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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

sábado, 9 de abril de 2011

Informe Especial:

Catequesis sobre la Virgen María



Catequesis Básica sobre la Virgen María



Este es un resumen de los aspectos mas importantes sobre la veneración a la Virgen María en los católicos.
En pocas frases se puede tener un panorama amplio de las creencias católicas hacia Nuestra Señora.

QUIÉN ES LA VIRGEN MARIA

María, que en hebreo quiere decir “Señora” y según otros “Mar amargo”, es la mujer con la cual se abre la promesa en la antigua alianza (Gn. 3:15) y con la cual cierra Simeón la antigua profecía (Lc. 2, 25-35).
Es la Mujer que ha tenido el mayor contacto con la Santísima Trinidad en la historia. El Padre la escoge entre todas las mujeres para ser madre de su hijo unigénito, el Espíritu Santo engendro un hijo en sus entrañas y la segunda persona tomo carne y sangre en su vientre.
Si por Eva entró el pecado en el mundo, por la Virgen María entró la salvación.
Tiene la misión de combatir contra el “dragón” y la “bestia” del mal en los tiempos finales según el Apocalipsis.

CUÁLES SON LOS DOGMAS MARIANOS

Los dogmas marianos proclamados por la Iglesia Católica Apostólica Romana son cuatro:
A) En el año 431, el Concilio de Efeso declaró a María Madre de Dios, Theotokos.
B) En el año 649 (dos siglos después) el Papa Martin I declaró su Virginidad Perpetua (antes, durante y después del parto).
C) Más de mil años después se proclamó el próximo dogma: la Inmaculada Concepción (1854), por el Papa Pío IX. Este dogma enseña que María fue siempre libre de pecado. No tuvo pecado original.
D) Un siglo después, el Papa Pio XII proclamó la Asunción de María (1950): Al final de su vida terrenal, la Madre de Jesús fue llevada a la gloria del cielo en cuerpo y alma.

A) MADRE DE JESÚS Y POR TANTO MADRE DE DIOS

María es Madre de Jesús quien es Dios y Hombre. Si negáramos su maternidad divina entonces también negaríamos que Jesucristo, su hijo, sea Dios.
Esta expresión, Madre de Dios, no dice que sea María quien por su engendramiento ha dado a Jesús su divinidad, sino que dice que María ha engendrado según la carne a aquel que es eternamente engendrado por Dios.

B) VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA
La Iglesia afirma la doctrina de la virginidad perpetua de María Santísima. Esto significa que ella fue siempre virgen: antes, durante y después de dar a luz a Jesucristo.
La virginidad de María antes del parto está firmemente atestiguada por los evangelios de san Mateo y de san Lucas. Este último en su relato de la Anunciación insiste en que “el ángel Gabriel fue enviado por Dios… a una virgen… y el nombre de la virgen era María” (Lc 1,26-27). Mateo dice que en la concepción de Jesús se cumplió la profecía de Is 7,14 sobre la concepción virginal del Mesías (Mt 1,22-23) y que José no conoció a María “hasta que dio a luz un hijo” (Mt 1,25) con lo cual queda excluida cualquier relación carnal antes del nacimiento de Jesús.

C) MARÍA CONCEBIDA SIN PECADO

¿Cómo mantener la realidad pecadora de una madre, marcada como todo ser humano por el pecado original, y la realidad no pecadora de un niño como Jesús?.
El 8 de diciembre de 1854 el Papa Pío IX definió la fe de la Iglesia católica sobre la Inmaculada Concepción: “Desde el primer instante de su concepción, por la gracia y el privilegio de Dios todopoderoso, y en consideración de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, la Virgen María fue preservada intacta de mancha de pecado original”.
Por consiguiente, no solamente María no ha cometido pecado, sino que no ha sido alcanzada por el pecado original.

D) LA ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS
¿Cómo se terminó la vida terrestre de María?. El 1º de noviembre de 1950 el Papa Pío XII definió solemnemente, después de consulta a todos los obispos, que «la Inmaculada Madre de Dios, María siempre virgen, después de haber acabado el curso de su vida terrestre, ha sido elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Nada se dice sobre si María murió o no antes de haber sido elevada al cielo. Lo que se afirma es que su cuerpo no ha conocido la corrupción, no se ha degradado, sino que ha sido elevado a la gloria celestial.
Nótese también la diferencia entre la Ascensión, en la que Jesucristo resucitado de entre los muertos sube al cielo (Él es el actor de la acción), y la Asunción, en la que María es elevada al cielo por Dios (ella es pasiva, es Dios quien actúa).

MARÍA REINA

El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo.
Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres, de los ángeles y para vencer a satanás.
María Santísima es Reina por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal.
Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona.
El papa Juan Pablo II, en la audiencia del 23-7-97 dijo que “María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (…) cooperó en la obra de la redención del género humano. (…). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo”.

MARÍA COOPERA EN NUESTRA SALVACIÓN

Esta cuestión divide a católicos y protestantes. Los católicos dicen que María, al convertirse en Madre de Dios, ha cooperado a la realización de nuestra salvación (por su escucha, su servicio de intercesión como en Caná, etc.).
Pero eso no significa sin embargo que María sea una segunda mediadora al lado de Cristo, como si añadiera alguna cosa a la obra de Él. María está en efecto, como nosotros, del lado de los salvados.

MARÍA CORREDENTORA

Actualmente hay un movimiento que propone al Papa la aprobación del 5º dogma de María Corredentora. El título Mariano “Corredentora”, se refiera a la participación única de María en la obra de nuestra redención llevada a cabo por Jesucristo. Es un paso más a su carácter de cooperadora en la salvación.
El término como ha sido usado por la Iglesia nunca pone a María en nivel de igualdad con Jesucristo, el divino redentor. Sin embargo, la libre y activa cooperación humana de la Madre de Jesús en la redención, particularmente en la Anunciación y en el Calvario, es correctamente reconocida por el magisterio y las enseñanzas papales del Concilio Vaticano Segundo –Ver “Lumen Gentium” Nos. 56, 57, 58 y 61– y se convierte en un ejemplo preeminente de cómo el Cristiano está llamado a hacerse un “co-trabajador con Dios”.

MARÍA MADRE DE LA FE, DE LA ESPERANZA Y DE LOS CREYENTES

María es mujer de fe, de esperanza y de caridad como ninguna otra criatura había sido antes ni jamás lo ha de ser.
En estos tiempos de general apostasía y de consecuente destrucción del hombre, la Madre de Dios nos asegura con su presencia el favor del cielo, la victoria de nu
estro Señor sobre el pecado, sobre la muerte y sobre satanás. Ella viene a traernos la luz de Cristo. Ella viene a llevarnos a Cristo, Ella viene a defender a la Iglesia y a su Pastor. Su presencia continua reaviva y fortalece nuestra esperanza e ilumina nuestra fe.

MADRE DE LA IGLESIA

Los primeros cristianos han concedido mucho valor a la presencia de María al pie de la cruz de su hijo, Jesús. Se acuerdan de estas palabras dichas a Juan: «He ahí a tu madre» (Jn. 19,27).
La expresión Madre de la Iglesia no ha visto la luz hasta el fin del concilio Vaticano II. El Papa Pablo VI proclamó entonces a María Madre de la Iglesia, es decir Madre de sus fieles y de sus pastores.

MARÍA MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS

Todas las Gracias vienen a través de Maria porque Jesucristo El Salvador del mundo viene a través de ella.
No hay mayor Gracia aparte de Jesús.
Todas las gracias vienen a nosotros a través de Maria porque su intercesión es un preámbulo a todas las gracias.

¿TUVO MARÍA MÁS HIJOS?

En el evangelio de San Marcos, se mencionan cuatro hermanos de Jesús, Santiago, José, Judas y Simón los cuales nunca son llamados hijos de María.
La palabra hebrea “Aha” se utiliza como hermano, tío, primo, pariente; por ejemplo en Génesis 13, 8 se menciona a Lot como hermano de Abraham, sin embargo son tío y sobrino (Gen 12, 5).
En el mismo evangelio de Marcos 15, 40 se nombran a José y Santiago hijos de María que en Juan 19, 25 se aclara que esta María era hermana (Aha) de la Madre de Jesús.
En Hechos 1, 13 se mencionan a Simón y Judas como seguidores del Maestro.

