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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 27 de marzo de 2016

Oración de Comunión Espiritual. Pascua de Resurrección. 27 - Marzo - 2016

"Ventana abierta"


Oración de Comunión Espiritual


Pascua de Resurrección


Estimad@s amig@s, la Eucaristía -como sabemos-  es vínculo de unión fraterna, en ella participamos del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Por eso ahora, cuántos lo deseen, nos unimos en Comunión con el Señor y con los hermanos.

"Señor Jesús primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado, la muerte en Ti no manda. Apiádate de nuestra miseria humana y danos a todos parte en tu victoria santa. Danos Señor la vida nueva de tu Pascua. 
Enséñanos a ser testigos de tu Resurrección Gloriosa, a vivir en cada momento la vida nueva que nace de tu victoria sobre la muerte y el pecado en el cansancio y en la fatiga en el dolor y en la enfermedad en todas las circunstancias de nuestra vida.
Tú que eres la luz esplendorosa que brilla en las tinieblas Rey de la vida y salvador de los que han muerto, concédenos vivir siempre en tu alabanza.
Concédenos que unidos a Ti en el dolor y en la muerte resucitemos también Contigo.
Enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de gratitud.
Ayúdanos a esperar confiados en tu victoria y destruye en nosotros el poder del mal, para que vivamos siempre para Ti vencedor del pecado y de la muerte".


Texto completo. Mensaje Pascual del Papa Francisco y Bendición "Urbi et Orbi". 27 - Marzo - 2016

"Ventana abierta"


Texto completo. Mensaje Pascual del Papa Francisco y Bendición "Urbi et Orbi" 2016

Mensaje Pascual del Papa Francisco
«Dad gracias al Señor porque es bueno Porque es eterna su misericordia» (Sal 135,1)

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!
Jesucristo, encarnación de la misericordia de Dios, ha muerto en cruz por amor, y por amor ha resucitado. Por eso hoy proclamamos: ¡Jesús es el Señor!

Su resurrección cumple plenamente la profecía del Salmo: «La misericordia de Dios es eterna», su amor es para siempre, nunca muere. Podemos confiar totalmente en él, y le damos gracias porque ha descendido por nosotros hasta el fondo del abismo.

Ante las simas espirituales y morales de la humanidad, ante al vacío que se crea en el corazón y que provoca odio y muerte, solamente una infinita misericordia puede darnos la salvación. Sólo Dios puede llenar con su amor este vacío, estas fosas, y hacer que no nos hundamos, y que podamos seguir avanzando juntos hacia la tierra de la libertad y de la vida.

El anuncio gozoso de la Pascua: Jesús, el crucificado, «no está aquí, ¡ha resucitado!» (Mt 28,6), nos ofrece la certeza consoladora de que se ha salvado el abismo de la muerte y, con ello, ha quedado derrotado el luto, el llanto y la angustia (cf. Ap 21,4). El Señor, que sufrió el abandono de sus discípulos, el peso de una condena injusta y la vergüenza de una muerte infame, nos hace ahora partícipes de su vida inmortal, y nos concede su mirada de ternura y compasión hacia los hambrientos y sedientos, los extranjeros y los encarcelados, los marginados y descartados, las víctimas del abuso y la violencia. El mundo está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles.

Cristo resucitado indica caminos de esperanza a la querida Siria, un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil. Encomendamos al poder del Señor resucitado las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos. Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia. Que la imagen del hombre nuevo, que resplandece en el rostro de Cristo, fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras. Que el Señor de la vida acompañe los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva de la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas.

Que el Señor Jesús, nuestra paz (cf. Ef 2,14), que con su resurrección ha vencido el mal y el pecado, avive en esta fiesta de Pascua nuestra cercanía a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil; que lleve a buen término el fermento de esperanza y las perspectivas de paz en África; pienso, en particular, en Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales.

Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su Hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos. Que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos. Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos.

El Cristo resucitado, anuncio de vida para toda la humanidad que reverbera a través de los siglos, nos invita a no olvidar a los hombres y las mujeres en camino para buscar un futuro mejor. Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados —incluyendo muchos niños— que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social. Estos hermanos y hermanas nuestros, encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda. Que la cita de la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos.

