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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 31 de mayo de 2020

canción: Salve rociera. Domingo de Pentecostés. 31 - Mayo - 2020

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Sevillana: La historia de una amapola. Rocío Jurado

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Otra Salve rociera

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CateQuezis: Paulo Coelho. Dios Espíritu Santo. - Día 14 - Domingo, 31 - Mayo - 2020

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Mes de María. Mes de las flores. Domingo, 31 - Mayo - 2020

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Mes de María. Mes de las flores

Evangelio: San Juan 20, 19-23. Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos... Pentecostés. Domingo, 31 - Mayo - 2020

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Oración de Comunión Espiritual. Domingo, 31 - Mayo - 2020

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Oración de Comunión Espiritual


Con el Espíritu Santo podemos decir: Jesús es Señor.
Ese Jesús que nos alimenta con su Cuerpo y con su Sangre, todos los amigos y amigas que siguen este blog "Seguir la Senda" y a través de éste, podemos hacer ahora juntos, si así lo quieren, la Comunión Espiritual. Es nuestro deseo de recibir el Cuerpo de Cristo que sana nuestros dolores, sufrimientos y angustias.

"Ven, Espíritu Santo, con tu brisa suave, despierta en nuestro corazón el amor que nos haga capaz de superar todos los obstáculos que presentan los miedos humanos capaz de romper todas las barreras de la prudencia miope, capaz de hacernos testigos del Resucitado.

Espíritu Santo, Esplendor de belleza, Luz que brota del seno de la Luz. ¡Ven!

Espíritu Santo, Fuerza creadora del infinito Amor, dulce huésped de las almas. ¡Ven!

Espíritu Santo, artífice de Paz, vínculo que une y nunca divide. ¡Ven!

Espíritu Santo, Divino Consolador, bálsamo que cura toda herida. ¡Ven!

Espíritu Santo, Crisma celestial que nos consagras como templos donde habitas. 'Ven!

Espíritu Santo, Canto de alegría en el corazón de la Iglesia, esposa siempre rejuvenecida por la gracia.

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor".

BARRO ANIMADO POR EL ESPÍRITU. Pentecostés. Domingo, 31 - Mayo - 2020

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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn (20,19-23)

BARRO ANIMADO POR EL ESPÍRITU

Juan ha cuidado mucho la escena en que Jesús va a confiar a sus discípulos su misión. Quiere dejar bien claro qué es lo esencial. Jesús está en el centro de la comunidad, llenando a todos de su paz y alegría. Pero a los discípulos les espera una misión. Jesús no los ha convocado solo para disfrutar de él, sino para hacerlo presente en el mundo.

Jesús los «envía». No les dice en concreto a quiénes han de ir, qué han de hacer o cómo han de actuar: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Su tarea es la misma de Jesús. No tienen otra: la que Jesús ha recibido del Padre. Tienen que ser en el mundo lo que ha sido él.

Ya han visto a quiénes se ha acercado, cómo ha tratado a los más desvalidos, cómo ha llevado adelante su proyecto de humanizar la vida, cómo ha sembrado gestos de liberación y de perdón. Las heridas de sus manos y su costado les recuerdan su entrega total. Jesús los envía ahora para que «reproduzcan» su presencia entre las gentes.

Pero sabe que sus discípulos son frágiles. Más de una vez ha quedado sorprendido de su «fe pequeña». Necesitan su propio Espíritu para cumplir su misión. Por eso se dispone a hacer con ellos un gesto muy especial. No les impone sus manos ni los bendice, como hacía con los enfermos y los pequeños: «Exhala su aliento sobre ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo».

El gesto de Jesús tiene una fuerza que no siempre sabemos captar. Según la tradición bíblica, Dios modeló a Adán con «barro»; luego sopló sobre él su «aliento de vida»; y aquel barro se convirtió en un «viviente». Eso es el ser humano: un poco de barro alentado por el Espíritu de Dios. Y eso será siempre la Iglesia: barro alentado por el Espíritu de Jesús.