MARÍA ES CENTRO DE ATAQUE HOY EN DÍA

Desde el Génesis fue profetizada “enemistad entre la Mujer y el demonio” (Gn. 12, 13-18).
También está escrito que el demonio les hará la guerra a los hijos de la Mujer.
 Esta es la razón por la cual María es centro de división entre los cristianos y los hijos de las tinieblas.
La gran promesa en Gn. 3, 15 dice que quienes vencerán a la descendencia de la serpiente son los hijos o descendencia de la Mujer.
Nosotros somos la descendencia de la Mujer, esta Mujer es la Virgen María.
Los ataques a María provienen también desde dentro de la Iglesia Católica a través del “minimismo mariano”, que puede apreciarse cuando no se resalta a María como Reina ni los privilegios concedidos a la Santísima Virgen por haber sido creada para ser la Madre de Dios y asociada a Cristo para la obra de redención de la humanidad, y por el contrario, se la minimiza cuando se la relega solamente como madre fiel, acompañante de los discípulos, con gran capacidad orante, intercesora.

¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS LE ORAN A MARÍA?

Realmente, toda oración cristiana no se dirige más que a Dios: sea al Padre, o a Jesucristo o al Espíritu Santo, o incluso a la Trinidad en cuanto tal.
Si recurrimos a María y a los santos en nuestra oración, es para pedirles ayuda, su intercesión ante Dios, su oración.
Es lo que hacemos al pedir en el «Ave María» que «ruega por nosotros pecadores».
Nuestras oraciones dirigidas a María son en realidad oraciones dirigidas a Dios que es el único que puede escucharlas.
Siempre podemos alabar a María como lo han hecho antes de nosotros Lutero y otros reformadores.
María decía en su Magnificat:
“Todas las generaciones me felicitarán” (Lc. 1,48).
Nosotros la veneramos, alabando a Dios por ella y con ella. Como lo hizo el ángel en la Anunciación e Isabel en la Visitación.

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Nos consagramos al Inmaculado Corazón de María, porque Dios nos ha entregado a María como Madre y nos ha confiado a ella.
 Ella es pues responsable de velar por la salvación de todos sus hijos, de hacer que se acerquen a Jesús, que escuchen su Palabra, que vivan como hermanos.
Jesús quiere que tengamos un corazón limpio, sencillo, humilde, inmaculado como el de su madre. Consagrarse a María significa ponernos en sus manos, a su servicio y disposición.
Y Ella nos guiará hacia Jesús.
Consagrarnos a Ella significa dejarse llevar sin condiciones, sabiendo que Ella conoce mejor el camino y que podemos dormir tranquilos en sus brazos de madre.
Consagrarse a María significa vivir permanentemente en su Inmaculado Corazón, dentro del Corazón divino de Jesús.
Es dejar que Ella actúe por medio de nosotros.
Es como prestarle nuestra lengua para que hable por nosotros y nuestro corazón para que ame a los demás por nuestro medio.

LOS CATÓLICOS NO ADORAN A MARÍA

La Iglesia no se cansa de proclamar que nosotros honramos a María como lo hacia Jesús y la proclamamos bendita, cumpliendo la profecía bíblica (Lc 1, 48) pero la adoración es única y propia de Dios y María es criatura.
A María se la venera o se le concede hiperdulía.

¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS REZAN EL ROSARIO SI NO ESTÁ EN LA BIBLIA?

No hay oración más Bíblica que el rosario, todos los misterios están en la Biblia, el Padrenuestro, también está en la Biblia y la primera parte del Ave María también.
El Rosario es una oración más Bíblica que muchas que se hacen en algunas iglesias.
En cuanto a la repetición dice Mc 14, 39 que Jesús repetía muchas veces la misma oración, el rosario es una meditación en una oración.

MARÍA SE PRESENTA CON DIFERENTES ROSTROS Y VESTIDOS

Las advocaciones a María son múltiples pero siempre es la misma Virgen María la que se venera a través de Nuestra Señora del Carmen, la Virgen del Rosario o la Reina de la Paz de Medjugorje.
María presenta en cada advocación un perfil levemente distinto y a su vez cada advocación crece en un lugar geográfico e histórico que le da su originalidad.

MARÍA SE ESTÁ APARECIENDO

La Iglesia Católica y la Ortodoxa lo admiten desde el momento que han concluido que algunos fenómenos se deben a la presencia sobrenatural de la Virgen María a videntes.
La Iglesia Católica distingue entre apariciones públicas (en que estudia su veracidad) y privadas (en que el vidente así lo expresa), pero en ningún caso el fiel esta obligado a aceptarlas.
El estudio de una aparición puede llevar siglos hasta que la Iglesia aprueba o desaprueba; en mas del 90% de las apariciones estudiadas la Iglesia no se ha expedido y sólo una ínfima minoría son aprobadas o desaprobadas.
El Vaticano no aprueba las apariciones que están en curso y nunca aprueba los mensajes.
Los Obispos muchas veces permiten oficiar misa en los lugares de las apariciones, y muchas veces aunque hayan dicho públicamente que no hay evidencias que sea un fenómeno sobrenatural, con lo cual no niegan su autenticidad, sino expresan que no tiene pruebas irrefutables de ello.
Las contradicciones y los ataques son inherentes a las apariciones marianas, porque siempre que se está apareciendo María está actuando el demonio para destruir su obra.
El punto central para discernir si una aparición viene de María son los frutos que deja (conversión, obras, sanaciones), su guía hacia Jesús y una catequesis compatible con la de la Iglesia Católica.

ALGUNAS PERSONAS DICEN QUE LAS APARICIONES DE MARÍA SON COSAS DEL DEMONIO

Falso, María según Apocalipsis 12, tiene la misión de anunciar la segunda venida de Cristo, en las apariciones María no trae al mundo mensajes propios, trae un mensaje Evangélico de conversión, arrepentimiento y retorno a las Escrituras.
El demonio no puede predicar conversión a Jesús, y los frutos de Paz, conversión y alegría que se ven en las personas que asisten a estos eventos no pueden venir del maligno.
Dice la Escritura que atribuir al demonio las obras de Dios es pecado contra el Espíritu Santo y este no se perdona (Mt 12, 22-32).


¿Es un error venerar y rezar a la Virgen Maria?



Presentamos un material que responde a las objeciones que habitualmente realizan los fieles a grupos protestantes sobre la veneración a la Virgen María.
Responde la razón por la cual su veneración tiene bases bíblicas y por qué debemos recurrir a María.
Las objeciones contra la Santísima Virgen María provienen de algunas recientes tendencias fundamentalistas cristianas, principalmente los Evangélicos, los cuales -bajo el pretexto de honrar a Jesús- tratan de minimizar el culto a la Virgen, como si la gloria de la Madre fuera en detrimento de la gloria del Hijo.

…VER VIDEOS…

POSTURA PROTESTANTE:

 Ellos dicen que la Iglesia Católica comete grave error al exaltar a María a una posición irreal sin base bíblica.
Este culto es un pecado de idolatría como señala el apóstol Pablo:
 “honraron y dieron culto a las criaturas antes que al Creador” (Romanos 1,25).
Es erróneo atribuir a María cosas que no poseyó como ser Inmaculada o afirmar de ella cosas que nunca ocurrieron como su Asunción.
Ella, de poder saberlo, protestaría por todo esto y por los títulos que se le aplican.
Se la ha desfigurado y deshumanizado al dársele un culto que raya en idolatría y superstición, lo cual es una grave ofensa a Dios.

DOCTRINA CATÓLICA:

“La Virgen es honrada por la Iglesia con un culto especial, con el título de ‘Madre de Dios’, bajo cuya protección se acogen los fieles que se sienten en peligro y necesidad.
Este culto es diferente del culto de adoración que se da a Jesucristo, Dios Padre y el Espíritu Santo”. (Catecismo de la Igl. Católica # 971)
“La devoción de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano” (Marialis Cultus # 56).

