Todos tenemos nuestro Carné de identidad nacional. Incluso el Carné de miembros de un Club. También como cristianos llevamos nuestro Carné: El Carné que define e identifica al cristiano es, según Jesús:
“Si os amáis unos a otros, como yo os he amado”.
“La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros”.
Con frecuencia llevamos demasiados signos creyendo que con ellos ya nos reconocen como cristianos. No es que estén mal esos signos: medallas, escapularios, cruces etc. Todos ellos son maneras de expresar nuestra pertenencia religiosa. Pero esos signos serán vacíos, si no mostramos lo que verdaderamente nos identifica: “si amo a mis hermanos, si amo a mi prójimo”. Jesús no patentó signo alguno. Jesús lo único que patentó fue “el amor a los demás”.
Por eso: Decir que soy cristiano, pero no amo a los demás, es una mentira.
Participar en la misa dominical, pero luego salir y no amar a los demás, es un engaño.
Confesarme, pero no perdonar y no amar a los demás, puede ser una mentira.
Rezar, pero no amar, es decir palabras vacías de vida.
El cristiano está llamado a ser el testigo de Jesús y está llamado a darlo a conocer a los hombres. Pero el verdadero camino que Jesús nos presenta para que los demás crean en él y sientan que somos sus discípulos es si “nos amamos”.
“Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”.
La credibilidad de la encarnación de Jesús no depende de argumentos racionales, ni de grandes razonamientos. El verdadero argumento de la encarnación de Jesús es el testimonio del amor. La gran filosofía del cristiano es amar.
Y esto no es una exigencia de la Iglesia. Al contrario, es una exigencia también para la Iglesia. Es la gran exigencia de quien reveló el amor del Padre y quien lo reveló precisamente siendo capaz de amar hasta la entrega de su propia vida.
Si la Cruz es la señal del cristiano, es precisamente porque en la Cruz se revela como Dios ama, hasta las últimas consecuencias y ama a todos, hasta a sus propios enemigos.
La Iglesia necesita emitir señales de Dios al mundo. Tiene que ser una Iglesia que ama, no una Iglesia que condena.
El cristiano tiene que emitir señales de Dios a los hombres. Por eso tiene que ser un cristiano que ama. El cristiano tiene que emitir señales de su identidad. “En esto conocerán que sois discípulos míos”. Por eso tiene que ser un cristiano que ama, que se revela en el amor a los demás. Este es su único mandamiento. El mandamiento nuevo, el que manifiesta la novedad del crucificado resucitado. Y este es el gran reto para cuentos nos decimos cristianos, creyentes y seguidores de Jesús. Solemos decir: “atrévete a creer”. Pero tendríamos que decir también ¿y te atreves a amar?
¿Te atreverías a amar? Piénsalo bien. El amor es paciente y lo excusa todo. ¿Cuánta capacidad tienes tú hoy de aguantar a los demás y disculparlos de sus debilidades y flaquezas? Porque amar a los demás, es excusarlos y comprenderlos en sus equivocaciones. ¿Te atreves a amar así hoy?
¿Te atreverías a amar? Piénsalo bien. El amor no es envidioso. Al contrario, goza y celebra todo lo bueno que descubre en los demás. ¿Estarías tú dispuesto hoy a hacer fiesta en tu corazón por las cosas buenas que descubres en los demás, por lo que tú no tienes y tienen los demás? ¿Te atreves a amar así hoy?
¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no se engríe. El que ama no es un creído, un autosuficiente. Al contrario, el que ama es humilde, sencillo y noble. Es vidrio transparente. ¿Te animas a ser transparente hoy con todos, comenzando por ser transparente contigo mismo? ¿Te atreves a amar así hoy?
¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor es servicial. El que ama tiene que estar siempre al servicio de los demás. Quien no sabe servir no ha aprendido a amar. Quien no es capaz de servir, no es capaz de amar. ¿Cuál es tu espíritu de servicio hasta hoy? ¿Y qué reservas de servicialidad hay en ti aún? ¿Te atreves a amar así hoy?
¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no busca su propio interés. Quien ama por intereses personales ya no ama. Busca hacer inversiones en el corazón de los demás. Y eso más que amor se llama negocio. Amar no puede ser un negocio sino una gratuidad. ¿Te atreves a amar así hoy?
¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no se irrita. No se encoleriza. No se le calienta la cabeza. Al contrario, el amor es paciente, sereno y tranquilo. El corazón que ama tiene más la serenidad del lago que la violencia de las aguas torrenciales del río. ¿Estarías dispuesto a no calentarte hoy con los tuyos, por más que las cosas no te salgan bien o los demás te fallen? ¿Te atreves a amar así hoy?
Ah, y no te olvides que amar en cristiano es “amar como yo os he amado”. Es decir, hasta dar la vida por los demás.
Oración
Señor: Nos has pedido que seamos testigos tuyos.
Que hagamos creíble que eres el enviado del Padre.
Y nos has dicho: “amaos como yo os he amado”.
Si quieres que amemos así danos un corazón como el tuyo.
Porque sólo un corazón como el tuyo es capaz de amar “hasta el extremo”.
P.Clemente Sobrado C. P.
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