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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Homilía: María es el Paraíso de Dios. Miércoles, 31 - Diciembre - 2014

"Ventana abierta"


Adelante la fe
Homilía: María es el Paraíso de Dios
Por Padre Jorge Luis Hidalgo


Lecturas: Núm. 6, 22-27; Ps. 66; Gal. 4, 4-7; Lc. 2, 16-21.
«María es el Paraíso de Dios y su mundo inefable, donde el Hijo de Dios entró para hacer maravillas, para guardarle y tener en él sus complacencias.»

Con esta frase, san Luis María alaba la Maternidad Divina de María Santísima, y nos recomienda entrar en su Santuario Inmaculado, a través de la esclavitud mariana.

Celebramos hoy este inmenso privilegio de Nuestra Señora, como la otra faceta del misterio de la Navidad: El 25 de diciembre hicimos hincapié en el anonadamiento del Verbo Encarnado, hoy lo hacemos mirando a Aquella pura criatura de la que Dios quiso necesitar para salvar a la humanidad.

Esta verdad de fe, creída por siempre por la Iglesia, según las palabras que Isabel le dice a la Santísima Virgen: «¿De dónde me viene, que la Madre de mi Señor venga a mí?» (Lc. 1, 43), fue proclamada solemnemente por la Iglesia en el Concilio de Éfeso, contra los errores del Patriarca Nestorio, el cual afirmaba que en Jesucristo no había una unión real entre su divinidad y su humanidad, sino que Dios habitaba en el hombre como si fuera un templo. De este modo, Jesucristo no sería una única persona, ni se podría afirmar que María es Madre de Dios, sino solamente madre del hombre Jesucristo.

Frente a esta herejía, el Concilio de Éfeso, en el año 431, declaró la maternidad divina de María Santísima: «No decimos que la naturaleza del Verbo, transformada, se hizo carne; pero tampoco que se trasmutó en el hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; sino, más bien, que habiendo unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona, la carne animada de alma racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre, no por sola voluntad o complacencia, pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad… Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne… De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen.»

«Padres de la Iglesia se llaman con toda razón aquellos santos que, con la fuerza de la fe, con la profundidad y riqueza de sus enseñanzas, la engendraron y formaron en el transcurso de los primeros siglos», en palabras de Juan Pablo II. A ellos la Iglesia siempre debe volver, para conservar la unidad de la fe, para profesarla siempre «con el mismo sentido y con la misma sentencia», como escribió san Vicente de Lérins. Entre las enseñanzas de estos santos podemos citar a san Ignacio de Antioquía, quien en el año 108 escribió: «Nuestro Dios, Jesucristo, ha sido llevado en el seno de María, según la economía divina, nacido “del linaje de David” (Jn. 7, 42; Rom. 1, 3; 2 Tim. 2, 8) y del Espíritu Santo. Él nació y fue bautizado para purificar el agua por su pasión.» 

Como dice también san Atanasio, en el año 365: «El Verbo que ha sido engendrado desde lo alto por el Padre de modo inefable, inexplicable, incomprensible y eterno, Él mismo ha sido generado en el tiempo abajo desde la Virgen María, Madre de Dios, para que, los que antes fueron engendrados abajo, nazcan en segundo lugar desde lo alto, es decir desde Dios.» Como explica santo Tomás: «La Santísima Virgen se llama Madre de Dios, no porque sea Madre de la Divinidad, sino porque, según la humanidad, es Madre de la persona que tiene la Divinidad y la humanidad.»

No cabe una unión superior a ésta entre el Hijo de Dios y criatura alguna. Porque, en la ordenación de los seres, nada hay más grande que Dios; y en el orden de la naturaleza, no hay unión más grande entre dos personas que la de la maternidad. Por ello, la relación existente en entre María Santísima y su Hijo supera el orden de la naturaleza e incluso el de la gracia. Ella está asociada al orden hipostático, es decir, aporta todos los elementos humanos a la persona de Jesucristo, superando de este modo a los seres más nobles y puros que existen en el universo por su cooperación al actual plan de salvación de Dios.

Esta excelsa criatura, «tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno», en palabras de san Cirilo de Alejandría, gran defensor de este dogma, es, por pura misericordia de Dios, también Madre nuestra. Por ello debemos hacernos sus hijos más pequeños, ponernos en su regazo. Por eso su Corazón Inmaculado debe ser nuestro seguro refugio, y quien nos alcance hasta Dios. 

Por esto debemos renunciar a nosotros mismos, como consecuencia necesaria de nuestro Bautismo, y poner nuestro ser en manos de Jesucristo, a través de su más limpia criatura. «María no es como las demás criaturas, que si nos adherimos a ellas podrían más bien separarnos de Dios que aproximarnos a Dios: la inclinación más fuerte de María es unirnos a Jesucristo, su Hijo, y la inclinación más fuerte del Hijo es que se vaya a Él por su Santísima Madre».