RESPUESTA BÍBLICA CATÓLICA:

Es necesario volver a repetir que nosotros los católicos no honramos a la Virgen porque nos da la gana, o porque se haya introducido en la Iglesia un “culto babilónico a una diosa madre” como lo asegura malévolamente un folletito de la editorial evangélica Chick publications; o por ignorancia bíblica como lo aseguran todas las revistas y libros protestantes.
 NOSOTROS HONRAMOS A LA VIRGEN MARIA SENCILLAMENTE PORQUE ES LA MADRE DE JESUCRISTO.
 Imitamos a aquella anónima mujer que exclamó:
 “Dichosa la mujer que te dio a luz y te crió” (Lc 11,27).
La base del culto católico a María está en la Biblia, en la historia y es fruto del sentido común del pueblo creyente.

El error protestante es creer que María fue elegida para Madre del Salvador por ser buena y santa, y que se valió de ella temporalmente para dar a luz a Jesús, y después ella siguió adelante como cualquier mujer con sus planes de tener mas hijos con su esposo José, y al final murió como todos los pecadores sin nada extraordinario que admirar.
Por eso ellos dicen que aprecian sus virtudes pero no caen en honrarla ni venerarla.

La verdad es que María fue elegida desde el principio de la historia para Madre del Salvador, y POR ESO Dios la creó, con las cualidades necesarias para tan alta misión.

FUNDAMENTO BÍBLICO EN 4 PUNTOS DE LA VENERACIÓN A MARÍA

1) María fue ELEGIDA por Dios-Padre para que sea la Madre de Dios-Hijo, y esta divina voluntad se ha realizado por obra de Dios-Espíritu Santo.


La elección de María fue antes que ella existiera: Dios la eligió INSTANTES DESPUÉS DEL PECADO ORIGINAL.
En ese momento Dios anunció que pondría enemistad entre UNA MUJER y Satanás y que LA DESCENDENCIA DE ESTA MUJER pisaría la cabeza del diablo (Génesis 3,15).
¿Quién pisó la cabeza de Satanás sino Jesucristo?
¿Y quién fue la Mujer de la cual nació nuestro gran Salvador?
¿No es María?
¡María está presente en el Plan de Salvación desde el principio de la Biblia!
María es la única persona del género humano que fue introducida de manera excepcional en la familia Divina.

2) Para que ella llegara a ser la Madre del Hijo Dios, Dios Padre obró en su nacimiento las maravillas y privilegios necesarios como el hecho de hacerla INMACULADA Y LLENA DE GRACIA.


La Iglesia Católica reconoce en María una mujer singular, muy por encima de las mujeres santas y virtuosas del Antiguo Testamento y del Cristianismo.
María es, según lo declaró el ángel Gabriel, “LLENA DE GRACIA” (= ‘kejaritomene’, en idioma griego, Lucas 1,28).
Llena de gracia significa ABSOLUTAMENTE LLENA DE DIOS Y SIN NADA DE PECADO.

3) Tan cierto es esto que cuando su prima Isabel escuchó su saludo, el Espíritu Santo la movió a declarar:
“BENDITA TÚ ENTRE TODAS LAS MUJERES” (Lucas 1,42).
No sólo eso, sino que Isabel se sintió indigna de la visita que le hacía María. Por eso dijo:
“¿de dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lucas 1,43).
Consideraba la presencia de María en su casa como algo grandioso.
Exactamente esos mismos sentimientos tenemos los católicos hacia María: de amor y veneración.

4) Por último, la misma Virgen María, a pesar de su gran humildad, declaró:
 “EL TODOPODEROSO HA HECHO EN MI GRANDES COSAS” (Lucas 1,49).
¿Podría decirse que ella se refería solamente a sus virtudes?
Claro que no porque si no otros santos habrían dicho lo mismo y no lo dijeron.
Ella se refería a cosas extraordinarias que Dios jamás había hecho por ninguna otra persona: preservarla de pecado (Inmaculada), hacerla llena de gracia, hacerla Virgen perpetua, Madre de Dios Hijo, etc.
Lo más desconcertante, y que los protestantes no ven, es que la misma Virgen María PROFETIZÓ LA VENERACIÓN QUE LOS CRISTIANOS ÍBAMOS A TENERLE:
“TODAS LAS GENERACIONES ME LLAMARAN BIENAVENTURADA” (Lc 1,48).
Las palabras de María indican claramente que íbamos a honrarla, felicitarla y alabar sus virtudes.
Estas tres cosas, además de quererla e imitarla, entendemos los católicos como VENERAR.

POR ESTAS CUATRO RAZONES BÍBLICAS, afirmamos que es FALSO que venerar a María sea adorarla como a una diosa y que por tanto sea idolatría.
¡Es todo lo contrario!
Honrar a María es reconocer la grandeza de la mejor criatura hecha por Dios y por tanto rendir alabanza al Creador.

Es lo mismo que si uno expresa admiración por una comida o por una artesanía, lo que está haciendo es alabar al cocinero o al artesano.
Sería una estupidez decir que alabar una comida o una artesanía es ofender al que las hizo.
 Pues ESA ESTUPIDEZ COMETEN LOS PROTESTANTES al calificar de idolatría el acto de alabar a María.

¡NINGÚN CATÓLICO REEMPLAZA A DIOS POR MARÍA!
Lo que hacemos es honrar a la criatura más excelsa hecha por Dios como PARTE DE NUESTRO CULTO A DIOS.
 ¡Honrando a María nos sentimos más cerca a Dios!.
Por eso decimos nuestra clásica frase:
 “A Dios por María”, o “A Cristo por María”.
Es decir que María NO ES la meta de nuestra adoración sino nuestra excelsa acompañante para llegar a Dios, y además la portadora de nuestras suplicas y alabanzas a Dios (ver # 2675-2682 del Catecismo de la Iglesia Católica).
Los católicos no somos tontos para no darnos cuenta que SÓLO DIOS es la meta final de nuestra fe y EL ÚNICO A QUIEN DEBEMOS ADORAR.

BASE HISTÓRICA DEL CULTO A MARÍA

La base histórica de la veneración a la Virgen María es el hecho que empezó en los primeros siglos de la Iglesia. Tenemos estos datos: En el Credo Apostólico (del siglo I) aparece la frase: “nació de Santa María Virgen”. En la catacumba de Priscila (fines del Siglo I) se encuentra la imagen de María y Jesús en sus brazos. En himnos y oraciones del siglo III cantan a María como “Madre de Dios” y “siempre Virgen”, suplicando su protección.

Los escritores cristianos de los primeros siglos como San Ignacio de Antioquia (+ 107), San Justino (+ 163), San Ireneo (202), Tertuliano y Orígenes (+ 250), empezaron a desarrollar la reflexión teológica sobre la figura de María en el Plan Divino de Salvación.
Estos datos muestran la consideración especialísima y veneración de amor que los cristianos de los primeros siglos desarrollaron a la Madre de Jesús.

LA VENERACIÓN DE MARÍA SE ENTIENDE CON EL SENTIDO COMÚN

Dios nos ha dado un mandamiento respecto de nuestros padres:
 “Honra a tu padre y a tu madre” (Exodo 20,12).
Jesús en la cruz NOS ENTREGÓ A MARÍA COMO NUESTRA MADRE (Juan 19,27).
Por eso los católicos pensamos sencillamente que debemos amar y honrar a María porque es nuestra Madre y debemos rendirle veneración porque es la Madre de Jesucristo.
Así de simple.
Y creemos que a Jesús le agrada esto porque a todo buen hijo le gusta que alaben a su madre, y Jesús es el mejor Hijo de todos los tiempos.
Creemos que también a Dios Padre le agrada que alabemos a María pues es su mejor creación, lo mismo pensamos del Espíritu Santo pues Él vive plenamente en ella.
Si a Dios le ofende que demos honor y veneración a María tendríamos que pensar que Dios no es tan perfecto pues el brillo de su criatura opaca su gloria en vez de engrandecerla.
O pensaríamos que Dios es un ser mezquino pues tiene celos que alaben a su mejor obra.
¡Qué mal parado queda Dios en la visión protestante sobre María!
 ¡Y qué mal queda Jesús, como un hijo celoso que sus discípulos den honor y alabanza a su Madre.