Creyentes frágiles y de fe pequeña: cristianos de barro, teólogos de barro, sacerdotes y obispos de barro, comunidades de barro… Solo el Espíritu de Jesús nos convierte en Iglesia viva. Las zonas donde su Espíritu no es acogido quedan «muertas». Nos hacen daño a todos, pues nos impiden actualizar su presencia viva entre nosotros. Muchos no pueden captar en nosotros la paz, la alegría y la vida renovada por Cristo. No hemos de bautizar solo con agua, sino infundir el Espíritu de Jesús. No solo hemos de hablar de amor, sino amar a las personas como él.


‘Pentecostés, día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla. 29 - Mayo - 2020

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Carta pastoral del Arzobispo de Sevilla


‘Pentecostés, día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica’


Queridos hermanos y hermanas:

Dirijo esta carta semanal a los miembros de los grupos apostólicos de la Diócesis. Envío mi saludo más cordial al Delegado Diocesano de Apostolado Seglar y a todos los militantes cristianos que participaréis en la Vigilia de Pentecostés reviviendo la efusión del Espíritu Santo sobre la comunidad apostólica reunida en el cenáculo, congregada y presidida por María, la madre de Jesús. En Pentecostés la Iglesia, bajo el impulso del Espíritu Santo, inaugura la misión encomendada por su Señor de predicar el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra.

La acción del Espíritu ocupa un lugar destacado en los grandes acontecimientos de la Historia de la Salvación. Antes de los tiempos, en el seno de Dios, el Espíritu unge a Jesús como Mesías, profeta, sacerdote e hijo amado del Padre. En la Encarnación, inunda a María y, gracias a su sombra fecunda, el Verbo toma carne en sus purísimas entrañas. En los inicios del ministerio público de Jesús, el Espíritu le lleva al desierto, se manifiesta en su bautismo y habla por Él en la sinagoga de Nazareth. En los instantes supremos de la vida del Señor, la acción del Espíritu hace perfecta y agradable al Padre su obra redentora; y en Pentecostés se manifiesta en todo su esplendor.

En Pentecostés “rompe el Espíritu el techo de la tierra y una lengua de fuego innumerable purifica, renueva, enciende y alegra las entrañas del mundo” (Himno de Tertia).  Desde entonces, el Espíritu es el alma de la Iglesia porque la unifica, dinamiza y vivifica. Él es el manantial de los carismas, los dones, funciones y ministerios (1 Cor, 12,4-6); y es también el corazón de la vida personal de cada cristiano, hasta el punto de que no podemos decir “Jesús es el Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santo” (1 Cor 12,3). El Espíritu es quien deposita en nuestras almas el amor y el anhelo de santidad.

En Pentecostés, el Espíritu se manifiesta como la “la fuerza que pone pie a la Iglesia en medio de las plazas y levanta testigos en el pueblo”. A partir de Pentecostés, los apóstoles, fortalecidos con la fuerza de lo alto, comienzan a anunciar a Jesucristo en Jerusalén, en Judea, Samaría, Galilea y hasta los confines del mundo. Desde entonces han sido innumerables los cristianos laicos que, habiendo escuchado el mandato misionero de Jesús, lo han mostrado a sus hermanos, con coraje y valentía, con la palabra y, sobre todo, con el testimonio luminoso de su vida. Por todo ello, Pentecostés es la fiesta del Apostolado Seglar. También los laicos están destinados al apostolado. Se trata de una obligación orgánica, que brota de nuestro bautismo, en el que quedamos incorporados a la misión profética de Cristo, obligación que se acrecentó al recibir el don del Espíritu en la confirmación.

También vosotros, queridos militantes seglares, estáis llamados a ser heraldos de la Buena Noticia, a compartir con vuestros hermanos vuestro mejor tesoro, Jesucristo; a proclamar que vuestro encuentro con Él es lo más grande que os ha sucedido, porque en Él habéis hallado la luz, la vida, la esperanza y la alegría. Como los Apóstoles después de Pentecostés, habéis de acercaros a tantos hombres y mujeres que se debaten en el marasmo de la desesperanza, del nihilismo y de la infelicidad, para ser testigos del Dios vivo, de su amor, de la alegría cristiana, de la paz y la esperanza que nacen de la Buena Noticia del amor de Dios por la humanidad. El testigo es quien habla con la vida. Así deben ser los sacerdotes ante sus fieles, los padres ante sus hijos, los educadores ante sus alumnos, y cada uno de vosotros, laicos cristianos, en el barrio, en el trabajo, en el ocio y en el tiempo libre; también en la parroquia, implicados en la catequesis, en el acompañamiento de niños y jóvenes y en los catecumenados de adultos, dispuestos siempre a dar razón de vuestra fe y de vuestra esperanza.