Que, en este día glorioso, «goce también la tierra, inundada de tanta claridad» (Pregón pascual), aunque sea tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera el equilibrio de la naturaleza. Pienso en particular a las zonas afectadas por los efectos del cambio climático, que en ocasiones provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta.

Con nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo, y ante el mal que parece prevalecer en la vida de tantas personas, volvamos a escuchar las palabras consoladoras del Señor: «No tengáis miedo. ¡Yo he vencido al mundo!» (Jn 16,33). Hoy es el día brillante de esta victoria, porque Cristo ha derrotado a la muerte y su resurrección ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad (cf. 2 Tm 1,10). «Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la celebración, de la oscuridad a la luz, de la servidumbre a la redención. Por eso decimos ante él: ¡Aleluya!» (Melitón de Sardes, Homilía Pascual).

A quienes en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir, a los ancianos abrumados que en la soledad sienten perder vigor, a los jóvenes a quienes parece faltarles el futuro, a todos dirijo una vez más las palabras del Señor resucitado: «Mira, hago nuevas todas las cosas… al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente» (Ap 21,5-6). Que este mensaje consolador de Jesús nos ayude a todos nosotros a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos.


lunes, 21 de marzo de 2016

HOY EL RETO DEL AMOR ES PASAR CINCO MINUTOS CON EL SEÑOR ANTES DE EMPEZAR TU DÍA. 21 - Marzo - 2016

"Ventana abierta"


HOY EL RETO DEL AMOR ES PASAR CINCO MINUTOS CON EL SEÑOR ANTES DE EMPEZAR TU DÍA


Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

Las perdidas profundidades
Las pitas del jardín se han hecho gigantescas, y están por todas partes. ¡Ah! Y pinchan de lo lindo. Así pues, la semana pasada decidimos quitar algunas.
No bastó con las tijeras y el hacha: tuvimos que recurrir al azadón y la motosierra. Sólo se veían las hojas, verdes, brillantes, muy apretadas... y afiladas como espadas.
Tras un buen rato de pelea, logramos abrirnos camino hasta el tronco madre. ¡Qué barbaridad! Jamás había visto uno, pues las hojas lo cubren totalmente. ¡Era exageradamente ancho y grande!
De pronto descubrí que el sueño de cualquier pita es crecer, tener muchas ramificaciones, convertirse en una "montaña verde". Pero, para ello, es fundamental algo que nadie ve: un tronco fuerte y grande. ¡Ése es Jesucristo!
Cristo es el único que puede sostenerte por completo, el único que puede llenar de vida y de color todas tus ramificaciones, todas las cosas que hagas a lo largo del día. Si quieres que tu Semana Santa esté llena de color y vitalidad, apuesta por lo que no se ve: ¡el tronco!
Hoy el reto del amor es pasar cinco minutos con el Señor antes de empezar tu día. Seguramente nadie vea ese tiempo, pero, créeme, ¡será el tronco de tu jornada! Preséntale los planes y proyectos que tienes para hoy, para esta semana de gracia. Háblalos con Él, y deja que Cristo te acompañe en cada uno de ellos. Vive estos días enganchado al Tronco... ¡y tu pita florecerá en mil destellos de amor! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma

jueves, 17 de marzo de 2016

HOY EL RETO DEL AMOR ES QUE MIRES A ESE ÁRBOL QUE CONSIDERAS SECO CON LA MIRADA DE CRISTO. 17 - Marzo - 2016

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HOY EL RETO DEL AMOR ES QUE MIRES A ESE ÁRBOL QUE CONSIDERAS SECO CON LA MIRADA DE CRISTO