Aquí es necesario hacer una aclaración.
Dicen los protestantes que Jesús desaprobó la alabanza a su Madre cuando reprendió a aquella mujer que alabó a María (Lucas 11,27¬28).

Jesús le dijo:
 “Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la obedecen”.

Ellos dicen que Jesús le dijo a esa mujer:
“cállate, nada de alabar a mi madre. Lo que debes hacer es escuchar y cumplir la Palabra de Dios”.

Pues no mis queridos hermanos protestantes.
¡Qué mal interpretan la Biblia ustedes!
Es al revés.
Jesús en forma inteligente RESALTO LA RAZON DE LA DICHA DE SU MADRE: ¡HABER ESCUCHADO LA VOLUNTAD DE DIOS A TRAVÉS DEL ÁNGEL Y EN EL ACTO OBEDECER!!.
Porque nadie como la Virgen María se sometió perfectamente a los planes de Dios.
Ella es la modelo perfecta de obediencia a la Palabra de Dios.
De esa obediencia brotó su dicha de ser la que dio a luz y amamantó a Jesús.

¿POR QUÉ LOS PROTESTANTES REBAJAN A MARÍA?

Los protestantes rechazan la veneración de María porque entienden mal la exclusividad de la adoración a Dios.
Ellos piensan que dar culto a la Virgen o recurrir a la intercesión de los santos es idolatría porque se rinde honor a criaturas cuando sólo a Dios se debe adorar.
¡Por supuesto que sólo a Dios hay que adorar! Y hay que gritarlo para que nos escuchen:

¡¡NOSOTROS LOS CATÓLICOS NO ADORAMOS A LA VIRGEN MARÍA NI A LOS SANTOS!! PARA NOSOTROS VENERAR ES MUY DISTINTO QUE ADORAR

 ¡No insistan diciendo que es lo mismo hermanos protestantes!

NOSOTROS ENTENDEMOS QUE ADORAR ES DAR CULTO DIVINO Y ESO SE LO DAMOS SÓLO A DIOS.

En cambio nosotros entendemos que VENERAR ES DAR UN CULTO DE HONOR ESPECIAL A LAS PERSONAS QUE FUERON MAS FIELES A DIOS QUE NADIE.
Ellos son LOS SANTOS.
Y entre los santos, veneramos más a la santa más excelsa, a la reina de los santos, LA VIRGEN MARIA.
 ¡Nosotros no creemos en un Dios celoso de que se den ELOGIOS a sus mejores siervos, y en particular a la Madre de su Hijo, sino que se siente glorificado en ello!

LO QUE DIOS RECHAZA ES QUE LO REEMPLACEN POR OTRAS PERSONAS O COSAS. ESO ES IDOLATRIA: REEMPLAZARLO, TENER OTROS DIOSES (eso hizo Israel muchas veces como cuando hizo el becerro de oro: ver Exodo capítulo 32).

NOSOTROS CATÓLICOS NO HACEMOS ESO.
PARA NOSOTROS DIOS ES TODO.

Nuestra veneración a María y los santos es parte de nuestro culto a Dios.

 ¡¡SI VENERAMOS A LA VIRGEN MARIA Y A LOS SANTOS ES PORQUE ELLOS NOS LLEVAN MAS CERCA DE DIOS Y NOS ENSEÑAN A SERVIRLE MEJOR!!

¿NECESITAMOS RECURRIR A MARIA?

Los protestantes dicen:
«YO NO NECESITO DE LA VIRGEN MARIA».
Y sin embargo Jesús sí necesitó de María para que lo formara en su vientre, lo trajera al mundo, lo alimentara con sus pechos, lo cuidara en sus primeros años, y lo educara como toda madre a su hijito. Jesucristo sí necesitó de la Virgen María.

También los Apóstoles necesitaron de la Virgen María.
Ella los acompañaba y consolaba en sus reuniones después de la muerte de Jesús.
La Santa Biblia dice que «los Apóstoles se reunían a orar con María, la Madre de Jesús» (Hechos 1,14). Y podemos estar seguros de que la amaban, honraban y consultaban como a la más buena y sabia de las consejeras por ser la “Madre del Señor”.
Como ellos, muchos santos también necesitaron de la Virgen María.
Leyendo sus vidas vemos que siempre buscaron la ayuda maternal de la Madre de Dios.

San Bernardo, el hombre más santo del siglo XII, dijo:
«Jamás se ha oído decir que alguno haya invocado a la Madre de Dios y haya sido desoído por Ella. Por eso humildemente le rezo con fe y confianza».

San Juan Bosco, el más grande educador moderno, repetía:
«Propaguen la devoción a María Auxiliadora, y verán milagros. En mi vida lo experimento cada día».

Y así como ellos también San Luis de Monfort, San Francisco de Sales, San Antonio María Claret, Santo Domingo de Guzmán, Santa Teresa, Santa Teresita, Santa Catalina, Santa Rita de Casia, Santa María Goretti, etc., todas amaron y honraron siempre a María Santísima y consiguieron grandes bendiciones y ayudas de Dios por su intercesión.
Si ellos necesitaron de la Virgen María, ¿porqué no la necesitaríamos nosotros mucho más?
Además la Biblia nos muestra el modo como María intercede por nosotros.
La forma cómo lo hace quedó retratada en lo que hizo en las bodas de Caná (Juan 2,1-10).
Allí nos cuenta que María, cuando vio que la fiesta de los esposos iba a quedar truncada por falta de vino, fue en Jesús y logró que nuestro Señor, aún cuando no había llegado su hora, obrara su primer milagro en favor de esos esposos.

ESTA ES LA FORMA COMO LA VIRGEN MARÍA INTERCEDE POR NOSOTROS

Primero: está atenta a nuestras necesidades.
Segundo: Va hacia Jesús y le pide que obre milagros a favor nuestro.
Tercero: la fe de ella en Jesús y el amor de Jesús por su Madre, hacen que Nuestro Señor actúe.
Cuarto: La bendición de Dios se hace realidad por intercesión de María.

¡ESO ES LO QUE LOS CATÓLICOS ESPERAMOS DE ELLA!
POR ESO RECURRIMOS A ELLA: para que nos consiga las bendiciones de Dios y para que nos lleve más cerca de Dios.

Aspectos sobre el Culto que debe darse a la Virgen María



¿DEBEMOS DAR CULTO A LA VIRGEN?


Sí, porque es la Madre de Dios y Madre espiritual de todos los cristianos.
¿RENDIMOS EL MISMO CULTO A DIOS QUE A LA VIRGEN?
No. A Dios, por ser el Supremo Señor de todo lo creado, le rendimos culto de adoración, llamado LATRIA. 

A la Virgen, en cambio, por su grandeza la veneramos con un culto especial, llamado de HIPERDULIA…
…VIDEOS…

¿POR QUÉ LLAMAMOS MEDIANERA A LA VIRGEN?


¿ES NECESARIA LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?


¿QUÉ CARACTERÍSTICAS HA DE TENER NUESTRA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?

Como buenos hijos suyos, hemos de venerarla, invocarla, imitarla y amarla.

¿CÓMO PODEMOS IMITARLA?

Imitamos a la Virgen a través de todas las virtudes, pues todas las vivió en el mayor grado posible.

¿DE QUÉ MANERA PODEMOS DIRIGIRNOS A LA SANTISIMA VIRGEN?

 
Además de las oraciones que la piedad de cada uno pueda componer, la Iglesia recomienda decir las siguientes: EL AVEMARIA, EL ANGELUS, EL REGINA COELI, LA SALVE, EL ACORDAOS, EL MAGNIFICAT, BENDITA SEA TU PUREZA, JACULATORIAS, y de manera especial porque Ella lo ha pedido, el rezo del Santo Rosario.

¿QUÉ ES EL SANTO ROSARIO?

El Santo Rosario es un conjunto de Avemarías y Padrenuestros en honor de la Virgen, estas oraciones suelen ir acompañadas de piadosas meditaciones acerca de los principales misterios de nuestra fe.