La solemnidad de Pentecostés es también la fiesta de la Acción Católica, que de forma asociada, como un cuerpo orgánico, unida estrechamente al ministerio jerárquico, al obispo, a los sacerdotes, a la Diócesis y a la parroquia, tantos frutos de evangelización, de santidad y apostolado ha dado a la Iglesia.

Un nuevo acicate en nuestro compromiso apostólico son las conclusiones del reciente Congreso de Laicos, que se nos van a recordar en la Vigilia del próximo día 30. En ella pediremos al Espíritu Santo que su fuego nos convierta y purifique, que su calor funda el témpano de nuestras tibiezas, temores y cobardías, que su luz caldee nuestros corazones en el amor de Cristo y que su fuerza nos ayude a todos a perseverar en nuestra tarea primordial, anunciar a Jesucristo a nuestro mundo con la palabra y con el testimonio luminoso de nuestra vida.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

Arzobispo de Sevilla. DOMINGO DE PENTECOSTÉS. 31 - Mayo - 2020

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Archidiócesis de Sevilla


DOMINGO DE PENTECOSTÉS


La acción del Espíritu ocupa un lugar destacado en la Historia de la Salvación. Antes de los tiempos, el Espíritu unge a Jesús como Mesías, profeta, sacerdote e hijo bienamado del Padre. En la Encarnación, el Espíritu inunda a María y el Verbo toma carne en sus purísimas entrañas. En los inicios del ministerio público de Jesús, el Espíritu le lleva al desierto, se manifiesta en su bautismo y habla por Él en la sinagoga de Nazareth. En los instantes supremos de la vida de Jesús, la acción del Espíritu hace perfecta y agradable al Padre su obra redentora; y en Pentecostés, verdadera eclosión del Espíritu sobre la primera comunidad de Jerusalén, se manifiesta en todo su esplendor.

Es lógico, pues, que en la Iglesia invoquemos al Espíritu al comenzar toda obra buena y, muy especialmente, en la confección y administración de los sacramentos. Gracias a su acción, los pobres elementos humanos que constituyen la materia de los sacramentos, se convierten en signos eficaces de gracia.

En Pentecostés, como rezamos cada día en el himno de Tercia, “rompe el Espíritu el techo de la tierra y una lengua de fuego innumerable purifica, renueva, enciende y alegra las entrañas del mundo”. Cristo resucitado nos envía en Pentecostés el Espíritu Santo y nos regala la gracia salvadora merecida en su Misterio Pascual.

Desde entonces, el Espíritu es el alma de la Iglesia porque la unifica, dinamiza y vivifica. Él es también el corazón de la vida de cada cristiano, hasta el punto de que no podemos decir “Jesús es el Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santo”.  Él es quien deposita en nuestras almas el amor y el anhelo de santidad y es el motor de nuestra fidelidad.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla


Comentarios a la Palabra de Dios. DOMINGO DE PENTECOSTÉS CICLO A - LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO - 31 - Mayo - 2020

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Dominicas Lerma


Comentarios a la Palabra de Dios


DOMINGO DE PENTECOSTES
CICLO A
- LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO -


I Cor. 12, 3b-7; 12-13
3b Nadie puede decir: « ¡Jesús es Señor! » sino con el Espíritu Santo.
4 Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo;
5 diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo;
6 diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos.
7 A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común,
12 Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo.
13 Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


(v. 3b)       -   La fórmula “Jesús es el Señor constituye la primitiva confesión fundamental de cristianismoKYRIOS JESÚS afirma la vinculación total a Él y como es solo posible vincularse a Dios pues éste nos le ha dado para ser eso: Señor (Fp. 2, 5s.). Así le proclamamos en nuestra liturgia sin mermar nada a Dios y hacer ésto, de ver en Jesús, tanto al Jesús ambulante en Galilea, como al Crucificado por Pilato, verle como Señor es obra de un milagro de iluminación del Espíritu Santo.