Este es «el camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios que es la perfección cristiana». Por esto, algunos miembros de nuestra parroquia harán hoy su esclavitud mariana, como signo de querer hacer en todo la santa Voluntad de Dios, renunciando a sí mismos, y queriendo luchar contra todo lo que desagrada a Dios, al mundo, al demonio y a la propia carne.

Sabemos que el demonio no se quedará de brazos cruzados. Vendrá a atacarnos para matar en nuestra alma el deseo de perfección. El principal enemigo somos nosotros mismos, que no podemos vencer nuestros vicios dominantes; que seguimos atados al pecado mortal, o al pecado venial deliberado; que nos sigue importando el respeto humano, antes que los derechos de nuestro Dios.

Pero también conocemos que el demonio utilizará a algunos secuaces, que se harán sus títeres, consciente o inconscientemente. Esos han sido los que han profanado nuestro sagrario; los que han roto la imagen de Nuestro Señor, el Pantocrátor; los que han revolcado por el piso los objetos de la Legión de María. Estos son los que han saqueado la casa de Dios… Dios tenga misericordia de sus almas, y nos dé a nosotros espíritu para reparar semejantes infamias.

Sí, «para nosotros la lucha no es contra sangre y carne, sino… contra los poderes mundanos de estas tinieblas» (Ef. 6, 12). 

El enfrentamiento es desparejo, no porque los demonios vengan contra nuestras pobres fuerzas humanas, sino porque ellos nada pueden contra Dios. «A una se confabulan contra el Señor y contra su Mesías» (Ps. 2, 2). Y nada pueden contra el Vaso Digno de Honor, que es la Madre del Señor. Como dice la Escritura: «El Señor quebranta las guerras; Señor es su nombre… El Señor Todopoderoso le hirió, entregándolo en manos de una mujer, que le quitó la vida» (Jdt. 16, 3. 7). Por esto nos alistaremos en las tropas de la Santísima Virgen, para que Ella nos alcance la victoria, para que Ella en nosotros pisotee al pecado, al demonio y a la muerte, para que en nuestra alma se cumpla la sentencia de San Juan de la Cruz: «Sólo mora en este monte honra y gloria de Dios».

Por ello terminamos con las palabras de la homilía más famosa de la antigüedad, de San Cirilo, que también nosotros hacemos nuestras: «Te saludamos a Ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable; a Ti, por quien la santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las Iglesias de todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados a la conversión».

viernes, 26 de diciembre de 2014

La Navidad de los pobres. 26 - Diciembre - 2014

"Ventana abierta"


La Navidad de los pobres


Estamos ya en Navidad y el mundo entero sufre una gran explosión de emociones, luces y colores. Pero no lamentablemente poco tiene esto que ver con el espíritu de la Navidad. Estamos tan lejos de aquel sentido primero de la Navidad pues quedamos perdidos en el mar de propuestas del capitalismo que nos pesca con la red de consumismo compulsivo, del “tener para ser”, de los fuegos artificiales. Somos parte de un gran circo mundial preparado perfectamente para convencernos de que la Navidad es simplemente una gran razón para que todo el mundo, durante alrededor de un mes, gaste la mayor cantidad de dinero posible con tal de no darse un tiempo de reflexión e interiorización. La Navidad pasa a ser un barullo exterior que nos aparta del silencio interior que todos necesitamos, de la comunión íntima con lo importante.
Visto así pareciera que toda la sociedad, en sus diferentes capas, pudiera cumplir con los requisitos que le impone el mercado. Pero no, no todos lo pueden hacer. No todos en la sociedad poseen tarjetas de crédito ni cuentas bancarias, no todos manejan chequeras, no todos tienen tarjetas de débito, no todos cuentan con sueldos que alcancen para pagar las cuentas del mes y guardar algo como reserva para estas ocasiones. No todos pueden ir de compras al super y comprar sin preocuparse. No a todos le alcanza el sueldo para irse de shopping (aprovechando la rebaja del 23%) y comprarse hasta aquello que no necesita, y que aún le sobre dinero en su bolsillo. No a todos le sobra para hacer esto, cuando días antes pasó el tan esperado “día del centro” donde todos corren a aprovechar las ofertas de los productos que tanto se desean. No, no todos lo pueden hacer. Los pobres viven de una manera muy distinta este consumismo masivo.
Muchos son los que no tienen sueldo, muchos los que no llegan a fin de mes, los que sacan préstamos cada dos por tres para poder comprarse algo que los haga sentir iguales a los de la clase pudiente. Éstos llegan a de dejar de comer bien durante un tiempo para poder acceder a los mismos productos que los demás pero a un costo mayor: el crédito eterno de las mil cuotas, donde se condena la conciencia a una deuda a largo plazo. Son lo que piden prestada la tarjeta de un conocido para poder comprarse lo que los demás tienen. Son los que lapidan de antemano su flaco aguinaldo al cual ven como la solución a tantos problemas: el pago de las cuentas atrasadas, la oportunidad de comprar algo nuevo para el hogar (si ya tienen la TV plasma y el equipo de música), el hacer regalos, comprar adornos para la navidad, comprar el cordero o el lechón para comer muy bien, el casillero de cerveza, el pan dulce y la sidra. La felicidad pasa por lo que se puede consumir.