¿POR QUÉ SE LLAMA ROSARIO A ESTAS ORACIONES?

Se llama Rosario porque las oraciones que se enlazan con las meditaciones de los misterios (gozosos, dolorosos, luminosos y gloriosos) forman una corona de rosas que se ofrece a María Santísima.

¿CUÁL ES EL MES DEDICADO A LA VIRGEN DE UN MODO ESPECIAL?

El mes dedicado a la Virgen es el mes de mayo. Así lo ha dispuesto la Iglesia.

¿CUÁL ES EL DÍA DE LA SEMANA TRADICIONALMENTE DEDICADO A LA VIRGEN?

El día dedicado a la Virgen, por una tradición antiquísima, es el sábado. En este día podemos poner presente a Nuestra Madre de forma especial, ofreciéndole algún pequeño sacrificio y dirigiendo una oración en su honor, por ejemplo la Salve.

¿HEMOS DE PROPAGAR LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?

Sí, porque los buenos hijos hablan de su Madre, y porque la aman propagando su culto.

¿QUÉ DICE EL CONCILIO VATICANO II ACERCA DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?

Advierte a todos los fieles de la Iglesia lo siguiente:
“QUE TENGAN MUY EN CONSIDERACION LAS PRÁCTICAS Y LOS EJERCICIOS HACIA ELLA RECOMENDADOS POR EL MAGISTERIO A LO LARGO DE LOS SIGLOS”
 (Const. Dogmática LUMEN GENTIUM n. 67).


La Devoción a la Santísima Virgen



Por Pbro. Dr. Juan Gustavo Ruiz Ruiz

María, por su gran poder de intercesión, consigue mayores gracias de Dios para vivir mejor nuestra vida cristiana.
La devoción, dice Santo Tomás de Aquino, “no es otra cosa que una voluntad pronta para entregarse a todo lo que pertenece al servicio de Dios”.
La devoción, pues, radica en la intimidad del que se siente inclinado al servicio amoroso de quien le es superior, que en el caso que nos ocupa es la Madre de Dios y Madre de todos los hombres…
Cuando se acepta con fe y buena voluntad la primacía de Santa María sobre los Ángeles y los Santos, por ser la Madre de Dios y por su estrecha relación con los misterios de Cristo Redentor, se produce en los cristianos una actitud de veneración a María tal, que se manifiesta en un culto litúrgico lleno de respeto, en devoción personal recia y profunda, en prácticas de piedad que la Iglesia recomienda y bendice.
Esto no entorpece el culto a Dios, sino que lo favorece e impulsa.

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA Y LA AUTÉNTICA DEVOCIÓN A MARÍA

El Concilio Vaticano II enseña que las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios, que la Iglesia ha aprobado dentro de los límites de la sana y ortodoxa doctrina, teniendo en cuenta las circunstancias de lugar y de tiempo, así como el carácter e idiosincracia de los fieles, hacen que, al honrar a la Madre, el Hijo sea más amado.
Por ello recomienda también las prácticas de piedad marianas tradicionales, reconocidas por el Magisterio y admitidas por los Obispos de los lugares.
Su forma y duración variará para cada lugar y, con el correr del tiempo, hasta pueden derivar sus modos y esplendor; pero siempre, ya sean públicas o privadas, tenderán a honrar a nuestra Madre y a conseguir su intercesión poderosa.
El culto de la Madre de Dios, a través de sus imágenes o cuadros, queda bien patente que es según el sentido que se le da en la Iglesia: No se venera la imagen o el cuadro como tal, sino a la persona representada.

El Concilio asimismo explica cuál debe ser la verdadera devoción a María: no un afecto estéril y pasajero, ni una vana credulidad, sino que la recta devoción a Santa María necesita de una fe viva, que lleva al amor y se traduce en imitación
(cfr. Const. dogm. Lumen gentium, nn.66 y 67).

Con Juan Pablo II podemos decir:
“Se trata aquí, no sólo de la doctrina de la fe, sino también de la vida de fe y, por tanto, de la auténtica espiritualidad mariana, a la par de la devoción correspondiente, encuentra una fuente riquísima en la experiencia histórica de las personas y de las diversas comunidades cristianas, que viven en los diversos pueblos de la tierra”
(Enc. Redemptoris Mater, n.48).

LOS FRUTOS DE LA DEVOCIÓN A MARÍA

Si el objeto último de la devoción a María es honrar a Dios y, con Él y por Él, a su Santísima Madre; el fruto que esa devoción produce, hace que el hombre mismo se beneficie con tan pródigos y tiernos cuidados que tiene la Virgen María para con sus hijos.
Los frutos de la devoción a la Santísima Virgen son los siguientes:
a) Quienes la honran obtienen una mayor benevolencia de parte de María. Ella por su gran poder de intercesión, consigue mayores gracias de Dios para que vivan mejor su vida cristiana, conduciéndolos hasta las cimas de la santidad. Ella es la Reina de los santos
b) A los pecadores, que junto con el deseo de enmendarse la honran y se ponen bajo su protección, les alcanza la gracia de la conversión y no dejará de socorrerlos y de conducirlos a Dios. Ella es Refugio de los pecadores.
c) A quienes la invocan confiada y perseverantemente, María puede alcanzarles la gracia de la perseverancia final, don inestimable, como lo llama San Agustín. Y, por eso, le pedimos en el Ave María: “ruega por nosotros… en la hora de nuestra muerte”. Ella es Auxilio de los moribundos.
d) Finalmente, si tenemos en cuenta que la devoción a María se deriva de la fe en la Encarnación redentora, a mayor fe, mayor devoción y, en consecuencia, se confirman en la Iglesia los fundamentos de la fe y se desvanecen las herejías. Santa María es Madre de la Iglesia.

LA DEVOCIÓN A MARÍA ES SEÑAL DE PREDESTINACIÓN

La verdadera devoción a la Virgen María se considera como señal cierta y signo de predestinación. La Iglesia enseña esta consoladora verdad:
“Es muy constante entre los fieles la opinión, comprobada con larga experiencia, de que no perecerán eternamente los que tengan a la misma Virgen por Patrona”
(Benedicto XV; Carta Apostólica Inter soladicia, 22-V-1918).

El Papa Pío XI claramente dejó escrito:
 “No puede sucumbir eternamente aquel a quien asistiere la Santísima Virgen, principalmente en el crítico momento de la muerte. Esta es la sentencia de los doctores de la Iglesia, de acuerdo con el sentir del pueblo cristiano”
(Const. Apostólica Explorata res est, 2?11?1923).

El Papa Pío XII dice:
“Tenemos por cosa averiguada que, doquiera que la Santísima Madre de Dios es obsequiada con sincera y diligente piedad, allí no puede fallar la esperanza, de la salvación”
(Const. Apost. Sacro vergente anno, 7 VII 1952).

Los testimonios de la Tradición cristiana son abundantísimos y prueban a lo largo de la historia la convicción de la Iglesia en esta consoladora creencia.

En los primeros siglos San Ireneo afirma:
“María ha sido constituída causa de salvación para todo el género humano”
(Adversus haereses, 3,22).

San Anselmo escribía:
“Así como es imposible que se salve quien no es devoto de María, ni implora su protección, así es imposible que se condenen los que se encomiendan a la Virgen y son mirados por Ella con amor”
(Opus, PL. 145, 163).

La certeza de la salvación eterna fruto de la auténtica devoción a María es una seguridad de tipo moral, es decir, fortalece la Esperanza teologal.
 Se deriva, de una parte, de la estrecha vinculación de María con su Hijo y, de otra, del amor materno de María hacia sus hijos, que le impulsa a concederles las gracias necesarias para su salvación y, en concreto, la gracia de la perseverancia final en el bien.
 Por tanto, no es señal infalible de predestinación, ya que esta sólo puede conocerse por una especial gracia y revelación de Dios
 (cfr. Conc. de Trento, DZ.805).

Invocar e imitar a María son los dos elementos esenciales de la auténtica devoción mariana; por ello, la devoción lleva a la invocación y ésta será sincera si lleva a la imitación al esfuerzo de seguir los ejemplos de María.
Por tanto, no es señal para aquellos que muy poco se preocupan de cumplir los mandamientos divinos o de recurrir a los Sacramentos.

