"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL. SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL
Hoy celebramos la Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y
Rafael. La existencia de esos “seres espirituales, no corporales, que la
Sagrada Escritura llama ángeles, es una vedad de fe” (Catecismo de la Iglesia
Católica 328). Continúa diciendo el CIC que estos seres “en tanto que criaturas
puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas
personales e inmortales (Cfr.
Lc 20,36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles” (330). De ahí
que en la Carta a los Hebreos, se nos diga: “¿Qué es el hombre para que te
acuerdes de él, el Hijo del hombre para que lo tomes en cuenta? Por un momento
lo hiciste más bajo que los ángeles;… (Hb 2,6-7)”.
Vemos a los ángeles
interviniendo como mensajeros de Dios a lo largo de toda la historia de la
salvación. La Biblia y la Tradición nos enumeran a los ángeles en tres
jerarquías divididas en tres coros cada una, para un total de nueve coros u
órdenes angélicos. En la tercera jerarquía se cuentan los “Principados”, los
“Arcángeles” y los “Ángeles”.
San Agustín dice al respecto
que “[e]l nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por
su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te
diré que es un ángel” (Cfr.
CIC 329). Así cada uno de los ángeles tiene un oficio, como aquellos encargados
de custodiarnos (los llamados ángeles custodios o ángeles de la guarda, cuya
memoria celebramos el 2 de octubre). De hecho, el significado de sus nombres
apunta hacia su oficio. Miguel significa “¿quién como Dios?”, Gabriel significa
“fuerza de Dios”, y Rafael significa “Dios ha curado” o “medicina de Dios”.
A los Santos Arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael los encontramos interviniendo directamente en la vida
de los hombres (Cfr.
Ex 23,20) para llevar a cabo una misión encomendada por el mismo Dios. Sus
nombres se mencionan en la Sagrada Escritura. Así por ejemplo, encontramos a
San Miguel en el libro de Daniel (10,13; 12,1; Ap 12,7-9); a San Gabriel en Dn
9,21; Lc 1,26 (la Anunciación); y a Rafael en Tb 12,15. Por eso celebramos esta
fiesta litúrgica.
La liturgia de hoy nos
presenta dos textos alternativos como primera lectura (Dn 7,9-10, o Ap
12,7-12a). El primero nos presenta una visión del profeta sobre la corte
celestial con miles de ángeles sirviéndole. El segundo es el conocido texto de
la batalla final entre Miguel, al mando de las legiones angélicas, contra el
“dragón” que intentaba comerse el hijo de la “mujer”, y cómo éste queda
derrotado y es arrojado para siempre del cielo.
Sin pretender entrar en una exégesis
de este pasaje tan provocador, baste señalar que podemos ver cómo Dios se vale
de sus seres angélicos para proteger a los que le creen. Por tanto, siendo
seres que están cerca de Dios, no debemos vacilar en pedir su intercesión.
La lectura evangélica (Jn 1,47-51), por su parte, nos narra la vocación de Bartolomé, a quien Juan llama Natanael, que la liturgia coloca dentro de esta fiesta por la sentencia pronunciada por Jesús al final del pasaje, que confirma la existencia de los ángeles: “En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
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