La Navidad es mucho más que consumismo

Con todo lo anterior parece que la Navidad es sólo consumir cosas, comidas, regalos, y cuentas. Pero no, la Navidad tiene otras connotaciones que tienen que ver con esa necesidad humana de reunirse para celebrar, de sentirnos unidos y poder festejar. Por eso también en toda la sociedad se experimenta la necesidad de reunirse en familia y con amigos para poder compartir un momento todos juntos, de compartir el mismo pan en la mesa y de sentir el cariño de otros mediante el recibimiento de un abrazo, de un beso, de un regalo, sin importar lo que sea. Tiene muchas veces al árbol de Navidad como centro y, en la mayoría de los casos al pesebre, aunque en el fondo la escusa es estar cerca unos de otros.
Experimentamos en el alma y en el cuerpo esa necesidad afecto que nos atraviesa a lo largo del año y nos hace padecer, que la vamos posponiendo por la velocidad con que vivimos a lo largo del año entre familia, trabajo, compromisos, estudio, etc. Es el abrazo, el beso, el cariño que se transforma en la gran descarga de emociones que el mundo continuamente reprime porque la vida es dura y hay que estar siempre bien para poder sobrellevar las responsabilidades. Al coincidir con el final del año la Navidad es la oportunidad de pasar raya y hacer las cuentas, no sólo las monetarias, sino las que tienen que ver con la propia realización, con aquellas cosas que logré hacer y me hicieron sentir vivo, con las personas que conocí y que se integraron a mis redes de afectos, con aquellos que perdí y que en estos momentos siento su falta. La Navidad es oportunidad de darnos cuenta si al terminar el año hemos crecido en humanidad o si nos hemos cosificado.

La Navidad en la Palabra de Dios

Por un lado dijimos que la Navidad no es consumismo aunque nos quieran convencer de ello y todos seamos víctimas del mercado, y a peor grado los pobres. Por otro lado afirmamos que la Navidad es la oportunidad de dejar aflorar los verdaderos sentimientos que cargamos en nuestro interior y que es la posibilidad de dar y recibir el cariño que nos merecemos por ser seres humanos. Pero aun nos queda algo más por intentar desvelar: la posibilidad que tienen los pobres de vivir el verdadero significad de la Navidad, lo cual no es tan fácil para los que no lo son, ya que el poder adquisitivo mayor es factor de mayor distracción de lo verdaderamente importante. Vayamos a la Palabra bíblica para que nos ilumine en nuestra reflexión.
Leemos en Lucas 2, 6-12“Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que cuidaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos sintieron un gran temor. El ángel del Señor les dijo: -No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”¿Cómo ilumina nuestra reflexión este texto? Intentaremos destacar algunos puntos que queremos describir:

1- Los pastores, en la época de Jesús, eran parte de la gran masa de excluidos sociales, despreciados no sólo en el ámbito social sino en su mismísima humanidad. Eran vistos como esa parte escindida del pueblo elegido, pues eran pobres, y si eran pobres era porque ellos o alguien de su familia había pecado y Dios los había castigado con la pobreza. En un mundo donde la riqueza era vista como bendición, la pobreza significaba que Dios se había olvidado de ellos, abandonándolos a su propia suerte. Así ellos dedicaban sus vidas al cuidado de las ovejas y guardaban, como todo judío religioso, la esperanza de la llegada del liberador que les traería la vida en abundancia y la liberación de su condición de esclavos y excluidos.

2- El anuncio del Ángel. Más allá de la figura del Ángel nos queremos detener en el contenido de su mensaje: la llegada del tan esperado Mesías del Pueblo elegido, no es con bombos y trompetas, rodeado de un gran ejército poderoso y majestuoso. El Mesías Salvador llega en forma de un niño recién nacido; Dios ha elegido para revelarse la manera más débil de la condición humana: un bebé. Alguien totalmente dependiente de las decisiones de una madre joven y de un padre postizo que aún no saben bien qué hacer con lo que reciben. Es imagen de la completa debilidad: necesita ser alimentado con leche materna, necesita abrigo, necesita cuidados, necesita ser protegido de todos los peligros de la árida vida propia de los pobres.