LAS PRÁCTICAS DE DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

La unión con Dios en el Cielo es la meta del hombre; por ello el hombre de fe acepta en el camino de su vida como venido de las manos de Dios las penas y las alegrías, las cosas que nos hacen sufrir y la
s que nos suponen dicha y, aun la muerte misma. Sin embargo, en ese camino, áspero y arduo a veces, terso y lleno de dulzura otros, hay también un atajo senda que abrevia y facilita el camino que es María.

El Pueblo cristiano, “por inspiración sin duda del Espíritu Santo, ha tenido siempre esta intuición divina: es más fácil llegar a Dios a través de su Madre”
(F. Fernández Carvajal, Antología de textos, Editorial Palabra, p.1487).

“Ella es tu Madre y tú eres su hijo; te quiere como si fueras el hijo único suyo en este mundo. Trátala en consecuencia: cuéntale todo lo que te pasa, hónrala, quiérela. Nadie lo hará por ti, tan bien como tú, si tú no lo haces”.

Te aseguro que, si emprendes este camino, encontrarás enseguida todo el amor de Cristo: y te verás metido en esa vida inefable de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Sacarás fuerzas para cumplir acabadamente la Voluntad de Dios, te llenarás de deseos de servir a todos los hombres. Serás el cristiano que a veces sueñas ser: lleno de obras de caridad y de justicia, alegre y fuerte, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo.
Ese, y no otro, es el temple de nuestra fe.
Acudamos a Santa María, que Ella nos acompañará con un andar firme y constante.”
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, n.293).

ORIGEN DE LAS DEVOCIONES MARIANAS

Desde los primeros siglos de la Iglesia comenzaron a surgir devociones marianas, que el pueblo cristiano, con su repetición en tan diversos países y circunstancias, fue plasmándolas en formas y costumbres que posteriormente la Iglesia recogió en la Liturgia y aprobó en su Magisterio.
De ellas hay algunas que se limitan a grupos, o países, o a determinadas épocas.
Otras son universales y se viven por todos aquellos que quieren honrar a Nuestra Señora como “se ha hecho siempre, por todos y en todas partes”
(San Vicente de Lerins, Commonitorio).

Sería interminable la enumeración de las diversas formas en que, a lo largo de los siglos, las almas enamoradas de María han cristalizado su cariño y devoción por Ella; por eso la Iglesia exclama con toda propiedad: de María “numquam satis”, nunca será suficiente lo que podamos decir de Ella al contemplar sus privilegios, como tampoco se saciará nunca el corazón de sus hijos al expresar de mil maneras diversas su gratitud y reconocimiento filial.

LAS DEVOCIONES MARIANAS MAS DESTACADAS

a) Las fiestas de la Virgen

En primer lugar está la participación interior con oración y consideraciones personales y la exterior con asistencia a los actos de culto de las diversas fiestas que, a lo largo del año, dedica la Iglesia para honrar a la Santísima Virgen. En ellas se le alaba por algún misterio de su vida: Madre de Dios, Inmaculada, la Asunción; o por algún título con lo que la Iglesia nos la presenta por alguna actuación en favor de los hombres: como Reina, como Mediadora, como la Virgen Dolorosa, o Nuestra Señora del Rosario; por su manifestación singular en algún lugar donde se le venera: en Fátima, en Lourdes, el Pilar, Loreto, en la Villa de Guadalupe (México), etc.

b) El Santo Rosario

Pocas devociones son tan gratas a María como el Santo Rosario, recomendada por los Romanos Pontífices con tanta insistencia.
 Innumerables son las gracias que han recibido los fieles a través de esta oración, ya sea recitada en común o personalmente.
Además, es conveniente recordar que, al igual que otras prácticas de piedad, el Santo Rosario está favorecido con indulgencias: parcial, si se reza privadamente o plenaria si se hace en familia.
La doctrina sobre las Indulgencias se encuentra en la Constitución Apostólica Indulgentiarim doctrina de Pablo VI (1967); en el manual de indulgencias actuales, el Enchiridion (1968) y, en el Código de Derecho Canónico (1983), cc.992 a 997.

Indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal debida por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que el fiel, dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual como administradora de la Redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos”
(Código de Derecho Canónico, c.992).

Los requisitos para lucrar indulgencias parciales (remisión parcial de la pena temporal) son:
 a) Ser sujeto capaz: ser bautizado, no excomulgado y, estar en estado de gracia; b) cumplir los requisitos generales: tener intención de ganarlas y realizar la obra prescrita; c) cumplir los requisitos particulares: tener el corazón contrito.
Para lucrar las indulgencias plenarias (remisión plena de la pena temporal), además de las anteriores, requeridas para la indulgencia parcial, son: confesión, comunión, oración por las intenciones del Romano Pontífice y, excluir todo afecto al pecado, incluso venial.

“Vuestro Rosario decía el Papa Pablo VI, es una escalera, y vosotros la subís en común, escalón por escalón, acercándoos al encuentro con la Señora, que quiere decir al encuentro con Cristo. Porque ésta es una de las características del Rosario, la más importante y la más hermosa de todas; una devoción que, a través de la Virgen, nos lleva a Cristo. Cristo es el término de esta larga y repetida invocación a María
(Alocución, 10.V.64).

Repetir el Ave María y las demás oraciones no cansa si se pone esfuerzo y amor.
“Vivir esa oración maravillosa que es el Santo Rosario, en el que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los enamorados cuando se quieren y en el que se aprende a revivir los momentos centrales de la vida del Señor”
Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n.164).

c) El Ángelus

El Angelus es el recuerdo del encuentro del Ángel con Nuestra Madre, en el cual le anunció su divina maternidad.
Recitarlo todos los días a las doce o en la media tarde, con pausa y atención, nos traerá la presencia de la Señora y el agradecimiento por su respuesta.
Como es una práctica breve, que suele tenerse en medio del trabajo y las ocupaciones del día, conviene recoger nuestro pensamiento con intensidad, ponerlo en Nuestra Señora, recitarlo sin prisa y de memoria y aprovechar para renovar el ofrecimiento de nuestro trabajo y de nuestro amor a la Virgen.
En el tiempo pascual se reza el Regina coeli.

d) El Escapulario de la Virgen del Carmen

Llevar el Escapulario de la Virgen del Carmen o alguna otra medalla es señal de fe en su intercesión poderosa y símbolo de nuestra alianza con Ella.
El uso del escapulario del Carmen ha de ir acompañado de una disposición consciente y devota, a la par de unas prácticas de piedad marianas que pueden reducirse si no se llegó a otras más largas a las tres Ave marías de la noche.
En la ceremonia de imposición, el sacerdote recuerda que se debe recibir “impetrando a la Santísima Virgen que, con su gracia de Dios, lo lleves sin pecado, te defienda de toda adversidad y te conduzca a la vida eterna”
(S.C.R., 24?VII?1968, Elenchum Ritum, CELAM, p.249).

El origen del Escapulario de N. S. del Carmen se remonta al año 1251, fecha en que se apareció la Virgen a San Simón Stock, inglés, a quien dijo:
 “Recibe, queridísimo hijo, este escapulario en prenda de mi alianza y como privilegio para tí y para todos los que lo usen.
El que muera vistiendo éste hábito no padecerá el fuego eterno”.

 Más tarde, en una aparición al Papa Juan XXII, mandó que se hiciera saber a cuantos llevasen el Escapulario “que saldrían del Purgatorio el sábado siguiente a su muerte”
(Privilegio sabatino).