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

NO TE QUEDES EN EL PALO

Estos días, el padre de Sión nos está ayudando a hacer alguna chapuza en la huerta. Y, aprovechando que le tenemos por aquí, ayer le pedimos que fuese a Correos a por sellos.
Me encontré con Sión antes de comer y me dijo que su padre ya había traído los sellos, y que también había parado en la plaza para coger unos árboles frutales. Pero, como ya era la hora de la comida, no pude salir a verlos.
Por la tarde, después de trabajar, salimos a la huerta. Encontré un palo largo con cuatro ramas "secas" y raíces. Pensé que eran los árboles que estaban arrancando para plantar los nuevos, Israel pensó lo mismo y se lo ofrecimos al perro como un nuevo juguete.
Al otro lado de la huerta, Sión nos miraba desencajada.
"¿Pero qué le pasa?", pensé.
Rápidamente contestó a mi pensamiento como si lo escuchara:
-Chicas, ¿me podéis acercar el manzano que tenéis en la mano?
-¿Manzano? ¡Pero si es un palo con raíces! -no podíamos parar de reírnos, pensábamos que eran los árboles que acababan de quitar y, sin embargo, eran los nuevos que había comprado su padre.
Después nos señaló otros palos con raíces mientras nos decía qué eran: un cerezo, un árbol de nectarina...
Hoy encontrarás muchos árboles en el trabajo, en la calle, en el autobús, en clase. Hay árboles que te atraerán por su carácter, su protagonismo, su extroversión... y otros a los que te tendrás que acercar casi por obligación, porque piensas que no pueden dar mucho de sí, son rechazados por todos, tienen un carácter difícil...
Así veíamos al árbol que encontramos, pero caímos en la cuenta de que estaba llamado a ser un bonito manzano; entendimos que, por no tener hojas, no era un deshecho. Sólo necesitaba de alguien que lo plantara, cuidara, regara. Así hace Cristo contigo: puedes sentirte un palo un poco torpe, un palo que no sabe hacia dónde ir, pero Él, si le miras, siempre te regala su cuidado y ternura, su Gracia para que puedas crecer seguro y convertirte en aquello que Él ha soñado para ti.
Hoy el reto del amor es que mires a ese árbol que consideras seco con la mirada de Cristo, soñando aquello que puede llegar a ser pero que no puede porque nadie le mira con esperanza. Sonríele, escúchale, préstale atención... pon en él la esperanza que Dios ha puesto al crearle; no te quedes en el palo, mira al manzano, al cerezo, a la nectarina...
VIVE DE CRISTO
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lunes, 14 de marzo de 2016

HOY EL RETO DEL AMOR ES VACIAR TU MOCHILA EN LA CRUZ DE CRISTO. 14 - Marzo - 2016

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HOY EL RETO DEL AMOR ES VACIAR TU MOCHILA EN LA CRUZ DE CRISTO
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

TU MOCHILA TIENE PROPIETARIO

Ayer estaba en la oración, y caí en la cuenta de que sólo nos queda una semana de Cuaresma... y ya llegamos a la Semana Santa.
En ese ratito de oración estuve conversando con el Señor sobre qué es la Cuaresma. O cómo lo he vivido estos últimos años. Y, volviendo la mirada hacia atrás, iba observando cómo en todos hay un denominador común: la Cuaresma es tiempo de vaciar la mochila.
En estas últimas Cuaresmas, el Señor me ha regalado experimentar de forma renovada el poder entregarle un peso que quizá nunca antes me había sido iluminado, y la alegría de vivir la Resurrección, la liberación de toda carga. Es volver a nacer de Cristo, ser una persona nueva.
Nosotras, siempre que enseñamos a orar a alguien, utilizamos este ejemplo de vaciar la mochila. En realidad es una necesidad: dejar todo lo que has ido cargando durante el día, todo aquello que te haya podido quitar la paz, todo lo que te resulta pesado y no puedes con ello. Al coger esa mochila e ir entregándole una a una todas tus cosas a Cristo, lo que estás haciendo es abrir tu corazón y dejarle entrar. Dejar que sea Él quien cargue y muera por todo ello, porque lo que está en la Cruz de Cristo es lo que resucita.
Es algo que todas deseamos experimentar cada día, pero que, durante este tiempo, se nos regala de forma especial. Dada la grandeza y el poder de la Semana de la Pasión de Cristo, seguro que nos concede ver en lo profundo de nuestro corazón esas cosas que Él desearía que le entregases. Él da la Vida por ti, y todo lo que te preocupa lo quiere hacer suyo, sólo necesita que tú, libremente, lo quieras poner en Sus manos.
Hoy el reto del Amor es vaciar tu mochila en la cruz de Cristo. Hoy siéntate un rato junto a Cristo y deja en sus manos aquello que te pesa: esa persona a la que te gustaría perdonar, pero sientes tu impotencia; o aquello que querrías asumir pero te atenaza el miedo...
Experimentarás una paz liberadora, y podrás vivir su Resurrección en primera persona, porque algo de ti murió con Él.
VIVE DE CRISTO
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domingo, 13 de marzo de 2016