3- El pesebre. Dios no eligió nacer en el gran Palacio de Herodes, rodeado de todos los lujos propios de la aristocracia judía, donde no falta la comida, ni el vino, ni el mejor coro de aduladores del poder. Tampoco ha decidido nacer en el Gran Templo de Jerusalén donde los sacerdotes decían adorar a al Dios Todopoderoso, creador de todo lo existente, que guió con mano firme al pueblo de la mano de los padres y de los profetas, llegando hasta el Rey Herodes. Dios no ha elegido ni la riqueza ni el poder de los hombres, sino todo lo contrario: ha elegido ser un pobre completo, sin poder alguno y sin riqueza alguna. Ha elegido la debilidad y dependencia. El pesebre quizá sea el peor de los lugares pensables para a llegada del Mesías, del Hijo de Dios, pero así ha sido, ¿porqué? Porque Dios lo ha querido y si lo quiso es porque era bueno.
Estos elementos analizados nos ayudan a destacar un determinado accionar de Dios en la historia humana, que es nuestra historia y que es la historia de Dios con el hombre, y que es allí donde confirmamos nuestra fe en un Dios que se hizo hombre no sólo para que el hombre lo comprenda, sino que -y sobre todo- lo hace para experimentar en su propia carne las necesidades humanas. Creemos firmemente (y así lo confirman los últimos estudios sobre el Jesús histórico de Pagola, Küng, Nolan, Sobrino y tantos otros) en la veracidad del acontecimiento y por ello en ello sostenemos nuestra reflexión.

La Navidad de los pobres: una oportunidad única

Dios regala su mensaje a los olvidados de la sociedad, a los expulsados de los caminos por donde va el común de la masa social. Los pobres hoy son aquellos que, aunque intenten imitar lo que viven y tienen los ricos, no lo pueden hacer, ya que son sometidos a un desprecio social debido a su condición de ser simplemente pobres. Pero son ellos a los que justamente Dios elige para anunciar la llegada del Mesías. También hoy siguen siendo los predilectos de Dios y los que más se asemejan a su Hijo Jesús. Éstos pobres son lo que el Ángel, al dirigirse a ellos, comienza diciéndoles: “No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo…” El ser visitados por un mensajero de Dios los asusta. Desde el primer momento se muestra que los pastores no se sienten merecedores de ser los primeros en recibir la Buena Noticia. Hoy en día son muchos los pobres que no se creen con derechos a ser felices por lo que la misma sociedad les hace sentir. Muchos de ellos se sienten abandonados por Dios. Pero esto no es así, pues el Dios de Jesús es justamente el Dios de los pobres, de los que no se sienten dichosos de ser los primeros en el Reino.
Muchos pobres se avergüenzan por vivir en las condiciones que viven: en casas hechas con restos de materiales, chapas viejas y usadas, ventanas con nylon transparente como vidrio, puertas herrumbradas, pedazos de muebles viejos sacados de algún basurero o construidos con maderas encontradas en la calle, colchones viejos con olor a humedad, frazadas viejas y sucias… Muchas personas se sienten que no pueden recorrer un shopping con la ropa y costumbres que cargan consigo, pues la sociedad los ha estigmatizado y les hace saber de su rechazo. Es en condiciones similares en las cuales el hijo de Dios nace: un pesebre oloroso y sucio, utilizado como dormitorio y de baño por animales. Es allí donde el Mesías encontró acogida y decidió bajar al mundo terrenal del amor humano. Es allí, y bajo similares condiciones de pobreza, que el Salvador es recibido.
¿No son, entonces, los pobres los que Dios quiere privilegiar con su llegada? ¿Acaso no es entre ellos que el Reino de Dios comienza a tomar forma? Desde aquel día y hasta hoy es entre los pobres donde Dios sigue armando su carpa y en donde nos espera que lo visitemos y lo elijamos para quedarnos a vivir con él. No es en la Meca, ni lo que queda del antiguo Templo Judío ni los palacios del Vaticano, ni las más hermosas estructuras que abrigan la Hostia Consagrada en sus sagrarios, sino que es la vida misma del pobre la que nos muestra el verdadero lugar de Dios, donde habita siempre. Si Dios elige llegar como débil y pobre entre los pobres ¿cómo no ver en la pobreza la posibilidad de descubrir, o al menos convivir, con el Misterio del Dios encarnado? Nuestros trabajos y esfuerzos deben posarse en la pobreza porque es fruto del egoísmo humano que no sabe compartir los bienes que son de todos y que algunos se lo apropian para beneficio de pocos.
Por eso son los pobres los privilegiados. Aunque deben ser conscientes de su ser víctimas de un sistema, también pueden sacar fuerzas del Dios de los pobres, el Dios de Jesús, que decidió venir al mundo en situaciones como las de ellos. El pobre puede encontrar en el pesebre de Belén la inspiración necesaria para recobrar su dignidad de Hijo de Dios, de ser elegido directamente por el Altísimo, que lo ama más que nadie, para saberse DIGNO de Dios, merecedor de una vida feliz y próspera, de saberse valorado, no por lo que tenga, sino simplemente por ser humano. Sin duda que también nosotros, todos los cristianos, tenemos la misión de ayudarlo a ser consciente de esto por todos los medios posibles, pero sobre todo con nuestro compromiso social, político y religioso, de luchar por un mundo más justo y equitativo, donde todos podamos vivir bien. Dios viene en la pobreza para que percibamos donde está la gravedad de los grandes problemas y errores humanos.
“No caben más discusiones: Jesús estuvo de parte de los pobres, los que lloran, los que pasan hambre, los que no tienen éxito, los impotentes, los insignificantes” (Küng), y esta decisión madura de Jesús le viene por una decisión anterior: la decisión de Dios de nacer pobre entre pobres. Por eso los pobres tienen la gran oportunidad de experimentar el verdadero Misterio de la Navidad, ya que llevan marcadas en su alma las cicatrices de los latigazos sociales que reciben a lo largo de todo el año. Mientras algunos intentamos adornar el árbol con un pesebre acorde al nacimiento de Jesús, los pobres parten de su vida diaria para vivir el pesebre. Pero también tienen esa gran posibilidad de mostrar al mundo la horrible situación en la cual todos nosotros los hemos puesto y que esto exige un cambio radical, una revolución urgente.
Deseo ardientemente que la Navidad de los pobres, que no es solamente el día 25 de diciembre sino que cada día de su vida, nos ayude a ver en ellos el verdadero rostro de Dios encarnado, hecho hombre y despreciado hace más de dos mil años y hasta hoy. Somos nosotros los que seguimos ignorándolo mientras comemos tranquilos en nuestra mesa mientras Jesús nace y muere en cada hermano que sufre la pobreza. Que estos pobres de hoy y con los que nos toca convivir, nos ayuden a animarnos a vivir el pesebre de forma real y no solamente representado en una linda imagen de plástico o porcelana, por más piadosa que sea. La Navidad de Jesús nos espera entre los pobres… ¿seremos capaces de vivirla de verdad?

