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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

viernes, 18 de septiembre de 2020

REFLEXIÓN PARA EL VIERNES DE LA VIGÉSIMA CUARTA SEMANA DEL T.O. (2) 18 - SEPTIEMBRE - 2020

 "Ventana abierta"

De la mano de María

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL VIERNES DE LA VIGÉSIMA CUARTA SEMANA DEL T.O. (2) 

“Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades”.

La lectura evangélica de hoy (Lc 8,1-3) nos muestra cómo Jesús “iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del Reino de Dios”. Esa era su única preocupación, y toda su vida giró en torno a esa misión: “Tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado”. (Lc 4,43).

Habiendo sido la misión de Jesús el anuncio del Reino, no puede ser otra la misión de la Iglesia. Habiendo sido Jesús crucificado y resucitado, “apareció constituido Señor, Cristo y Sacerdote para siempre (Cfr. Hc 2,36; Hb 5,6; 7,17-21) y derramó en  sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre (Cfr. Hc 2,33). Por eso, la Iglesia… recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios”, de establecerlo en medio de todas las gentes.

Es decir, con la venida del Espíritu Santo comienza la misión evangelizadora de la Iglesia. Este mandato del Señor se recoge en sus propias palabras cuando dice a sus discípulos después de su resurrección: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16,15).

La lectura nos dice que a Jesús y a los Doce les acompañaban un grupo de “mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena (a quien la Orden de Predicadores venera como su protectora), de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas”.

De todos los evangelistas, Lucas es quien más acentúa el papel de la mujer, empezando por el relato de la Anunciación (1,26-38) en el cual María asume un rol protagónico, muy distinto al personaje “secundario” con que nos la presenta Mateo, fiel a su cultura y tradición judías.

Por otro lado, nos narra cómo María, la hermana de Marta y Lázaro se sentaba a los pies de Jesús a escuchar la Palabra; la actitud del verdadero discípulo (Lc 10,38-39). Finalmente, Lucas nos dice que las primeras en dar testimonio de la Resurrección fueron mujeres: “María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas” (Lc 24,10).

Podemos apreciar cómo, contrario a los demás “rabinos” de la época, quienes no admitían mujeres como discípulas, Jesús las acoge y camina junto a ellas. Debemos recordar que en la cultura judía a la mujer no se le reconocía valor alguno, que estaba totalmente sometida su marido y dependía de este, o en el caso de una viuda, de su hijo varón, para poder hacer valer sus derechos.

El pasaje de hoy nos dice además que las mujeres que acompañaban a Jesús y a los Doce “le ayudaban con sus bienes”. Al igual que aquellas mujeres, todos los cristianos tenemos la obligación de contribuir, en la medida de nuestros medios, al sostenimiento de nuestra Iglesia, para que nuestros pastores puedan concentrarse en su misión de enseñar. Pero, ¡ojo!, que esa Palabra sea cónsona con el mensaje de Cristo.

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