Oración de Comunión Espiritual en el Día del Seminario. Oración del Enfermo.13 -marzo- 2016.

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Oración de Comunión Espiritual


Nos unimos, si así lo desean, en esta Oración de Comunión Espiritual en el Día del Seminario. 
"Todo lo considero pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor".
Hacemos hoy esta Oración del Enfermo, por las vocaciones sacerdotales, recordando así, que estamos celebrando el Día del Seminario.
Nuestro recuerdo para tantos seminaristas que se preparan para el sacerdocio.
"¡Señor mío y Dios mío! Tú mostraste un amor especial a los enfermos, cuando acercándote a ellos los curabas de su enfermedad y la transformabas ocasión para la alabanza divina.
Mira, Jesús, mis limitaciones, dolores y sufrimientos con los que me uno a Ti, Señor mío crucificado, y que ahora te ofrezco por los niños y jóvenes a quienes estás llamando para que sean tus sacerdotes. Su sacerdocio, Señor, será canal de gracia y de misericordia para todos los hombres.
Concede a tu Iglesia, muchos santos y sabios sacerdotes, que apacienten celosamente a tu pueblo con la Eucaristía, la reconciliación con el perdón y tu misericordia".
Amén.




miércoles, 9 de marzo de 2016

HOY EL RETO DEL AMOR ES DEJAR TUS MANOS Y TU VOZ EN MANOS DE JESÚS. 9 - Marzo - 2016

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HOY EL RETO DEL AMOR ES DEJAR TUS MANOS Y TU VOZ EN MANOS DE JESÚS


Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.


LA MEJOR MEDICINA

Ayer estaba en la oración y me puse a leer las obras de misericordia. Me impactaron mucho. Las leí despacio, dejando que calaran dentro de mí y pidiéndole a Cristo que me las explicara.

Me detuve en una que me tocó el corazón: la de visitar al enfermo. Saqué la Biblia y me puse a buscar pasajes en los que Jesús visita a enfermos para ver cómo Él se comportaba. Me di cuenta de con qué cariño les escuchaba lo que le decían, cómo les acariciaba, les hablaba con una dulzura especial para paliar su dolor, para sanar su sufrimiento.

Seguro que tú en algún momento has pasado por la enfermedad. Uno de los mayores sufrimientos no es el dolor físico, sino la soledad. El verdadero dolor es el del que sufre sin amigos. Éste es un dolor profundo y más desgarrador que el físico. El dolor de la soledad y de la indiferencia es muy duro. Por eso Jesús nos tiende la mano para que le visitemos en el que sabemos que está enfermo.

Hoy el reto del amor es dejar tus manos y tu voz en manos de Jesús, hoy Jesús te necesita para llegar al corazón del que está enfermo. Seguro que ya tienes en tu cabeza a la persona que sabes que está sola y sufriendo; hoy el reto es acercarte a visitarla y, si no puedes, llámala, comparte un rato de tu tiempo... Hoy pon aceite en las heridas, como el buen samaritano.

Te deseo un feliz día y que tu visita al enfermo te colme el corazón de felicidad. Ahora, en la Eucaristía, te presentaré en la Patena para que Cristo te lo regale y acabes el día dando gracias por la oportunidad de amar que Él te ha puesto en tu camino.

VIVE DE CRISTO

¡Feliz día!