Link: eclesalia.wordpress.com


miércoles, 10 de diciembre de 2014

LAS MONJAS DEL RETO CUENTAN CÓMO EMPEZÓ TODO. 10 - Diciembre - 2014

"Ventana abierta"


LAS MONJAS DEL RETO CUENTAN CÓMO EMPEZÓ TODO

SOR LETICIA, MAESTRA DE NOVICIAS DE LAS DOMINICAS DE LERMA: «CRISTO TAMBIÉN UTILIZA WHATSAPP»

«Hola, buenos días, hoy Aroa nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.» Con esta frase, las Dominicas del Monasterio de San Blas irrumpen cada mañana, desde su clausura de Lerma, en la vida de miles de personas.
Lo hacen desde hace más de dos años, a través de WhatsApp y, desde hace unos días, también desde el blog de "El Reto" en Religión en Libertad. Al amanecer, antes de las ocho de la mañana, ya ha salido disparado el texto desde el smartphone de la clausura: "De hecho, lo enviamos a las 07:50 cada día, porque a las ocho ya es tarde para mucha gente que entra a trabajar a esa hora".
Lo explica a Religión en Libertad sor Leticia, Maestra de Novicias y la primera persona que se ha visto sorprendida por una difusión misteriosa que ha llevado al Reto a lugares tan distantes como Pamplona, Madrid, Vitoria, Sevilla, Barcelona o Valencia, o más allá: Grecia, México, Rusia, Argentina, Miami, Alemania… "Mucha gente nos conoce ya por 'las del reto', y ni siquiera nos ponen cara".
Sor Carmen, Aroa, Israel, Sión, Joane, Inés o Lety. Con ellas en el locutorio, lo que vemos es a tres novicias, acompañadas de su Maestra, y tres profesas solemnes, que se ocupan de darle el desayuno espiritual a toda la gente que se ha enganchado al Reto. Pero, ¿qué es El Reto en realidad?
"El Reto del Amor es un desafío a amar en el día, en tus circunstancias —explica sor Leticia—. Da igual que seas monja de clausura, o padre de familia, o estudiante… Todos estamos llamados a lo mismo, que es al amor, pero esto sólo un hombre puede enseñarnos a vivirlo: Cristo. Para vivir desde el amor, primero lo tienes que recibir de Cristo, luego lo podrás dar."
Sor Leticia, ¿eres tú la creadora del reto?
—¡Para nada, qué va! A ninguna de nosotras se nos habría ocurrido hacer algo así. Éstas son cosas del Señor, nosotras sólo le secundamos.
¿No os sentásteis a pensar, no hubo un proyecto, una programación, lluvia de ideas o algo así?
—¡No, no! Como te comentaba antes, la iniciativa fue toda de Cristo. De hecho, si nos paramos a pensarlo, nos desborda. De verdad, ¡las primeras sorprendidas por el Reto hemos sido nosotras!
Déjame que te diga que me parece un poco difícil entender eso, pero también siento muchísima curiosidad… ¿cómo nació El Reto?
—Por una persona que buscaba al Señor.
¿Una de vosotras?
—Bueno, ¡todas nosotras le buscamos! Pero no, el reto no nació por ninguna de las que hoy lo escribimos. Fue algo mucho más original, al estilo del Señor. Como solemos decir, Cristo no hace discursos, sino historia… y es ahí donde podemos descubrirle. Así pasó con el Reto: su propia biografía te explica muy bien qué es.
¿Cómo fue entonces?
—El primer Reto se escribió en mayo del 2012, pero todo comenzó unos meses antes. El 21 de abril celebrábamos los 400 años de nuestra llegada a Lerma. Todas sentíamos que se estaba derramando mucha gracia, y oramos por todo el mundo.