(v. 4-6)      -   Y ahora pasa S. Pablo a lo concreto de la vida de la comunidad de Corinto, con una multiplicidad de dones. La vida divina había irrumpido en la Comunidad de Corinto y el resultado es esta floración primaveral de dones. Pero una sola es la fuente de la que toda plenitud fluye. Para dar expresión a esta plenitud formula tres veces la afirmación en versos paralelos, que presentan una progresión no tanto al designar los efectos del Espíritu Santo sino como - dones (carismas), ministerios (diakonía) y operaciones (energemata) - determinación de su fuente: el Espíritu Santoel SeñorDios (fuente trinitaria) = “Dios lo produce todo en todos. No es casual que el ministerio esté vinculado al Señor Jesucristo. La actividad “ad extra, en el orden de la gracia, es siempre común a las Tres Personas.

(v. 7)         -   Pero todos estos fenómenos pneumáticos tienden sin excepción al bien espiritual de la comunidad. Este es el punto que le interesa para aplicarlo a los Corintios, que en los dones sólo habían buscado su provecho o su solaz o su gloria.

(v. 12)       -   Pablo recurre ahora a una imagen para expresar la necesidad y también la plenitud de la unidad en la diversidad: la unidad del cuerpo. Esta comparación aparece ya en la literatura antigua (Jenofonte, Tito Livio, Cicerón, Marco Aurelio, Epicurio),. pero éstos lo aplican a la organización de un Estado y Pablo al orden de la gracia. Es la Iglesia la magnitud en la que convergen todas las funciones en la unidad (la Iglesia no la nombra hasta 12, 28) y la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, es Cristo mismo.

(v. 13)       -   Pablo fundamenta la unidad de esta Iglesia, del cuerpo, en la unidad del Espíritu que a su vez se recibe por la iniciación sacramental. Este es el origen de la Iglesia, no viceversa cuando se reúnen, sino que los creyentes en Cristo se hacen miembros de Cristo porque al recibir al único Espíritu, se hacen un solo cuerpo. Primero es el Espíritu Santo en cada fiel.

HOY EL RETO DEL AMOR ES ENTREGAR A JESÚS TODO “TU ARMARIO”. Domingo, 31 - Mayo - 2020

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HOY EL RETO DEL AMOR ES ENTREGAR A JESÚS TODO “TU ARMARIO”


Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

UN “CAMBIO DE ARMARIO”

Ayer por la tarde, aproveché para hacer el cambio de armario. Con estos calores tan raros en un pueblo como Lerma, tiene pinta de que nos aguarda un verano caluroso. Así que, aunque dicen eso de que “hasta el 40 de mayo no te quites el sayo... “, ayer me abalancé a retirar lo de invierno y cambiarlo por lo de verano.
Llega un momento en el que todo sobra: los jerseys, las mantas en la cama, las sábanas de franela... y, cuando llega la ropa de verano, de pronto es súper apetecible, fresquita y cómoda. ¡Hasta uno mismo se siente más ligero!
Después, cuando llegué a la oración, me acordé de que estábamos en vísperas de Pentecostés, y el Señor me regaló entender que, lo que hace el Espíritu Santo en nosotros, es eso mismo. Al llegar, como en un nuevo Pentecostés, nos inunda y realiza ese “cambio de armario” en nosotros.
Él realiza la obra de regalarnos dejar atrás nuestra antigua mentalidad, nuestras ideas invernales, nuestras capas y capas... y da paso a una nueva Vida.
Es lo que les sucedió a los apóstoles: vieron a Jesús morir, y esto ya les rompió sus esquemas, pero después se les apareció Resucitado, y así fueron comenzando a dejar atrás lo antiguo, el modo antiguo de vivir...
De manera que ellos fueron dejando que Jesús les vaciara sus armarios, y esperaron que el Espíritu llegara con todo nuevo, con un aire fresco. De pronto comprendieron todo, se dejaron cambiar de vida, y ya no tenían ningún miedo al frío, porque llevaban el calor, el Amor de Dios, en sus corazones.
Hoy el reto del amor es entregar a Jesús todo “tu armario”: tu mente y sus razones, todas tus vivencias, tus miedos e inseguridades, y dejes que el Espíritu Santo llene de nuevo tu vida con un nuevo aliento de Vida.
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¡Feliz día!

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siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.


