"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
Manuel Enrique Figueroa
UN SUEÑO ECLESIAL (SERIE AMAZONIA
V)
Finalizamos esta serie de ensayos dedicados al
documento Querida Amazonía del Papa Francisco, del que podemos
aprender mucho y bueno para nuestra vida diaria en conjunción con la casa
común, nuestro planeta, y sus habitantes, toda su biodiversidad. En su sueño,
el Papa nos invita a volcar la Iglesia, su camino, su mensaje, en la Amazonía
donde hay tanta necesidad y tanta Naturaleza sufriente. Dice el Papa que la
Iglesia está llamada a caminar con los pueblos de la Amazonía. Nos
habla de la tarea misionera desde la cultura del encuentro. Nos
llama a que luchemos por los pueblos de la Amazonía, por sus necesidades y
angustias pero sin renunciar a la propuesta de fe que recibimos del
Evangelio.
El Evangelio que cada semana escuchamos
contiene muchos mensajes aplicables a la comprensión de nuestra colaboración en
la construcción de un mundo mejor para todos, y, por ello, para la Amazonía. La
opción por los más pobres y olvidados del planeta, contribuyendo a liberarlos
de la miseria, defendiendo sus derechos, implica también proponerles la
amistad con el Señor.
Somos una Iglesia en salida, con una potente
herramienta de transformación de la realidad como es el Evangelio de Jesús. El
Papa Francisco recuerda que el cristianismo no tiene un único modo
cultural, no podemos pensar en un cristianismo monocultural y monocorde.
Decía San Juan Pablo II que “la inculturación
coloca a la Iglesia en un camino difícil pero necesario, y el Papa Francisco
dice no le cortemos las alas al Espíritu Santo y manifiesta
que para lograr una renovada inculturación del Evangelio en la Amazonía
la Iglesia necesita escuchar su sabiduría ancestral, volver a dar voz a los
mayores, reconocer los valores presentes en el estilo de vida de las
comunidades originarias. El Papa Francisco nos recuerda la
sostenibilidad y el cuidado de la Naturaleza de las comunidades
indígenas: los pueblos indígenas amazónicos expresan la auténtica
calidad de vida como un buen vivir que implica una armonía personal, familiar,
comunitaria y cósmica, y que se expresa en su modo comunitario de pensar la
existencia, en la capacidad de encontrar gozo y plenitud en medio de una vida
austera y sencilla, así como en el cuidado responsable de la Naturaleza que
preserva los recursos para las siguientes generaciones.
Todo un mensaje sobre la forma vivir que nos
conduce a la equivocada forma de vida inducida por el consumo y el egoísmo en
las ciudades, anómica y desintegradora, en muchos lugares del mundo. Dice el
Papa, los habitantes de las ciudades necesitan valorar esta sabiduría y
dejarse reeducar frente al consumismo ansioso y al aislamiento urbano. Para
el Papa, la Iglesia misma puede ser un vehículo que ayude a esta
recuperación cultural en una preciosa síntesis con el anuncio del
Evangelio. La fuerza y el don de las mujeres también son manifestados
por el Papa: En la Amazonía hay comunidades que se han sostenido y han
transmitido la fe durante mucho tiempo gracias a la presencia de mujeres
fuertes y generosas impulsadas por el Espíritu Santo.
La Amazonía es una realidad plurirreligiosa,
por ello dice el Papa que los creyentes necesitamos encontrar espacios
para conversar y para actuar juntos por el bien común y la promoción de los más
pobres. Un espacio para el diálogo fructífero, si uno cree que
el Espíritu Santo puede actuar en el diferente entonces intentará dejarse
enriquecer con esa luz pero la acogerá desde el seno de sus propias
convicciones y de su propia identidad. Tiene palabras el Papa
Francisco al final de la Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonía, a
la que hemos dedicado algunas semanas por su relevancia, para expresar lo que
nos une como cristianos, sin convertir al otro en enemigo, viviendo en
un espíritu de diálogo que se alimenta de la capacidad de comprender el sentido
de los que el otro dice y hace aunque uno no pueda asumirlo como una convicción
propia. Nos recuerda el Papa que prestamos tanta atención a
los que nos divide que a veces ya no apreciamos ni valoramos lo que nos une.
Finaliza el Papa manifestando que todo lo que
nos une: la fe en Dios, la fe en Jesucristo, el deseo de su Palabra, el fuego
del Espíritu, el mandamiento nuevo que Jesús nos dejó para la búsqueda de una
civilización del amor, la lucha por la paz y la justicia, la convicción de que
no todo se termina en esta vida.
Y dice el Papa: si todo esto nos une ¿Cómo no luchar juntos? Y expresa una pregunta que resume en gran medida la Exhortación Apostólica: ¿Cómo no orar juntos y trabajar codo a codo para defender a los pobres de la Amazonía, para mostrar el rostro santo del Señor y para cuidar su obra creadora?
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