»Ese día, una chica llamada Isa, a la que no conocíamos y que se había convertido hacía un año y medio, se encontraba en su casa con un fuerte bajón de conversión. Sentía que no podía más, estaba a punto de abandonar. Justo cuando nosotras estábamos en esta Eucaristía de acción de gracias, ella cayó de rodillas en su habitación y oró pidiendo ayuda al Señor. En ese momento, levantó la vista y vio en su estantería el libro '¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?' Alguien se lo había regalado. Es un libro que recoge testimonios de diez monjas de diferentes Órdenes. En él leyó mi testimonio y sintió que Cristo la levantaba. Inmediatamente se fue a buscar una Eucaristía. Eso fue un sábado. El domingo me llamó al monasterio, sin conocerme de nada, y empezamos a hablar.
Me imagino que esa conversación daría para mucho…
—Sí, fue una conversación muy profunda. Ella me siguió llamando a partir de ahí. Yo le dije que, con la oración y el amor, uno es feliz. No se necesita más en la vida. Entonces ella me pidió: “Enséñame a amar”. Pero, ¿cómo se enseña a alguien a amar? ¡Y además a distancia! Porque yo también he tenido que aprender: en la oración es donde Cristo me enseña a amar. Por eso comencé a compartirle el final de mi oración de la mañana. Fue una forma de dejar que mi Maestro fuera también el suyo.
»Empecé a enviárselo por SMS, porque entonces no tenía WhatsApp. Al cabo de quince días me dijo que ella no se lo podía quedar, que sentía la necesidad de compartir con más gente y reenviarlo. Yo le dije: “De acuerdo, pero cada mañana te seguiré escribiendo a ti”.
¿No te importó que se hiciese público algo tan íntimo?
—No, no me importó porque creo que a un consagrado se le tiene que poder ver desde todos los prismas, tiene que ser transparente.
¿Cambió tu forma de escribir?
—Nosotros somos una Orden que se caracteriza por ayudar a cada persona en concreto. Queremos llevar a cada persona al Señor. Yo seguí escribiéndole sólo a ella durante ocho meses. Lo que ocurre es que, lo que vale para el corazón de uno, también vale para otros. Por eso ella lo reenviaba.
¿Qué es ahora de esa chica?
—Actualmente es una gran amiga de la Comunidad, vive muy estrechamente junto a nosotras. Ahora da testimonio de su encuentro con Cristo, del amor del Padre, de cómo le cambió la vida al empezar a amar.
¿A cuántas personas llega ya El Reto?
—¡Uy! ¡Es imposible de saber! De hecho, nunca hemos entrado en cálculos. Sólo te puedo decir que nosotras desde aquí se lo enviamos directamente a unos setecientos contactos, pero, a partir de ahí, le perdemos la pista. Aunque de vez en cuando nos llegan testimonios que nos hacen caer en la cuenta de hasta dónde puede llegar el Señor.
Esto es exponencial, porque gran parte de esos setecientos se lo reenvía a otros tantos contactos.
—Sí, es verdad. Vemos que la gente tiene mucha sed de descubrir el rostro de Cristo, de sentirle como una persona cercana y viva que permanece junto a ti. Además con el móvil es muy fácil, porque el Señor se cuela en el bolsillo de la gente.
¿Quiénes os piden el Reto? ¿A qué tipo de personas le llega?
—Hay de todo. Grupos, parroquias, familias, amigos, jóvenes, monasterios… Uno de los casos que más me llama la atención es que les llega a un grupo de presos de la cárcel de Pamplona. Desde que nos enteramos, nos sentimos muy unidas a ellos.
De clausura a clausura.
—De corazón a corazón. Para Cristo no hay rejas.
¿Cómo os colásteis en la cárcel?
—Un amigo se lo reenvía a una persona que hace allí una labor pastoral. Un día esta persona les leyó el Reto a un grupo del módulo de hombres y muchos se emocionaron. La noticia nos llegó en un momento en el que necesitábamos un empujoncillo del Señor.

