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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

sábado, 9 de abril de 2011

La comunidad pascual.


midiman

El día había sido largo. Idas y venidas. Y total, sólo un sepulcro vacío, unas vendas y un sudario. Y unos ángeles, según confesión de las mujeres. Eso era todo.
De repente, Jesús se presenta en medio, sonriente, feliz , festivo.
Y los saluda a todos: “Paz a vosotros”.
Todos se quedaron perplejos. Casi mudos. Nadie se atrevía a decir nada.
Jesús se encargó de romper la tensión que reinaba.
Y les dijo claramente: “No tengáis miedo”.
“Aquí están mis llagas, aquí están mis manos y mis pies”.
Hoy va a ser un día grande para la comunidad.  Ahora comienza vuestro verdadero día de Pascua.
Hoy quiero que cada uno de vosotros comience a ser “el hombre nuevo de la Pascua”.
A cada uno le regalo mi mejor don pascual: el don del Espíritu Santo.
Mi Espíritu será desde hoy también vuestro Espíritu.
Vosotros tenéis que ser desde hoy, el nuevo modelo de hombre. Los hombres del Espíritu.
Vosotros tenéis que ser para el mundo, los nuevos hombres:
Del amor. De la alegría. De la paz. De la paciencia. De la afabilidad,
De la bondad. De la fidelidad. De la mansedumbre. De la templanza. (Gal 5,22-23)
Así os tiene que conocer el mundo. Y así tenéis que presentaros al mundo.
A partir hoy vuestros corazones tienen que estar libres.
Hoy os declaro a todos, “los hombres de mi Pascua”. Sólo con hombres así se podrá anunciar el Reino.
Pero tengo algo más para vosotros: “hoy quiero enviaros al mundo entero”.
“Lo mismo que el Padre me envió así también os envío yo”.
No sólo sois ya la “comunidad de los hombres nuevos de la Pascua”.
Desde hoy sois también la “comunidad de los enviados”.
Sois la comunidad enviada al mundo.
A vosotros os encomienda mi Padre, la misma misión que me encomendó a mí.
Sois mis continuadores. Sois los encargados de llevar a cabo lo que yo he comenzado en vosotros.
Soy consciente de que me habéis fallado en mis momentos decisivos.
Pero, no importa, el Espíritu que hoy os regalo es más fuerte que todas vuestras flaquezas. Desde hoy, también vosotros tendréis la fuerza del Espíritu.
Ya no hay excusas para fallarme.  Es la hora de los testigos.
Pero, aún os tengo otro regalo: “sois la comunidad del perdón”.
Vosotros veis cómo yo os perdono vuestro abandono durante la Pasión.
Tú, Pedro, ya has llorado bastante tu cobardía.
Ya no es el momento de llorar las equivocaciones de la vida.
Es la hora del perdón, porque es la hora del amor. Vuelve a sonreírle a la vida.
“A todos los que les perdonéis los pecados, mi Padre del cielo se los perdonará”.
Yo no os pido que echéis grandes discursos ni sobre mí ni sobre el Padre.
Yo sólo os pido:
Sed testigos del amor del Padre.
Sed testigos de mi amor.
Perdonad a los débiles.
Perdonad a los que han caído.
Perdonad a todos los que fallen.
Que vuestro amor sea más grande que sus flaquezas.
Que vuestro amor sea más grande que sus pecados.
Que vuestro amor sea más grande que sus negaciones.
Sed la comunidad del perdón. Sed el perdón en la comunidad.
Sed la comunidad de los perdonados.
Sed la comunidad que abre sus manos y sus brazos a los que han fallado.
Sed la comunidad que se reestructura cada día perdonándoos mutuamente.
Tú, Pedro, olvídate de las matemáticas a la hora del perdón.
No pongas número a las veces que tenéis que perdonar.
Perdonad a todos. Perdonad siempre. Perdonad sin medida. Perdonadlo todo.
Perdonad todo el día y todos los días, feriados y festivos.
Al amor no se le ponen condiciones. Al perdón tampoco.
El amor y el perdón son incondicionales.
Tenéis muchas maneras de expresaros el perdón los unos a los otros.
Pero, el verdadero testimonio del perdón es que “os perdonéis  los unos a los otros”.
Primero el perdón en la comunidad. Y el perdón de la comunidad.
Porque sólo quien ha sentido el perdón, sabrá perdonar de verdad.
Dicho esto, Jesús desapareció.
La comunidad se quedó llena de alegría. La comunidad se sintió renovada por dentro.
Con ganas de vivir la novedad del Espíritu. Con ganas de salir a los caminos a anunciar. Ah, y cuando regrese Tomás, contádselo todo.


P. Clemente Sobrado.

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