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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 20 de septiembre de 2020

REFLEXIÓN PARA EL VIGÉSIMO QUINTO DOMINGO DEL T.O. (A) 20 - SEPTIEMBRE - 2020

 "Ventana abierta"

De la mano de María

 Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL VIGÉSIMO QUINTO DOMINGO DEL T.O. (A) 

“Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.”

La lectura evangélica que nos ofrece la liturgia para hoy (Mt 20,1-16) pone de manifiesto la misericordia divina, y cómo esa misericordia se manifiesta en los que ponen su confianza en Él. Se trata de la “parábola de los obreros de la viña”. Para entender la enseñanza detrás de esta parábola tenemos que analizar detenidamente la conversación entre el dueño de la viña y cada grupo de jornaleros, y el salario que “ajusta” con cada uno. Veamos.

La parábola nos narra la historia del dueño de una viña que salió a contratar jornaleros para su viña. Fue a la plaza pública donde usualmente se congregaban los que buscaban trabajo. Nos dice la parábola que con los que contrató al amanecer, ajustó el salario en un denario por día. Salió por segunda vez a media mañana y contrató a otros que encontró sin trabajo diciéndoles: “os pagaré lo debido”. Lo mismo hizo al mediodía y a media tarde. Finalmente salió al caer la tarde y encontró a otros que habían estado todo el día y nadie los había contratado. A estos se limitó a decirles: “Id también vosotros a mi viña”.

Podemos ver tres tipos de jornaleros. Con los primeros el dueño se ajusta en un salario fijo. Ha acordado un contrato de empleo: un denario por día. Van a trabajar a cambio de una compensación específica. Los que contrató a media mañana, a mediodía y a media tarde, acordaron trabajar por una justa compensación, es decir, el dueño de la viña ofreció pagarles “lo debido” y ellos fueron a trabajar. Finalmente, los que contrató al atardecer, ni tan siquiera hablaron de compensación. Simplemente aceptaron el llamado del dueño: “Id también vosotros a mi viña”.

Los primeros recibieron el salario que habían acordado a cambio de su trabajo. Ni un céntimo más ni un céntimo menos. Estos nos recuerdan a los fariseos, quienes observaban el fiel “cumplimiento” de la Ley, y a cambio Dios les “debía” la recompensa del cielo. Tal parecería que pretendían “comprar” la salvación. El cumplimiento interesado de la Ley (me recuerda al “joven rico”). Esos son los que no comprenden cómo es posible que los demás reciban el mismo salario. Sienten que Dios es “injusto” si les da la misma recompensa a otros que ellos consideran pecadores. Nos recuerdan también la actitud del fariseo en la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14).

El segundo grupo de jornaleros, los que fueron a trabajar bajo la promesa de que recibirían “lo debido”, confiaron en que el dueño de la viña habría de ser justo con ellos. Estos representan a aquellos que se acercan a servir al Señor cuando son llamados. Confían en la justicia divina, que tiene su raíz en la misericordia divina, y su confianza es recompensada.

Pero los que más se asemejan al publicano de la parábola de Lucas son los que fueron contratados ya al final del día. Estos ni tan siquiera hablaron de salario. Se contentaron con trabajar. Y probablemente se sintieron bien por el mero hecho de poder trabajar en lugar de estar ociosos. Estos se dieron de corazón, y su esfuerzo y desinterés resultaron agradables al dueño de la viña. Asimismo, si te acercas a servir al Señor por amor, sin interés, aunque sea al final de tu vida, recibirás tu justa recompensa: la Vida eterna.

Por eso Jesús termina refiriendo la enseñanza a la vida eterna: “Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”. Todavía estamos a tiempo.

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