Nota:

El fiel que por primera vez lleva el Escapulario, debe recibirlo con imposición y bendición hechas por el sacerdote.
Al reponer el Escapulario, por pérdida o destrucción, basta la bendición de cualquier sacerdote.
El Escapulario de tela puede cambiarse por una medalla escapulario de metal con la condición que ésta tenga en una cara la imagen de N.S. Jesucristo y, en la otra, la imagen de la Santísima Virgen.

e) Las tres Aves Marías

No acostarnos nunca sin rezar con devoción tres veces el Avemaría, es costumbre que puede valernos para que nuestros últimos pensamientos vayan hacia María que vela nuestro sueño y, con su poder, puede alejarnos al enemigo de nuestra alma y de nuestro cuerpo.
Repetimos pausadamente y con devoción las palabras que fueron pronunciadas por el Arcángel Gabriel y por Santa Isabel, y por las palabras del “Santa María” que le compuso, con veneración la Iglesia.
Es muy recomendable rezar de rodillas las tres Avemarías cada noche al acostarse y, cada mañana al levantarse, añadiendo al final esta breve oración:
“¡Oh María, por vuestra pura e Inmaculada Concepción, haced puro mi cuerpo y santa el alma mía!”
(San Alfonso María de Ligorio).

f) El sábado, día de la Virgen

El sábado es tradicionalmente en la Iglesia el día de la semana que se dedica a la Virgen, y en él podemos manifestarle de modo más intenso nuestro cariño, estando más pendientes de Ella a través de jaculatorias, miradas a las imágenes se le pueden poner flores frescas ese día a sus imágenes, recitando las oraciones tradicionales como son el “Acordaos”, “Oh Señora mía”, y especialmente la Salve, que nos ayudará a vivir lo que dice Camino en el punto 276:
 “Si te acostumbras, siquiera una vez por semana, a buscar la unión con María para ir a Jesús, verás cómo tienes más presencia de Dios”
 (Josemaría Escrivá de Balaguer).

g) La consagración a María

Un medio eficaz para vivir fielmente los compromisos 1 Bautismo (cfr. Juan Pablo 11, Enc. Redemptoris Mater, n.48) la consagración a María, que puede hacerse de dos formas: considerando a María como Reina (consagración de esclavitud mariana) o bien, como Madre (de piedad filial mariana). modo de ejemplo, señalamos las compuestas por: San Luis María Grignon de Montfort (cfr. Tratado de la verdadera devoción a la Virgen) y, San Alfonso María de Ligorio (cfr. Las glorias de María).

h) Otras prácticas de piedad marianas

Las romerías o peregrinaciones a Santuarios o ermitas dedicados a la Virgen.

Las Romerías o peregrinaciones pueden hacerse de maneras muy diversas: sea en grupos muy numerosos y recorriendo grandes distancias, bien en pequeños grupos y haciendo un recorrido corto.
Una manera que puede ser muy práctica es la siguiente: dirigirse a pié hacia algún Santuario, ermita, etc., dedicado a la Virgen, en grupos de dos o tres personas; caminar hacia el lugar, al menos, la duración del rezo de los cinco primeros misterios del Rosario.
 En el lugar mismo rezar otros cinco misterios incluyendo las letanías y volver caminando, al menos la distancia de otros cinco misterios.
De esta forma se rezan y meditan los quince misterios que forman la corona o rezo completo del Santo Rosario.
Se aconseja que en estas ocasiones no se tome ningún refrigerio como un pequeño detalle de sacrificio en honor de Santa María.
El mes de mayo, está dedicado a honrar a María.
Su origen remonta, en España, a San Alfonso X el Sabio (siglo XIII).
En este tiempo los niños suelen ofrecer flores a María, los adultos acostumbran a hacer algún sacrificio diario, rezar el Rosario en familia, etc., y todos los fieles procurarán acercarse al Sacramento de la Penitencia para reconciliarse con Dios y tener su alma limpia como la de la Virgen.

El mes de octubre está dedicado a rezar el Santo Rosario, costumbre que surge en el siglo XIX con ocasión de las apariciones de Nuestra Señora de Lourdes, y que el Papa León XIII lo extiende a toda la Iglesia.
En particular, se ha de promover el rezo del Rosario en familia pues, como enseña la Iglesia, la familia que reza unida permanece unida.
Las miradas a las imágenes de la Virgen, que se encuentran en las habitaciones, calles, iglesias… y que van acompañadas con el afecto del corazón o una jaculatoria pequeña frase de amor? en el interior de nuestra mente, con verdaderos votos de fe y amor, confianza y cariño con nuestra Madre.
Por Pbro. Dr. Juan Gustavo Ruiz Ruiz

Principales Oraciones a la Virgen María I




Ellas son: Ave María, Bajo tu amparo, Madre del Redentor, Reina del Cielo, La Salve, Salve Reina de los Cielos, Acuérdate, Actos de consagración, Ángelus, Bendita sea tu pureza, Dulzura de loa Angeles
 AVE MARÍA

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

BAJO TU AMPARO

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

MADRE DEL REDENTOR

Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del Cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permaneces siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros pecadores.

REINA DEL CIELO
(Regina Coeli)
Reina del Cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

LA SALVE

Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos,
gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues,
Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementisima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
D- Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
T- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

SALVE, REINA DE LOS CIELOS

Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
D- Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
T- seamos siempre fieles en el terreno caminar.
Amén.

ACUÉRDATE

Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido
a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido
abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
íOh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien
acógelas benignamente.
Amén.

ACTOS DE CONSAGRACIÓN

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti
y en prueba de mi afecto,
con amor filial te consagro en este día:
todo lo que soy, todo lo que tengo.
Guarda y protege, y también defiende
a este hijo tuyo, que así sea.
Amén.
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día
mis ojos, mis oídos,
mi lengua y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser,
ya que soy todo tuyo,
¡oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme
como hijo tuyo. Amén.

ÁNGELUS

D- El Ángel del Señor anunció a María.
T- Y Ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Ave María
D- He aquí la sierva del Señor.
T- Hágase en mí según tu palabra.
Ave María
D- Y el Verbo se hizo carne
T- Y habitó entre nosotros.
Ave María
D- Ruega por nosotros Santa Madre de Dios
T- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo.
Se rezan tres Glorias
D- Oremos.
Derrama Señor tu gracia
sobre nuestros corazones
y concede a quienes hemos conocido
por el anuncio del ángel
la Encarnación de tu Hijo,
que por su Pasión y su Cruz
alcancemos la gloria de la Resurrección.
Por el Señor Jesús, tu Hijo,
que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, y es
Dios,
por los siglos de los siglos.
T- Amén.

BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día,
alma vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
Amén.

DULZURA DE LOS ÁNGELES
(de la liturgia bizantina)
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo.




La Virgen es medianera de todas las gracias, porque intercede por nosotros delante de su Hijo Divino, y porque nos lleva de la mano a la Patria Celestial.


Principales Oraciones a la Virgen María II



Ellas son: Alégrate María, Reconociendo la maternidad de María Virgen, Para obtener la piedad filial, Oración del Fiat, Presencia del Espíritu, Madre de la confianza, Por su Inmaculado Corazón, María de la solidaridad, Contribuyendo al cambio, Luz para el peregrinar, Ante las tentaciones, Amorosa protección, Gratitud a Santa María, Ante la Inmaculada Concepción
ALÉGRATE MARÍA

Alégrate María,
Inmaculada y Santa,
amada de Dios,
nueva Eva elegida,
cooperadora de la reconciliación.
Madre de Jesús y nuestra,
incansable auxilio de los pecadores,
maternal intercesora,
acuérdate siempre de este hijo tuyo.
Amén.

RECONOCIENDO LA MATERNIDAD DE MARÍA VIRGEN

¡Oh Señora Santa María!,
aclamamos con júbilo
las grandezas
que el Altísimo
ha realizado en Ti.
Con alborozo
elevamos nuestra gratitud
por los dones extraordinarios
con que te ha adornado
el Señor.
Y con honda piedad filial
te reconocemos
como verdadera Madre nuestra,
cumpliendo así
el testamento que nos dio
el Señor Jesús
desde el árbol de la Cruz:
“He ahí a tu Madre”.

PARA OBTENER LA PIEDAD FILIAL

Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa filiación
como aquel que deberíamos recorrer.
Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte
y a honrarte
con el amor
que el Señor Jesús te tiene.
Cuida que este hijo tuyo
ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la gran esperanza
de verse conformado
con el Salvador.
Amén.

ORACIÓN DEL FIAT

Santa María,
ayúdame a esforzarme
según el máximo de mi capacidad
y el máximo de mis posibilidades
para así responder al Plan de Dios
en todas las circunstancias
concretas de mi vida.
Amén.