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©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial. 
Sólo se permite un uso para actividades de evangelización 
siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.

domingo, 6 de marzo de 2016

Oración de Comunión Espiritual. Los Misioneros en su servicio entregado a la Misión Universal de la Iglesia. 6 -marzo- 2016

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Oración de Comunión Espiritual.


La Eucaristía es el banquete del Reino. Nosotros estamos llamados a realizar el Reino de Dios, a construirlo.
Es un hecho muy significativo y  apreciable, que en la actualidad hay más de 9.000 misioneros y misioneras, españoles cooperando con las iglesias locales de América en la actividad misionera.
Si bien en su mayoría provienen de Congregaciones Religiosas, son unos 1.000, los sacerdotes diocesanos españoles presentes en dichas iglesias particulares, de los cuales 300 han partido acogiéndose a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana Servicio a la Conferencia Episcopal Española. Incluso realizan allí su labor evangelizadora, más de medio millar de laicos españoles, muchos de ellos como familias misioneras. 
Todos son testigos de la Misericordia, constructores del Reino.

En esta Oración de Comunión Espiritual, nos podemos unir, si así lo desean, a todos estos misioneros y ofrezcamos nuestra oración por ellos.
Nosotros estamos llamados a descubrir la profundidad de la Misericordia del Padre, que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno, misericordiosos como el Padre.
Es Él, el que nos busca; es Él el que sale a nuestro encuentro.
Qué mejor ocasión para renovar nuestro seguimiento fiel a Jesucristo y nuestro servicio entregado a la Misión Universal de la Iglesia.

Y que pase lo que pase en esta vida, tenemos un Padre que nos sigue esperando...



miércoles, 2 de marzo de 2016

10 momentos de nuestra vida en los que la misericordia de Dios nos sorprende. 2 - Marzo - 2016

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10 momentos de nuestra vida en los que la misericordia de Dios nos sorprende


Nory Camargo

Con el ánimo de aprovechar este año de gracia que nuestra madre Iglesia nos ofrece, , hemos traído para ti 10 ejemplos de la misericordia de Dios en nuestro diario vivir. Si mencionamos todas las veces donde la ternura y la acción de Dios está presente, la lista sería demasiado larga y la longitud variaría de acuerdo a la experiencia  de cada uno. Sin embargo, esperamos que te sientas identificado con alguna de ellas. ¡Comparte con tus amigos!

1. Cuando nos sentimos abatidos por la tristeza

© Sara Björk/Flickr

La tristeza puede llegar en cualquier momento de la vida. Las formas en las que se reacciona frente a ella varían de acuerdo a la edad y la situación en la que nos encontremos. Seguramente nadie se salvará de sentirse triste en algún punto de su vida, pero lo que sí es seguro es que Dios no es indiferente a nuestro dolor. Él, al igual que un padre o una madre, se preocupa por sus hijos y se manifiesta a través de otras personas para hacernos sentir mejor. El dolor en ocasiones nos convierte en ciegos renegadores de Dios y no nos permite ver que hay muchas situaciones de nuestra vida que están llenas de la misericordia y el consuelo de Dios. En ocasiones nos sentimos agotados y tendemos a perder la esperanza, creemos que los problemas no tienen solución o que simplemente nada será suficiente para que volvamos a recobrar la felicidad. En esos momentos es importante tener en cuenta que Dios no nos da la espalda, no nos abandona, no flaquea como lo hacemos nosotros, Él es firme en sus promesas. «Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados» (Mateo 5, 4).

