"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
Manuel Enrique Figueroa
UN SUEÑO ECOLÓGICO (SERIE AMAZONIA IV)
De acuerdo con el Papa Francisco, en la
Amazonía se comprenden mejor las palabras de Benedicto XVI cuando decía que
“además de la ecología de la Naturaleza hay una ecología que podemos llamar
humana y que a su vez requiere una ecología social”. Somos muchos los ecólogos
que no diferenciamos entre tipos de ecología. La idea, tanto de Benedicto XVI
como de Francisco es una ecología global, es decir, una forma de comprensión
que nos haga entender el papel del ser humano en el planeta y la necesidad de
cuidar la casa común. El cuidado de las personas y el cuidado de los
ecosistemas son inseparables, no recuerda el Papa Francisco y la
sabiduría de los pueblos de la Amazonía nos invita a ello. Los que hemos tenido
el privilegio de visitar selvas y percibir la vida de sus habitantes nos damos
cuenta de lo equivocado que esta el mundo y la injusticia histórica, con
nuestro afán colonizador, de conquista y robo de recursos y bienes, que se ha
cometido con muchos pueblos. Y me temo se comete aún cada día. La Amazonía nos
muestra la cara de las culturas que viven en paz con ellos y el medio, y la
cara de la rapiña cuando tratamos de cambiar sus vidas para satisfacer las
necesidades del llamado mundo civilizado, un consumidor insaciable.
Dice el Papa
Francisco que abusar
de la Naturaleza es abusar de Dios. ¿Qué no entendemos de esta
frase? El Papa nos recuerda que en la Amazonía el agua es la reina. El agua es un
bien colectivo y sagrado con el que no se puede comerciar, ni se puede
envenenar. ¿Cuántas zonas del planeta tiene un agua que no se puede beber
porque la hemos envenenado? El Papa Francisco avisa que las próximas guerras
serán guerras del agua. Dice el Papa que el agua deslumbra en el gran Amazonas que recoge y vivifica todo a
su alrededor. La inmensidad de la Creación puede verse en
estos grandes ríos de Sudamérica y en los pueblos que los habitan, como el
Amazonas y el Paraná. ¿Por qué no dejamos a estos pueblos vivir en paz?
Manifiesta el Papa en el documento que comentamos la verdad insoslayable es que, en las actuales condiciones, con
este modo de tratar a la Amazonía, tanta vida y tanta hermosura están tomando
el rumbo del fin. Es muy triste que nuestro modo de vida puede
contribuir a destruir la belleza y la vida, muchos modos ancestrales de vida.
Hay que entender que el
equilibrio planetario depende de la Amazonía. La ecología nos
muestra esta idea de forma clara a través de la ecología de sistemas. La
vida está entrelazada y nosotros formamos parte de ella. Los grandes bosques
del planeta secuestran dióxido de carbono evitando el calentamiento global que
nuestro modo de vida genera. También los grandes bosques, como los de la Amazonía,
suministran oxígeno para la vida en la Tierra. Su función es clara y
determinante para el equilibrio. ¿Porqué los destruimos? ¿No podemos
desarrollarnos adecuadamente sin atentar contra la casa común? Deberíamos
meditar sobre ello y el Papa Francisco nos invita a ello. Los grandes bosques
contribuyen a evitar el cambio climático que tantas vídas se lleva y tanto
sufrimiento causa. La Amazonía contribuye al bienestar planetario además de ser
un hábitat para muchas personas en equilibrio con la Naturaleza. El problema de
la Amazonía no es solo un problema local, es global. El Papa Francisco llama a
la conciencia internacional para conseguir soluciones globales que permitan la
persistencia de las infinitas comunidades locales y su medio natural, con la
seguridad de que es bueno para el conjunto de la casa común., Existe un grito de la Amazonía al
Creador. Nuestro mundo es muy bello, lleno de vida, de
biodiversidad, debemos lograr un equilibrio que permita el deseable desarrollo
de los pueblos, con sus características particulares, y el equilibrio del
planeta, nuestra casa.
Dice el Papa Francisco que si entramos en comunión con la selva fácilmente nuestra voz se unirá a la de ella y se convertirá en oración. Seguro que muchos hemos sentido algo parecido alguna vez al contemplar la Naturaleza. Hay muchas formas de orar. La contemplación de la Naturaleza, por ejemplo del conjunto de la Amazonía, podrá generar una conversión interior que nos permitirá llorar por la Amazonía y gritar con ella ante el Señor. La Iglesia, dice el Papa, con su renovada conciencia sobre el valor de la creación también quiere aportar al cuidado y al crecimiento de la Amazonía. Debemos extender como Iglesia esta idea a todo el conjunto del planeta y actuar en consecuencia, desde lo local a lo global. Nuestras acciones a nivel local tienen una incidencia global, en la Tierra como sistema, que debemos meditar desde el conocimiento.
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