PRESENCIA DEL ESPÍRITU

Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra,
obténnos la presencia vivificante
del Espíritu,
y la gracia de andar siempre
por los caminos de Dios;
por tu bondadosa intercesión
consigue que estemos libres:
de las tristezas presentes,
de las acechanzas del enemigo,
de las flaquezas en la lucha,
de la permisividad
con nuestras inconsistencias;
y para cuando seamos
convocados por el Padre
consigue para nosotros
las alegrías sin fin.
Amén.

MADRE DE LA CONFIANZA

Madre siempre fiel,
cuando te asaltó la incertidumbre,
cuando las cosas se te hacían complicadas,
supiste confiar.
íY cómo confiaste!
En el momento cumbre de la historia
con decisión y firmeza
pronunciaste aquel bienaventurado
“HágaseÇ,
del que viene nuestra salud.
íY siempre lo mantuviste!
Las desconfianzas de otros,
los decires de tantos
nunca te apartaron
de la santa confianza.
Obténme,
Santa María de la Confianza,
el auxilio divino
que me permita superar
las incertidumbres que ahora me acosan.
Que así sea.

POR SU INMACULADO CORAZÓN

Quiero dar gracias
al Señor
por tu Inmaculado Corazón
y quiero pedirte,
¡oh Virgen de las vírgenes!,
que me obtengas la gracia
de descubrir sus encantos
y los necesarios auxilios
para recorrer esta vida
aprendiendo a amar
a ese tu Dulce Corazón
y a ser educado
en la gran lección
que de su inmaculada pureza
brota para bien
de toda la humanidad.
Amén.

MARÍA DE LA SOLIDARIDAD

Al considerar
el designio divino
que te ha honrado
como excelsa e incomparable
cooperadora
en la gesta de la salvación;
al reflexionar
sobre tus desvelos
al cuidar al Niño
y al Joven Jesús;
al ver tus intercesiones
en Caná,
modelo de tus desvelos;
cómo no ver
tu Corazón solidario
con el destino
de la humanidad,
cómo no comprender
lo inabarcable
del horizonte
de tu amor,
cómo no sentir
el impulso de pedirte
aprender de Ti
a vivir atento
a las necesidades
de los demás
y a poner los medios
para que esa
solidaridad afectiva
se haga
efectivamente concreta.
Madre de la Solidaridad,
intercede
para que yo pueda
recorrer
el camino de amar
a mis hermanos
como me lo pide
el Señor Jesús.
Amén.

CONTRIBUYENDO AL CAMBIO

Hay tanto que hacer
y cada quien
tiene su propia tarea
en la gesta
de nuestro tiempo.
Madre Santísima,
intercede para que
yo reciba la fuerza
y el aliciente
para cooperar
con la gran tarea
de cambiar este mundo nuestro
poniendo
mi grano de arena,
que bien podría
hacer la diferencia.
Amén.

LUZ PARA EL PEREGRINAR

Brillante Luna
de la nueva evangelización,
que con tu fulgor
iluminas la noche
por la que tantos
deambulan sin rumbo
en el mundo de la “cultura de muerte "
alumbra todo humano caminar
con la luz del Señor Jesús
que sin igual sabes reflejar.
Amén.

ANTE LAS TENTACIONES

Madre querida
acógeme en tu regazo,
cúbreme con tu manto protector
y con ese dulce cariño
que nos tienes a tus hijos
aleja de mí las trampas del enemigo,
e intercede intensamente
para impedir
que sus astucias me hagan caer.
A Ti me confío
y en tu intercesión espero.
Amén.

AMOROSA PROTECCIÓN

Madre bondadosa,
protege a los tentados,
auxilia a los pecadores,
ayuda a los pusilánimes,
socorre a los necesitados,
conforta a los atribulados,
intercede por los consagrados,
cúbrenos con tu manto protector
y obténnos el don de experimentar
tu maternal y amorosa protección.
Que así sea.

GRATITUD A SANTA MARÍA

Gracias por ser Santa María.
Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra,
desde siempre.
Gracias por haber acogido
en tu seno purísimo
a quien es
la Vida y el Amor.
Gracias por haber mantenido
tu “Hágase”
a través de todos
los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos
dignos de ser acogidos
y vividos.
Gracias por tu sencillez,
por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad,
por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia,
por tu fidelidad,
por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes
que rivalizan en belleza
entre sí
y que Dios nos permite
atisbar en Ti.
Gracias por tu mirada maternal,
por tus intercesiones,
tu ternura,
tus auxilios y orientaciones.
Gracias por tantas bondades.
En fin,
gracias por ser Santa María,
Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

ANTE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Reconozco y confieso
con ardiente fe
el maravilloso privilegio
de tu Inmaculada Concepción.
Elevo mi plegaria
de acción de gracias
por lo que tan maravilloso don
significa para toda la humanidad,
como efecto adelantado
de la reconciliación,
y en lo que a mí en particular respecta,
al haber iluminado tanto
mi humano peregrinar.
Te ruego, Madre amada
que me permitas unir mi voz
a la de todos aquellos
que en el mundo
y a lo largo de la historia
te proclaman
con sobria y alegre firmeza:
¡Bienaventurada!

Corona de Confianza en la Madre



Es una Corona para rezar en los momentos difíciles, cuando los caminos parecen estar cerrados y nuestra oración parecería no tener resultados positivos; para cuando las cosas parecen complicarse más.
Expresa la reafirmación de la confianza en la Madre, apelar al definitivo abandono nuestro en sus manos para que nos auxilie con sus milagros.
Su origen es la oración en el reverso de una imagen de la Reina de la Paz de Medjugorje:
Madre yo confío en ti…
¿Por qué te agitas y confundes ante los problemas de la vida?
Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te saldrá mejor.
Cuando te abandones en Mí de todo corazón todo se resolverá con tranquilidad según los designios de Mi Hijo.
No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos.
Cierra los ojos y dime con calma: Madre yo confío en ti.
Evita las preocupaciones y angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después.
No estropees mis planes queriéndome imponer tus ideas.
Déjame a mí ser tu Madre y actuar con libertad.
Abandónate confiadamente en mí.
Reposa en mí y deposita en mis manos tu futuro.
Dime frecuentemente:
Madre yo confío en ti.
Lo que más daño te hace es tu razonamiento, tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera.
Cuando me dices: Madre yo confío en ti, no seas como el paciente que pide al médico que lo cure pero le sugiere el modo de hacerlo.
Déjate llevar en mis brazos maternales, no tengas miedo: Yo te amo.
Si crees que las cosas empeoran o complican a pesar de tu oración, sigue aún confiando, cierra los ojos del alma y confía aún más.
Continúa diciéndome a toda hora: Madre yo confío en ti.
Necesito tener las manos libres para obrar.
No me las ates con tus preocupaciones infantiles.
El enemigo no quiere sino eso: agitarte, angustiarte y quitarte la paz.
Confía en Mí, reposa en Mí, abandonándote en Mí.
Yo consigo de Mi Hijo los milagros en proporción del abandono y la confianza que tu tengas en Mí.
Así que no te preocupes, confíame todas tus angustias y quédate tranquilo, sólo dime a toda hora: Madre yo confío en ti.
Vas a ver luego los milagros, te los estoy prometiendo porque soy tu Madre y te Amo.
¡Si supieras cuánto TE AMO llorarías de alegría!

LA CORONA

Es una corona corta que se reza lentamente:
Por la señal de la Santa Cruz…
En el nombre del Padre…
Padrenuestro
Avemaría
En cada cuenta pequeña se reza “Madre, yo confío en ti”
En las cuentas grandes se reza Gloria al padre, ….
Y se inicia una nueva decena con el Avemaría
Se finaliza con:
Jaculatoria: “Gracias por responder a mi llamado”
Gloria al Padre…



La devoción a la Virgen es necesaria para salvarnos, pero con necesidad moral, que se apoya en el querer de Dios que nos la dió como Madre.
Aunque Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre, no se excluye por eso la existencia de otra mediación secundaria y subordinada la de la Virgen María.

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