¿Monjas con bajón?
—Sí, somos monjas, pero humanas. También hay momentos complicados en los que sentimos el desánimo o el vértigo, como cualquier cristiano. Al recibir este testimonio tan impactante, experimentamos muy fuerte que Cristo nos animaba a seguir adelante.
Me imagino que será muy difícil escribir cada día algo nuevo… ¿No os resulta pesada esta constancia diaria?
—Cuando las novicias me dan un Reto escrito por ellas, siempre me dicen: “Éste es el último… ¡ya no me sale más!” Sin embargo, Cristo es novedad continua, nunca se acaba. ¡Con Él, la aventura siempre no ha hecho más que empezar!
¿Quién escribe El Reto?
—Cada día una, pero sin orden establecido. Unos días, una; otros días, otra. Realmente nos pasan muchas más cosas de las que contamos, pero es difícil poner palabras a las vivencias, a lo que ocurre en tu interior. Deja que te ponga un ejemplo: cuando vuelves después de un viaje, ¿qué les cuentas a tus amigos?
Pues les enseño fotos de los lugares que he visitado, les cuento las cosas que he hecho, con quién he estado…
—Genial, pero todo eso son cosas del exterior. ¿Les hablas de cómo te has sentido, de qué has experimentado, de qué ha producido ese viaje en tu interior?
Depende del viaje. Tal vez después de una peregrinación… pero no por norma general.
—¡Exacto! Ahí está la cuestión: no nos han enseñado a compartir desde dentro, por lo que nos resulta difícil muchas veces compartir las maravillas que hace el Señor, pues nos cuesta expresarlo con palabras. ¡Ésta es la esencia del Reto! Compartir desde el interior.
»Y, como es una vivencia, es personal. Por eso siempre nos presentamos, porque El Reto no lo escribe ni lo envía un ente sin cara, sin personalidad. Tampoco lo envían las dominicas, así, en genérico. No. El reto lo escribe Joane, o Israel, o Aroa, o Sor Carmen… Porque el Reto es de corazón a corazón. De lo que Cristo le ha hablado al corazón a una de nosotras y que nosotras, a su vez, lo compartimos con alguien, en quien pensamos al escribirlo. Cada reto tiene una cara. ¡Incluso en eso nos ha hablado el Señor!
¿Es entonces un mensaje personal?
—Nuestra Orden es de ayudar de forma personalizada. Así es como se escribe también el Reto, pensando en alguien en particular. ¡Cuántas veces nos han dicho: “Dios nos ama a todos”! Y es verdad, pero lo que te cambia la vida es experimentar que Cristo te ama a ti. ¡A ti! Se fija en ti, te mira a ti, se te entrega a ti y te ama ti.
Por curiosidad, ¿monjas con iPhone?
—Sí, nos lo han regalado. A mí me da lo mismo uno que otro, pero, si el Señor nos ha provisto de este cacharro, pues con éste lo enviamos.
Sinceramente, no había oído que se hiciera nada parecido en ningún otro convento.
—Benedicto XVI animó a los monasterios a ser oasis del espíritu. Todos estamos llamados a trasmitir nuestra vivencia de Cristo, y cada uno, a su manera, lo hace; tal como Él se lo ponga en el corazón: libros, páginas web… Nosotras lo hacemos así, pero la exclusiva es siempre del Señor.
¿Qué opina la priora del monasterio?
—Digamos que está encantada… ¡es una de las reteras!
¿La priora escribe retos?
—Sí. La priora actual del monasterio es sor Carmen. Ella ya escribía antes de ser elegida para este cargo, y ahora sigue haciéndolo.
Que lo escriba la priora o la maestra de novicias, lo entiendo. ¿No es un poco arriesgado el que lo escriban también las novicias?
—Cuando lo escribe alguna de ellas yo siempre lo repaso, pero sólo por su contenido teológico. El Reto no es Teología, aunque la contiene. El Reto es testimonio y, por tanto, no oculta la pobreza de cada una. No está escrito por monjas perfectas, sino por monjas enamoradas. En El Reto nos reímos de todas las veces que la liamos… ¡y no son pocas!
Ese tipo de testimonios puede no hacer gracia a según qué gente. Se piensa que las monjas de clausura tenéis que ser ejemplares.
—¿Ejemplares? ¿En qué sentido?
Modélicas… tal vez perfectas…
—Cuando yo entré en el monasterio, intenté esforzarme por llegar a serlo, y me convertí en una persona seria, indiferente… Pero el corazón descansa en el amor, en sentirse totalmente dependiente de Cristo, que te ama en tu pobreza. Mi salvación no depende de mis obras, no depende de mí. Mi salvación está realizada en Cristo. Él es mi justicia.
¿Eso no es un poco relativista? Me refiero a que parece una postura cómoda ante el pecado y la moral.
—¿Relativista? Hemos sido salvados a un precio altísimo por Cristo. Es un don de Dios, pero a nosotros se nos pide que creamos en ello, que nos dejemos salvar. No es que no vayas a hacer nada… pero todo cambia de perspectiva. Ya no haces obras para salvarte, sino que se transforman en obras de salvación. Porque sientes su amor incondicional, tú puedes amar. Así el corazón descansa.
Te aseguro que no es como yo lo entendí de pequeño… Esto, explicado así, cambia mucho las cosas.
—¡Lo cambia todo! ¿Sabes dónde está la diferencia? ¡En la sonrisa! ¡Cristo quiere que seas feliz!
¿Cómo es el proceso de cada reto? ¿Cómo nacen cada mañana?
—A lo largo del día nos pasan mil peripecias en las que vemos al Señor, y siempre hay alguna que grita: “¡¡¡Esto es de reto!!!”. Así que no es raro que por la noche, después de la oración de la tarde, haya algo escrito. Y, si no lo hay, al día siguiente lo escribo yo en la oración de la mañana y lo envío.
¿Cómo lo escribís? ¿Usáis un cuaderno y luego lo transcribís?
—Bueno, alguna vez. Pero Cristo se adapta a cada uno. Hay quien prefiere papel y boli, y hay quien, como las del Noviciado, lo escriben directamente en la tablet.

