dinámica usada por los judíos que todavía no conocían a Jesús para explicar la forma de actuar de Dios es diferente a lo que el Nuevo Testamento nos muesta. El texto dice que un día Satanás se presentó ante Dios para hablarle de Job, asegurando que si lo tentaba este iba a blasfemar contra Él. Dios lo permite para fortalecer la fe de Job. Es importante leer esta historia desde una perspectiva espiritual. Dios no juega a las apuestas, no experimenta con nosotros como un niño jugando con hormigas.

Como dice el apóstol Santiago: «Ninguno, cuando sea probado, diga: «Es Dios quien me prueba»; porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie» (Santiago 1, 13), pues en efecto, Dios lo último que quiere es medir cuán fuertes somos para ver si valemos o no la pena. Eso sería despreciar el sacrificio de Jesús.  Si creemos que lo que nos ocurre Dios lo quiere, entonces cabe pensar que dentro de las posibilidades está que Dios quiere que reprobemos, que no pasemos, que no seamos capaces. ¿Tú crees que Dios querría algo así? ¡Pues no! Dios permite sí que pasen cosas en nuestra vida, para mostrarnos cosas mejores.

3. Dios no existe en función de mí

Aquí puede haber una idea que nos puede confundir, de hecho muchos a lo largo de la historia se han confundido, pues han tenido la impresión de que Dios está para ayudarlos a autorrealizarse y pretenden utilizarlo para ello. Eso es poner la naturaleza de la creación al revés y lamentablemente está destinado al fracaso. Me he visto a mi mismo elaborando complicados y detallados planes para luego presentarlos a Dios y que los bendiga sin cambiar en nada aquello que tan inteligentemente preparé. Distinto es cuando junto a él, me tomo el tiempo de discernir cuáles son sus planes y yo realizarlos, para que de esta forma su bendición me acompañe.

Somos nosotros los que ayudamos en el “gran plan” de Dios y nuestra participación y el descubrimiento de nuestro propósito ayuda en la realización de su voluntad, no al revés. Fuimos hechos para Dios y no viceversa.

Dice el Catecismo en el nº 27: «El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar»

4. No todo tiene explicación, mas todo tiene un propósito

“Nunca Dios permitiría un mal si no fuera lo suficientemente poderoso para sacar de ese mal un bien mayor” (San Agustín)

Hay dos preguntas que podemos hacer de cara a una situación que quiebre nuestras vidas ¿por qué? o ¿para qué? Suena a psicología pop, a vacío, sobre todo frente sufrimientos terribles como la muerte o una enfermedad grave. Por eso este tipo de preguntas se hacen ya con el corazón tranquilo. Primero hay que procesar todo con calma. Descubrir los propósitos de Dios no es un asunto de un par de minutos rezando y listo. Dios sabe eso y espera a que te acerques a hacer las preguntas necesarias, que cuestiones, que dudes, pero que finalmente aceptes, aun sin comprender mucho. Su voluntad, aunque indescifrable tantas veces, es maravillosa para nuestras vidas, y que cada cosa que nos ocurre, aunque nos cuesta entenderla, tiene sentido dentro de su plan.

«Por eso,  ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente, así la fe de ustedes puesta a prueba, será muchas más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo» (1Pedro, 6-7).

Obviamente no le interesa tu sufrimiento, no se ha ensañado contigo, con tu vida o con tu historia. ¡Dios quiere lo mejor para ti! Esa es una verdad de la que no puedes dudar ni un segundo. Lo que ocurre, es que Dios sabe que muchas veces para poder hacer eso que tiene en mente, tienes que pasar por un desierto.

«La tribulación es un regalo de Dios, uno especial que da a sus amigos especiales» (Santo Tomás).

5. No anestesiar el dolor

Es parte de nuestra cultura moderna, nos anestesiamos. Nos incomoda ver gente sufrir, la invisibilizamos, la tapamos, los marginamos. Y nosotros mismos escondemos nuestros dolores con la justificación de que “la procesión se lleva por dentro”.

Job se sienta en el suelo, rapa su cabeza y se pone ceniza en señal de que no entiende nada, de que pareciera que su duelo no tiene sentido. Se sienta a sufrir, a dolerse de sí mismo. Nosotros en cambio, intentamos pasar rápidamente de nuestros dolores y si después de 3 ó 6 meses de duelo, alguien sigue triste les decimos a los demás «anda, ya es tiempo de superarlo», «tienes que ser fuerte, sigue adelante»Cada uno tiene su tiempo y hay que respetarlo.

Abrazar al que llora y llorar con él en lugar de hacerlo callar, que empape nuestros hombros con sus lágrimas en vez de ofrecer un pañuelo. Dolerse con el que sufre, angustiarse con el vulnerado, llenarse la cara y el corazón de la pasión del otro, eso se sentir compasión, que las entrañas propias se retuerzan, no por mero masoquismo, no como penitencia, sino como ejercicio de comunión, como cuerpo de la Iglesia. Si hasta cuando te pegas en el dedo pequeño del pie todo el cuerpo se retuerce, todo el cuerpo sufre el dolor de un solo dedo. Así debe ser nuestra forma de acompañar.

Job nos enseña a sufrir con dignidad, a vivir el dolor dejándose acompañar, a no esconder los sufrimientos, a pedir ayuda y frustrarse cuando no se encuentran respuestas, pero aceptando que perder, que enfermarse, que morir, que no tener explicaciones, es terrible y hay que vivirlo, no taparlo ni esconderlo.

6. Confiar en ser restaurados

La primera vez que leí el libro de Job de corrido, fue cuando falleció mi hermana menor, una pequeña de tres meses de edad con un diagnóstico de alteración genética intratable.

Perdona el spoiler  por si no has leído el libro, pero la historia termina en que Dios restaura la vida de Job, viendo que luego de sufrir y aceptar ese sufrimiento, nunca reniega ni maldice. Job forma una nueva familia, mucho más fecunda que la primera, es prosperado económicamente más que antes y su fama como hombre bendecido se extiende por todas partes. Es decir, la idea que el autor bíblico quiere expresar es que si vives tu sufrimiento como corresponde y sin  revelarte a Dios, Él mismo te bendecirá y devolverá incluso más de lo que tenías antes. Si y no. Es decir, esto no es un trueque espiritual en donde Dios te devuelve más de lo que te había quitado. En la economía espiritual de los cristianos no existe la “meritocracia”; todos los méritos son de Jesús e incluso aun cuando hacemos las cosas bien, no merecemos nada de Dios y Él nos da todo por amor, no porque seamos buenos o malos. No obstante eso, Dios nos conforta, nos da consuelo, nos acompaña tal como los Ángeles acompañaron a Jesús en medio de su prueba en el Getsemaní.

Por lo tanto, es de esperar que Dios se manifieste, te bendiga, obre a favor tuyo, pero no esperes que sea una manifestación “cuantitativamente superior” comparada con la situación en la que te encontrabas previamente.

Como anécdota, me acuerdo en unos ejercicios espirituales en donde llegué con el corazón seco, sin ganas de nada. Quien me acompañaba espiritualmente me envió a sentarme frente al Santísimo, me dijo que incluso si quería dormir que lo hiciera, pero que pasara tiempo ahí, “asoleándome con su luz”. No tengo idea que pasó, pero salí de ahí bronceado, mi corazón robustecido, aunque no obtuve ninguna explicación que yo pueda conjugar con palabras, si encontré respuestas, sentido, esperanza solamente estando ahí, frente a Él.