La Paz del Señor. Domingo, 31 - Mayo - 2020

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La Paz del Señor


En el Espíritu de Cristo resucitado, démonos amigos/as., fraternalmente la Paz.

Es mi deseo de Paz para todos. 
La Paz de Cristo resucitado, en especial para vosotros: los enfermos, los ancianos, y los que os halláis pasando por cualquier tipo de dificultad.
La Paz que nos llega por el Espíritu prometido. 

sábado, 30 de mayo de 2020

Preparación para la fiesta de Pentecostés. (Para niños) 30 - Mayo - 2020

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Mes de María. Mes de las flores. Sábado, 30 - Mayo - 2020

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Mes de María. Mes de las flores

Evangelio: San Juan 21,20-25. En aquel tiempo, Pedro volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba... 7ª. Semana de Pascua. Domingo, 30 - Mayo - 2020

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Hoy los santuarios rezan con el Papa. Sábado, 30 - Mayo - 2020

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Hoy los santuarios rezan con el Papa
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ReligiónenLibertad

El rezo del Rosario se producirá hoy 30 de mayo a las 17.30 en la gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos

El Papa Francisco, unido a los santuarios del mundo, rezará un Rosario para el fin de la pandemia

El Papa Francisco rezará a las 17.30 horas un rosario online desde la gruta de Lourdes de los Jardines del Vaticano para pedir ayuda y su intercesión frente a la pandemia de coronavirusCon una sola voz unida en oración a la Virgen se ha invitado a participar a todos los santuarios del mundo para que desde todos los rincones se pida junto al sucesor de Pedro la intervención de la Madre de Dios ante tanto sufrimiento.
La intención de este Rosario pasa por pedir consuelo a la Virgen. Y para ello, el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, ha enviado una carta a los rectores de los santuarios que hay en el mundo.
La iniciativa del Rosario encabezado por el Santo Padre, organizado por este Pontificio Consejo, tiene como lema una cita de los Hechos de los Apóstoles (1, 14): "Todos se unieron constantemente en oración, junto con María".
De este modo, Fisichella explica que “a la luz de la situación de emergencia causada por la pandemia de coronavirus que ha provocado la interrupción de la actividad normal de todos los santuarios y la interrupción de todas las peregrinaciones, el Papa Francisco desea expresar un gesto de cercanía a cada uno de ustedes con la recitación del Santo Rosario”.
En esta carta, la Santa Sede pide a los santuarios católicos que participen en este acto de oración que encabezará el Papa recitando su propio Rosario a la misma hora del acto en Roma, siempre de acuerdo con las medidas de seguridad e higiene.
Del mismo modo, monseñor Fisichella ha pedido a estos santuarios que en la medida de sus posibilidades retransmitan ellos mismos  vía satélite y lo compartan con el Vaticano para que las imágenes del rezo del Rosario en los distintos santuarios puedan compartirse durante el acto presidido por el Papa.
En principio este hecho no será un problema pues debido a la pandemia muchos de estos santuarios tuvieron que cerrar sus puertas y retransmitir las celebraciones y oraciones vía streaming.

Galería: Animalitos protectores con sus crías.

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Arzobispo de Sevilla. SOLEMNIDAD DE SAN FERNANDO. Sábado 30 - Mayo - 2020

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Archidiócesis de Sevilla


SOLEMNIDAD DE SAN FERNANDO


Celebramos hoy la fiesta de san Fernando, que nos recuerda a todos, una verdad fundamental declarada por la Iglesia, que él vivió, la llamada universal a la santidad. Todos, sacerdotes, consagrados y laicos, solteros y casados, como el santo Rey, jóvenes y mayores, estamos llamados a la santidad más alta. Todos estamos llamados a participar de la vida y santidad del Padre, que nos ha engendrado; santidad que nos ha merecido Jesucristo, el Hijo, con su sacrificio redentor; santidad que es el mismo Espíritu Santo, recibido como huésped y don en nuestras almas.

El empeño por la santidad no es para una élite o para una minoría selecta. Nos urge a todos los bautizados. Por ello, sería un contrasentido contentarse con una religiosidad liviana y superficial. En el bautismo fuimos consagrados a Aquel que es por excelencia el Santo, el tres veces Santo. En aquel día, sin duda el más importante de nuestra vida, entramos en la órbita de la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la habitación del Espíritu Santo.

