Ninguna aparición de Jesús a los Sacerdotes y Sumos Sacerdotes del Templo.
- La primera aparición anunciando el acontecimiento de la Resurrección tiene lugar en una casa y en condiciones demasiado humanas: las puertas cerradas por miedo a los judíos.
- La otra aparición tiene lugar el mismo día, en el camino y en una cena en Emaús.
- La otra aparición tiene lugar también en la misma casa del primer día de la semana.
- Esta tiene lugar, allí mismo donde Jesús los encontró por primera vez hacía tres años: en el Lago, con las manos en las redes y cansados de tanto bregar.
Y a los mismos quehaceres: la pesca.
Después de tres años en compañía de Jesús, vuelve a lo único que sabe hacer y que casi ya se ha olvidado: las redes y la pesca.
Los demás discípulos siguen los pasos de Pedro.
También ellos vuelven a los quehaceres de cada día.
Vuelven a la redes, al lago y a pescar.
Y es ahí, donde todo comenzó, donde Jesús vuelve a encontrarse con ellos.
Es Jesús el que se pone el delantal de cocinero y pide le den más pescados para que todos puedan comer.
Es Jesús el que invita a almorzar: “Vamos, almorzad”.
Es “la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos”.
Dios se manifiesta allí donde trabajan los hombres.
Dios se revela y manifiesta allí donde viven y se divierten los hombres.
Los caminos son buenos espacios para que Jesús se haga compañero de los hombres. La mesa de la cena es buen espacio para que Jesús se manifieste a sí mismo y los hombres le reconozcan.
El Lago, las redes y la barca y unas brasas encendidas, son buenos espacios para que los hombres puedan decir: “Es el Señor”. Sin necesidad de preguntarle “quién era, porque sabían que era el Señor”.
Jesús se manifiesta y revela cuando él mismo invita a comer. El Lago.
Jesús se revela cuando invitamos a alguien a nuestra mesa rica o pobre.
Jesús se revela invitándonos también El a compartir su propia mesa, aunque no haya sillas donde sentarse sino la hierba verde del campo.
La Resurrección transformó el mundo, el trabajo, los quehaceres de cada día, en lugares de manifestación y de encuentro con El.
Te gustan los espacios donde viven y se divierten los hombres.
Y nosotros empeñados en encerrarte en una casa.
Danos ese gozo pascual de poder encontrarte fuera, en la calle.
Danos la gracia de sentir que también tú andas por donde nosotros andamos.
P. Clemente Sobrado.
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