en esa Cruz que Tú llevaste a cuestas!
¡Cuántas culpas y acciones deshonestas
hirieron el dintel de tu costado!
y en amargo silencio me amonestas?
¿Qué más preguntaré? ¡Cuántas respuestas
nos da esa Cruz en la que estás clavado!
va meditando al par de tus dolores
todo el amor que en tu Pasión me inspiras.
y te pido el perdón de mis errores
desde esa Cruz, donde colgado expiras.
Sí, mi Señor… Abierta está la herida
del estilete atroz de la lanzada.
Lanza asesina, que tu pecho horada,
hierro cruel que cercenó tu vida.
que exterminó el fulgor de tu mirada,
pero a su vez fui yo la fuerza airada
y el brazo ejecutor y fratricida.
verdugo y centurión, lanza cobarde
que hirió tu corazón y tu costado.
postrándome ante Ti, vengo esta tarde
a llorar mi maldad y mi pecado.
Abrásanos con una llamarada
de tu perdón en la postrer mirada
de tus ojos sin luz, agonizantes.
para ungir esa carne desgarrada,
pidiendo, por la sangre derramada,
el perdón de tus labios deprecantes.
serán perenne luz, sangrienta aurora,
amanecer de un nuevo amor fecundo.
el precio de tu sangre redentora,
todo lo das por redimir al mundo.
que en la Cruz nos redimiste
y que al pecador quisiste
perdonar en tu agonía.
Se cumplió la profecía
de tu Muerte y tu Pasión.
Bendito sea el perdón
que otorgaste al mundo entero
tras el lanzazo certero
que horadó tu corazón.
Se va y se vuelve a Cristo por María,
la Virgen Dolorosa y Madre nuestra,
que en el ritual de la Pasión se muestra
sufriendo ante la Cruz lenta agonía.
ya que tu amor de Madre nos demuestra
que no hay pena en el mundo como vuestra
triste aflicción y dolorosa vía.
se asocian en la cumbre del Calvario
al valor de su sangre generosa.
nos da Dios en legado hereditario
a su Madre, la Virgen Dolorosa.
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