La santidad es el sentido último de toda la actividad de la Iglesia, de la vida de una parroquia, del trabajo del sacerdote y de toda programación pastoral. Es la meta final de la educación cristiana en la familia, de la catequesis, de la enseñanza religiosa escolar, de todas las instituciones eclesiales, de los consejos, hermandades, cofradías, movimientos y asociaciones. Ningún otro objetivo, ni la caridad y el servicio a los más pobres, debe anteponerse a este empeño que constituye la finalidad casi única de la Iglesia, porque sin el fundamento de la santidad de vida los mejores impulsos de fraternidad terminan agostándose por falta de raíces, pues sólo los santos han amado hasta el final.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla


Archidiócesis de Sevilla. Homilía del Arzobispo en la Vigilia de Pentecostés 2020. Sábado, 30 - Mayo - 2020

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Homilía del Arzobispo en la Vigilia de Pentecostés 2020


Comienzo mi homilía dando gracias a Dios que nos permite a los pastores y a los grupos y movimientos de Apostolado Seglar y de Acción Católica reunirnos un año más para actualizar el misterio de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles, reunidos en oración en el cenáculo con María la Madre de Jesús, (Hch1,14). El día de Pentecostés la fuerza y el fuego del Espíritu les unge con sus dones. A partir de ese momento, robustecidos con la fuerza de lo alto, inician su misión en las calles y en las plazas anunciando las maravillas de Dios.

En esta tarde, como María y los Apóstoles en el primer Pentecostés, nos hemos reunido en nuestra catedral para invocar al Espíritu. Necesitamos que su fuego nos convierta y purifique. Necesitamos que su calor funda el témpano de nuestra tibieza, temores y cobardías. Necesitamos que su luz caldee nuestros corazones en el amor de Cristo. Necesitamos los dones y los frutos del Espíritu en este momento crucial, en el que no podemos sustraernos al dolor de nuestro pueblo.

En la primera lectura, el profeta Ezequiel contempla una inmensa llanura llena de huesos secos, una descripción metafórica de la situación del pueblo de Israel abatido en el destierro de Babilonia, que no cesa de repetir: Se ha desvanecido nuestra esperanza, todo se ha acabado para nosotros. Estamos perdidos. El Señor le responde con estas palabras: He aquí que yo abro vuestros sepulcros; os haré salir de vuestros sepulcros… Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis. Se refiere aquí el profeta no a la resurrección de los muertos al final de los tiempos, sino a la resurrección actual de los corazones. Aquellos cadáveres, gracias al Espíritu se reanimaron, se pusieron en pie y formaron -nos ha dicho Ezequiel- un enorme, inmenso ejército. Era el pueblo de Israel que volvía esperanzado, tras el exilio.

En realidad, se puede estar muerto, incluso antes de morir. No hablo sólo de la muerte del alma a causa del pecado. Hablo sobre todo de la ausencia total de alegría, de energía, de esperanza, de deseo de luchar y de vivir, que no es otra cosa que la muerte del corazón. Estamos viviendo meses de muchísimo sufrimiento y de estupor ante algo que antes ni habíamos conocido ni esperábamos. A causa de la epidemia que nos ha cercado, muchos estamos sumidos en una situación psicológica y espiritual de temor, de infinita tristeza, de desesperanza, con miles de muertos sin el consuelo y la cercanía de sus familiares, muchos de ellos ancianos que nos han legado su sudor y su trabajo para que tuviéramos una España mejor, con centenares de miles de enfermos, con el dolor de los trabajadores que se han quedado sin trabajo y no saben cómo van a sacar adelante a sus familias…


Por todos ellos en estas semanas hemos levantado los brazos al cielo, pidiendo que cese tanto sufrimiento. Es posible que más de uno hayamos recordado el grito de Jesús en los instantes postreros de su vida: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado, pregunta que muchos hemos repetido al Señor en estos días ante la desventura que aflige a nuestro mundo. Para todos nosotros, el relato de los huesos secos que reviven gracias a la acción del Espíritu de Dios nos llega como un repique de campanas en la mañana de Pascua porque hay quien puede brindarnos la resurrección del corazón.