¿También tenéis tablets?
—¡Sí, una cada una! Nosotras vivimos de la Providencia y nos los regalaron. Ahora lo usamos para todo: para rezar, para nuestra lectura espiritual, para estudiar… para todo. Si nos hubiesen regalado estos cacharros hace un tiempo, yo me hubiese extrañado, pero para El Reto son la herramienta perfecta. ¡La Providencia no se equivoca!
Si no recibo el Reto, ¿qué tengo que hacer para conseguirlo?
—¡Esa es una de las últimas aventuras en las que nos ha metido el Señor! Desde hace unos días, Cristo nos ha regalado comenzar un blog en Religión en Libertad, donde lo subimos cada mañana. ¡Eso sí que no lo habríamos imaginado nunca! Para muchos, es la forma más sencilla y rápida. Pero, si alguien quiere recibirlo en su móvil, puede escribirnos a nuestro correo: vivedecristo@gmail.com 
Para terminar, ¿cuál sería la finalidad del Reto, por definición?
—Llevar a la gente a Cristo. El Señor quiere que leas sobre Él, que hables de Él, pero, sobre todo Cristo quiere que hables con Él. Quiere entrar en tu vida como entra tu gente más querida. Quiere regalarte unos ojos nuevos para que puedas descubrirle en los pequeños detalles de tu vida cotidiana.
»Nuestro objetivo es que quien lo lea pueda comenzar el día mirando a Cristo, para vivir la jornada con Él desde el amor. Queremos enseñar a todo el que quiera a orar y a amar; es decir, recibir todo de Cristo para después darlo.
»Es parte de nuestra espiritualidad dominicana: “contemplar y dar lo contemplado”, reza nuestro lema. Cristo nos hace felices… ¡y queremos compartirlo con nuestros hermanos! Todos podemos vivir así porque Cristo no es sólo para los sacerdotes y las monjas; Cristo es para los cristianos. ¿Y tú? ¿Quieres ser feliz? ¡Vive de Cristo!
Fecha: 10 diciembre 2014
Autor: Jesús García
Fuente: Religión en Libertad (www.religionenlibertad.com)