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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

viernes, 22 de abril de 2011

Los Reyes mueren por los demás.

"Ventana abierta"


10 de abril de 2009


Los Reyes que mueren por los demás

Ser rey es cosa fácil.
Lo difícil es ejercer el Reinado de verdad. Y llegar al reinado de Jesús.
Reinar desde arriba manejando a los demás, lo hace cualquiera.
Pero reinar rebajándose y dando su vida por los demás, morir para que otros vivan, ya es otro cantar.
Subir a la Cruz para acabar con todas las cruces, ese es el verdadero reinado del amor. Y eso es lo que hizo Jesús. Cargar con su Cruz, para que todos los hombros quedasen sin cruz. La Cruz de Jesús amontonó todas las cruces que pesaban sobre los hombros de los hombres y mujeres del mundo.
No soy amigos de esos reyes que viven en Palacios y se llevan la gran vida a cuenta del resto de ciudadanos. Pero me encanta ese Rey que se llama Jesús que, no tiene palacio, ni tiene siquiera una casa propia, pero sí dispone de una Cruz para morir colgado y de esa manera hacer que todas las cruces de los hombres sean retiradas de circulación.
¿Por qué será que todos ansiamos subir, alcanzar altos puestos y mandar?
¿Será cierto eso de que los que quieren estar arriba es precisamente para servir a los de abajo?
Mi pregunta es: ¿Y cuántos de los que ahora están en la cima han hecho más libres a los de abajo?
¿Y cuántos que han luchado por subir hasta arriba y ahora desde las alturas han hecho más felices a los de abajo?
Nunca me han gustado esos que prometen mucho cuando están en el llano y cuando se sienten en la cumbre, ya se olvidan cómo nos llamamos.
Por eso, aunque no me gustan mucho los Reyes, me gusta la fiesta de Jesucristo Rey del Universo, porque al menos El abrazó su cruz y todas las cruces de tantos hombros heridos se han caído y el amor las ha amontonado. ¿Será para quemarlas o encender el fuego del amor con su leña?
Fíjate en esa montaña de cruces, que las hay de todos los estilos y tamaños, y trata de ver si encuentras la tuya. Porque es posible que, entre todas ellas, haya una que lleva tu nombre. Precisamente la tuya. La que a ti tanto te dolía y tanto te pesaba.
¿Hay algo más maravilloso que aliviar el dolor de los demás?
¿Hay algo más maravilloso que contemplar al hombre libre de todas esas cruces que lo crucifican cada día y le hacían gemir inútilmente?
¿Hay algo más bello y hermoso que ver al hombre enfermo que vuelve a sonreír?
¿Hay algo más bello que ver que alguien comparte nuestras propias cruces para que nosotros nos sintamos más libres y esperanzados?
¿Hay algo más bello y hermoso que ver a la gente feliz, aunque su felicidad tenga el precio de la vida de alguien que tuvo que morir en la cruz, insultado por todos?
Me gustan los reyes que son despreciados para que nosotros seamos reconocidos en nuestra dignidad humana.
Me gustan los reyes de los que todos se burlan, para que nosotros seamos reconocidos y aceptados por todos.
Me gustan los reyes a los que se les pide que bajen de su cruz, y prefieren descolgar a los demás aunque ellos sigan clavados de ella.
Me gustan los reyes a los que se les pide que se salven y prefieren salvar a los demás.
Me gustan los reyes que, incluso en el momento supremo de la muerte, abren a los demás a la esperanza y les prometen el Reino y el Paraíso, no para el mismo día siguiente o la semana que viene, sino para antes de que anochezca. “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”.
No me gustan los de arriba que lo prometen todo y luego no dan nada.
No me gustan los que nos utilizan para ellos crecer.
Prefiero a esos que nos hacen crecer a nosotros aunque ellos las tengan que pasar negras.
No me gustan los que viven felices en sus sillones o sus despachos y a los que hay que pedirles permiso para hablar con ellos.
Prefiero a esos que siempre están dispuestos a escuchar nuestros gritos de dolor y ahí mismo nos regalan la esperanza.
¿Alguien quiere ser rey así?
¿Alguien tiene vocación de subir por encima de los demás?
Dime qué has hecho por los demás hasta ahora. Porque quien espera estar arriba para servir nunca hará de su vida un servicio. Y servirá de todos.
P. Clemente Sobrado C. P.

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