2. Cuando cometemos un pecado

©Send me adrift./Flickr

Imaginemos que somos un vaso con agua pura. A medida que pecamos el agua se turbia y se vuelve negra, ya no somos nosotros, es el pecado quien habita en nuestro corazón. La misericordia de Dios nos brinda la oportunidad de volver a ser esa agua pura y transparente, todos los días y casi a cualquier hora. La confesión es el sacramento divino que Dios nos ha otorgado para redimir nuestros pecados, para descargar todo el peso que llevamos a cuestas, es la oportunidad perfecta para volver a empezar. Acudir a este sacramento no es signo de debilidad, como muchos suelen pensar, al contrario, nos hace más fuertes pues tenemos el valor de reconocernos débiles y pecadores, con sed y hambre de Dios. A nadie le gusta hacer una lista de debilidades y errores, para nadie es fácil tener que decirlos en voz alta, pero es el medio más efectivo para estar en verdadera paz con Dios y con nosotros mismos. Es casi como darnos un buen duchazo: entramos al confesionario sucios hasta la coronilla y salimos de él limpios y relucientes. Enfrentar nuestros pecados no es fácil, pero es la única manera de aceptar la ayuda de Dios. En medio de nuestra miseria es cuando más se manifiesta la misericordia de Dios por el arrepentimiento y la necesidad de volver a la casa del Padre.

3. Cuando Dios nos da la oportunidad de recuperarnos de alguna enfermedad


Podemos ser nosotros mismos quienes en este preciso momento padezcamos alguna grave enfermedad, pueden ser nuestros familiares o amigos. Es un tema muy difícil y doloroso. Frente a él es importante recordar que Dios en su insondable misericordia nos da dos oportunidades. 
La primera es la de ser testimonio de fe y valentía enfrentando nuestra enfermedad como medio de purificación y no haciendo de ella una carga sino un ejemplo de vida. Muchos santos ofrecían sus dolores a Dios e intentaban hacer de su vida un verdadero testimonio de entrega y amor.
La otra oportunidad es la cura. La cura por la cual rezamos todos, cuando milagrosamente Dios posa su misericordia en nosotros y nos susurra al oído: "levántate y anda" (Juan 11, 1-43). La enfermedad puede acompañarnos desde el nacimiento, puede aparecer en plena juventud o visitarnos cuando ya no nos quedan tantas fuerzas, en cualquier etapa de la vida la misericordia de Dios se puede manifestar: el milagro puede ocurrir en un recién nacido, en un niño con leucemia, en un joven o en un anciano. A nadie se le da un manual para enfrentar la enfermedad, pero a todos se nos da la oportunidad de acudir a la misericordia de Dios. Aceptarla es otro reto. Algunos pensarán "pero, ¿quién no quiere la misericordia de Dios?". Como seres humanos nos cuesta aceptar nuestra fragilidad y la necesidad de ser ayudados, podemos llegar aun estado de negación y tomar la actitud errada de sentir que Dios juega con nuestros sentimientos en circunstancias como estas que prueban realmente nuestra fe. La enfermedad puede ser ese empujón que necesitábamos para llegar a ser más fuertes y darnos cuenta de lo que somos capaces de lograr.

4. Cuando nos rompen el corazón

© Nomaan Ahgharian/Flickr

Una y mil veces podrán rompernos el corazón y no me refiero solo a lo que ocurre en un noviazgo, puede ser un hijo, un padre, un hermano o un amigo el que nos rompa el corazón. Cada vez que siento estar «destrozada» pienso cuán destrozado ha de estar el Corazón de nuestro Dios, que lo dio todo por nosotros y aun así cada vez que pecamos lo volvemos a clavar en la Cruz. Es un muy pero muy buen ejercicio: sentiremos que nuestro corazón roto no es nada comparado con el de nuestro Señor. Pero ¿adivinen qué? Él nos ama tanto que incluso ante nuestras pataletas de corazones rotos siente compasión, nos consuela en silencio, nos brinda calma y nos pone en el camino de otras personas que pueden remendarnos el corazón. Lo que nos hace falta es estar en contacto con nuestros vecinos, con los más necesitados, para darnos cuenta de cuál puede llegar a ser un verdadero sufrimiento. Es verdad que nuestro dolor es real y no podemos minimizar su dramatismo en nuestra vida, pero cuando nos sentimos lastimados tendemos a tomarnos todo muy personal: las miradas de las personas, los comentarios o las actitudes, y esperamos que todos sientan compasión de nuestro dolor, que todos estén de nuestro lado. Dios claramente estará junto a nosotros durante el dolor que experimentamos pero gracias a su misericordia podemos descubrir que no somos los únicos. El error que cometemos consiste en pensar que la misericordia de Dios solo se puede manifestar mágicamente con resultados positivos.  La verdad es que ante un corazón roto Dios podrá poner junto a nosotros uno de verdad, un corazón que en realidad esté roto por el dolor y el sufrimiento, y es allí donde entenderemos que hemos sido afortunados y que además estamos en capacidad de ayudar a otros cuyo dolor no alcanzamos a imaginar.

5. Cuando logramos perdonar

© Ian Fearing/Flickr

¡Cuán difícil es, cuánto cuesta perdonar  lo “imperdonable”! A mí me falta mucho, pero mucho, para perdonar del todo y puede que a ti también. Es normal, somos seres humanos y algunas cosas nos cuestan demasiado, pero he llegado a entender que el verdadero perdón solo proviene de Dios, de su misericordia. Por nuestras propias fuerzas somos incapaces de perdonar algunas faltas: abandono, infidelidad, asesinato, violación, aborto, etc., Cuando se sientan incapaces de perdonar a alguien (como me pasa a mí), déjenselo a Dios, pídanle: Señor, Tú bien sabes cuánto dolor me causó esta persona, sabes también que soy incapaz de perdonar aunque lo intente, por eso recurro a Ti, llena Señor mi corazón de tu misericordia porque no puedo hacerlo yo solo. Ya verás como con el tiempo sientes que el rencor se aleja y el perdón se acerca más. El caso de cada uno es distinto, pero cuando una persona no ha perdonado se puede identificar con los siguientes síntomas: rabia, resentimiento, deseos de venganza, pensamientos negativos hacia las otras personas, depresión, incomprensión, ansiedad e incluso odio. Si vino a tu mente una persona al leer alguno de estos síntomas es porque todavía no la has perdonado. Cuando no se ha estado en los zapatos del otro es muy difícil entender las barreras que le impiden a esa persona llegar al perdón. Por eso, cuando hables con alguien a quien le cueste mucho perdonar no te conviertas en un sabelotodo, no critiques, no juzgues, pues solo Dios sabe plenamente qué pasos debe seguir esa persona para llegar al perdón, si es que en realidad lo quiere.

6. Cuando nos experimentamos amados de nuevo

© clappstar/Flickr

La soledad se aloja en millones de corazones y a veces no somos capaces de darnos cuenta de que las personas más cercanas a nuestras vidas necesitan amor. Dios es el único que se percata de cada sentimiento que hay en nuestro interior y así mismo se encarga de poner en nuestro camino a las personas indicadas que puedan hacernos sentir amados de nuevo, pero todo a su tiempo. Tenemos a un Dios que todo lo puede, que todo lo ve y que también escucha nuestras plegarias, lo que tenemos que entender es que así como su misericordia es infinita también lo es su paciencia. Porque ¡vaya que hay algunos (me incluyo) que somos acelerados e impacientes! Todos queremos sentirnos amados, absolutamente todos, pero muchas veces nos olvidamos de que ya lo somos. ¿Qué pasaría si cada ser humano sobre la faz de la tierra se sintiera verdaderamente amado por Dios? No olvidemos a qué fuimos llamados y que nuestra existencia es valiosa.  Lo bello de todo esto es que por misericordia de Dios cada día puede ser una aventura, cada día puede convertirse en el día en que creímos que nada iba suceder pero todo sucedió. Por misericordia de Dios encontramos el amor una y otra vez y por su misericordia también imploramos ser amados en el silencio de nuestro interior.

7. Cuando logramos alcanzar una meta


Todas nuestras metas cumplidas sólo se alcanzan por la misericordia de Dios, que nos da las fuerzas para luchar, para perseverar, para sacrificarnos, para caernos y volvernos a levantar.
Recordemos que somos hijos de Dios, no somos cualquier cosa lanzada al azar a este mundo. No nos olvidemos de Dios cuando estemos en la cima, pues es Él el único que ha hecho posibles las cosas. Cuando la emoción por un logro nos invade, pocas veces nuestro primer pensamiento es para Dios. Si dejáramos que fuera Él quien dirija nuestra vida, todo sería distinto. 
No nos acostumbremos a estar en nuestra zona de confort en la que todo se da, todo viene y todo va, pero a nuestro modo y no al de Dios. No nos olvidemos de hacer nuestros planes con Dios, contarle nuestros sueños y susurrarle nuestros deseos. Él escucha pero no actúa según nuestros planes o nuestro reloj, actúa según su voluntad y su tiempo, pues el tiempo de Dios es perfecto al igual que la dosis de misericordia que recibimos para poder alcanzar nuestras metas. 

8. Cuando ocurre lo imposible

© Mary Anne Morgan/Flickr

Nuestras plegarias han sido escuchadas, ese ser querido que había partido hace ya mucho tiempo, vuelve; la conversión de un familiar o amigo ocurre; la noticia de un embarazo que parecía inalcanzable se anuncia. Miles y miles de milagros ocurren a diario y algunos son tan pequeños e insignificantes que no les damos importancia: la lluvia, que vuelve tras una intensa sequía, los cultivos que dan cosecha, el árbol que nos da sombra, el agua y la luz que llegan. Lo imposible ocurre cada minuto por misericordia de Dios para su pueblo. Todo es obra del Dios que nada olvida, del Dios que riega la tierra como su propio jardín, del Dios que permite que esa agua les dé de beber a los cultivos o al ganado. El aire que respiramos, el alimento que llega a nuestra mesa, las comodidades del hogar y la compañía de nuestros amigos y seres queridos… El secreto está en descubrir que hasta la oruga que se convierte en mariposa o la mujer “estéril” que concibe un hijo son un milagro, que por misericordia de Dios, ocurren día a día.

9. Cuando somos capaces de ayudar a los demás



No hay satisfacción más grande que la de dar. Sentirnos útiles es muy importante, no importa la edad, ayudar a los demás nos hace mejores seres humanos y nos permite contemplar el mundo con otros ojos. Sé que muchas veces te preguntas "¿pero si no tengo dinero cómo puedo ayudar?".
Lo puedes hacer de infinitas maneras, ofreciéndote como voluntario/a en una fundación, enseñándole a leer a comunidades que no tienen acceso a la educación, cargando los paquetes de la ancianita cascarrabias, enseñándoles a bailar a los abuelos, uniéndote a una campaña por la vida o siendo el vocero que permita recaudar fondos para ofrecer un desayuno o un almuerzo a las personas de la calle. Esa inexplicable sensación que sentimos al dar es como una bomba de amor, gratitud y compasión que estalla en nuestro interior y tranforma nuestras vidas para siempre. Esa es la misericordia de Dios, insondable, infinita y transformadora.

10. Cuando nos descubrimos hijos de María


¡Madre mía de mi alma! ¿Qué más regalo? ¿Quién puede ser más afortunado? Por misericordia de Dios, tenemos a la mejor de las madres, a la más hermosa, la mujer elegida por Dios Padre para traer al mundo la salvación. Nuestra Madre querida no despega los ojos de sus ovejas, nos consuela, nos escucha, nos abraza, intercede por nosotros ante el Padre e incluso nos saca del purgatorio. ¡Qué maravilla! ¡Qué misericordia más infinita! Dios pudo haber enviado a su Hijo solo, pero quiso demostrarnos que María era el perfecto ejemplo de Hija, Esposa, Madre y Amiga, Dios nos amó tanto que nos hizo merecedores de tan grandiosa mujer, de la única que vivió en carne propia el dolor más inimaginable del mundo.
Si pensamos en cualquier sufrimiento nos daremos cuenta de que nuestra madre, María Santísima, también lo padeció:
*María concibió antes del matrimonio y fue rechazada y expulsada de su territorio.
* Le negaron posada la noche en que daría a luz.
Quedó viuda, pues José murió antes de la crucifixión de Jesús.
Y vio morir a su Hijo de la manera más desgarradora que podrá existir en la historia.
Ella más que nadie conoce nuestro dolor, hemos sido llamados a ser sus hijos sólo por misericordia pues, ¿qué mejor amor que el de María?