Dios nuestro Señor, que de los males saca bienes, por medio de su Espíritu, al que en esta tarde y siempre invocamos, quiere convertir esta tragedia en un acontecimiento de gracia. El papa Francisco nos decía hace dos meses que el coronavirus ha puesto al descubierto nuestra vulnerabilidad y las falsas y superfluas seguridades con las que hemos construido nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades. El Papa aseguraba que la pandemia nos muestra lo mucho que nos habíamos alejado del Señor, olvidándonos de Él y organizando nuestra vida al margen de Él y de su amor, de quien da fuerza y consistencia a nuestra vida y nos da la inmunidad necesaria para hacer frente a la adversidad.

En los últimos decenios, la Humanidad se ha sentido fuerte y orgullosa de sus triunfos técnicos, se ha sentido capaz de todo, se ha dejado seducir por el progreso material, abandonando la espiritualidad. Nos hemos sentido fuertes y, ante los avances de la medicina, casi invulnerables. Hemos desoído el grito de los pobres y las llamadas del Señor. Un ser microscópico nos ha despertado del sueño prometeico del progreso infinito y nos ha devuelto a nuestra realidad de criaturas limitadas e indigentes.


La epidemia que estamos padeciendo es una llamada apremiante del Espíritu a la conversión, condición inexcusable para anunciar a Jesucristo, pues sin cristianos convertidos no es posible la evangelización. El Espíritu Santo nos regala en esta vigilia de Pentecostés los dones de la sabiduría, del consejo, la fortaleza, la piedad y el temor de Dios, para que renovemos nuestra fe, nuestra confianza y nuestra entrega a Él. De este modo, este tiempo de prueba se convertirá en un tiempo de gracia, tiempo de enderezar el rumbo de nuestra vida y de convertirnos al Señor y a nuestros hermanos.

En la segunda lectura nos ha dicho san Pablo que el Espíritu Santo gime en nuestro interior. Gime por tantos hijos de Dios que yacen llenos de heridas en las cunetas de la vida social, los pobres de Torreblanca, de los Pajaritos, de las Tres mil Viviendas o del Vacie, los pobres que piden en las puertas de las iglesias o que duermen en los cajeros o en las calles, los descartados de los que tantas veces nos ha hablado el Papa. Que, como el Buen Samaritano, no pasemos de largo ante el dolor de la humanidad.


El Papa nos ha invitado a luchar contra el egoísmo, no consintiendo que nos golpee el peor de los virus, el virus de la indiferencia, sino que nos sintamos miembros de una única familia que se sostienen mutuamente y que no dejan atrás a ninguno de los suyos. Que seamos instrumentos humildes en las manos de Dios para aliviar el sufrimiento del mundo, que manifestemos de forma concreta y palpable la ternura y la misericordia de Jesús, haciendo que la persona que sufre se sienta amada.

No olvidemos la misteriosa identificación de Jesús con sus predilectos, los pobres. Cuando servimos a los pobres, servimos al Señor. Cuando vemos y tocamos a los pobres y enfermos estamos tocando la carne de Cristo. Así lo encarecía el venerable Miguel Mañara, un laico sevillano como vosotros, a sus hermanos de la Santa Caridad de Sevilla al pedirles que asistieran a los enfermos no desde el hieratismo de un podio, sino desde la cercanía y la inmediatez corporal, lavando, curando y besando sus llagas, pues “debajo de aquellos trapos –escribe Mañara- está Cristo pobre, su Dios y Señor”.


Soy consciente de que estoy hablando a los responsables del apostolado seglar de nuestra Archidiócesis, a los que no es necesario recordar la íntima relación que existe entre evangelización y promoción humana, entre anuncio salvífico y desear, buscar y cuidar el bien de los demás. A todos os recuerdo que la evangelización se legitima a través del amor misericordioso y compasivo. La vida de la Iglesia es auténtica y creíble su mensaje cuando hace de la misericordia su razón de ser.

En la secuencia hemos invocado al Espíritu Santo como padre amoroso del pobre. Pidámosle que nos regale sus dones y frutos, la piedad, la caridad, la generosidad, la bondad y la benignidad con los hermanos. Que Él libere a la humanidad de la epidemia y que nos ayude a todos a cumplir la misión prioritaria de la Iglesia, que nunca debe cansarse de ofrecer misericordia, estando siempre dispuesta a confortar, compartir y servir. Así sea.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla