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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

viernes, 22 de abril de 2011


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LA FE DE MARÍA
En todos los relatos evangélicos se deduce la fe de la Santísima Virgen María, sin embargo deseo detenerme en tres importantes capítulos en los cuales se destaca la fe de la Madre de Dios.
MARÍA VA A VISITAR A SU PRIMA ISABEL



Cuando María fue a visitar a su prima Isabel, esta le dijo: ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45), En efecto, Isabel, elogia a María, que creyó, por lo que se realizarán en ella los misterios anunciados de parte de Dios. Con ello se exalta la fe de María.
Porque María creyó, ésta fue su grandeza, este es el fundamento de toda su alegría y felicidad, su fe, es decir María, es la Maestra de la fe. María, sin poder explicarse el modo como se iba a realizar el Plan de Dios, lo acepta cuando se le anuncia. María con su fe, hizo que la obra de Dios fuera una realidad.
María es La que ha creído y el acto de fe en el ángel, la constituye en María, Madre de todos los creyentes en Jesús, nuestro Salvador. Esto no fue oculto a Isabel, por eso llama a María, Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? En otras palabras, reconoce a María como la Madre Dios.
Bella enseñanza la de María, ella es feliz, es dichosa, porque ha creído, porque ha aceptado la Palabra de Dios que llegó a su corazón.

EN LAS BODAS DE CANÁ

Jesús, aún no era conocido por milagro alguno, tampoco el se había presentado como el Mesías, El primer grupo de sus pocos discípulos de ese minuto, fueron invitados a la boda, como compañía de Jesús, algo que la hospitalidad oriental permitía ciertamente.
En las bodas de los pueblos, los menesteres de la cocina y del banquete son atendidos por las hermanas y mujeres familiares o amigas. Es lo que aparece aquí en el caso de María. A ellas incumbe atender a todo esto. El vino es tan esencial en un banquete de bodas en Oriente, que dice el Talmud: “Donde no hay vino, no hay alegría.” Según los escritos de esa época, la duración de las bodas era de siete días si la desposada era virgen, y tres si era viuda. Durando las bodas varios días, los invitados se renuevan. Porque no suponer además, la posibilidad de la llegada de huéspedes inesperados.
Es en este marco en el que se va a desenvolver la escena del milagro de Jesús. La boda debe de llevar ya algunos días de fiesta y banquete. Nuevos comensales han ido llegando en afluencia, tanto que las provisiones calculadas del vino van a faltar. Jesús, como invitado esta ya con ellos en la fiesta. Estando El presente, el vino llegó a faltar, algo esencial para la fiesta y la vergüenza iba a caer sobre aquella familia. Probablemente se debía de estar al fin de las fiestas de boda, cuando en algún aumento imprevisto hizo crítica la situación. Y éste es el momento de la intervención de María, que como amiga invitada de la familia, solidaria y talvez ayudando en los enseres de la cocina, pudo estar informada a tiempo de la situación crítica y antes de que trascendiese a los invitados, discretamente se lo comunica a su Hijo, “No tienen vino”.
Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. El decir “Mujer”, a su madre, esta palabra en labios de Jesús no indicaría desamor o despego, sino solemnidad. Así dice a la cananea: “¡Oh mujer!, grande es tu fe” (Mt 15:28), este término tiene un matiz de ternura. Sin embargo, la respuesta de Jesús es una negativa a la petición de María, por no haber llegado la hora de los milagros. Pero la actitud de María ante su Hijo, por conocer como madre privilegiadamente el corazón de Jesús, llena de confianza, sabe que será escuchada, da la orden a los sirvientes de que hagan cuanto su Hijo les diga.
María, podría haber pensado en una solución más humana, sin embargo ella se dirige a su Hijo, Jesús aun no ha realizado ningún milagro en público, sin embargo la fe en su hijo es absoluta. Juan Pablo II, en su catequesis “María, modelo y guía en la fe”, escribe: “El milagro responde a la perseverancia de su fe”.

MARÍA AL PIE DE LA CRUZ



Relata el Evangelio de san Juan, 19:25-27 “estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaban allí, dijo a la Madre: mujer, he ahí a tu hijo,  luego dijo al discípulo: he ahí a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Este relato, es exclusivo del evangelista Juan, entendemos, que se encuentran allí presentes y de pie junto a la cruz de Cristo, su madre y la hermana de la madre, llamada María de Cleofás, además de María Magdalena. Esta escena debe de tener lugar poco antes de morir Cristo. Los soldados tenían que custodiar de cerca a los crucificados, para evitar que los desclavasen. Por eso estaban sentados allí (Mt 27:36). Al principio de la crucifixión, un grupo de piadosas mujeres, entre las que está Magdalena, estaban mirando de lejos (Mc 14:40). Posteriormente, María, con este grupo de mujeres, entre las que está María Magdalena, está de pie junto a la cruz (Jn 19:25). Esto hace suponer que ya debe de llevar mucho tiempo en la cruz y que la muerte se acerca. Fue esto, seguramente, lo que hizo que el centurión (Mc 15:44.45) les permitiese acercarse a la cruz. Ni el pequeño grupo podía hacer nada en favor del moribundo, ante la guardia del centurión, máxime cuando, posiblemente, los primeros síntomas de la agonía comenzaban a acusarse.
Jesucristo mismo, desde lo alto de su cruz, quiso ratificar, por un don simbólico y eficaz, la maternidad espiritual de María con relación a los hombres, cuando pronunció aquellas memorables palabras: mujer, he ahí a tu hijo. En la persona del discípulo predilecto confiaba también toda la cristiandad a la Santísima Virgen.
En el dolor del Calvario, la fe de María permanece intacta, los sucesos dramáticos del momento, son extraordinarios. María, al pie de la Cruz, María mantiene una gran valentía, talvez sean los momentos más duros, sin embargo ella se mantiene de pie, ante esta dura prueba y mantiene absolutamente su fe. Esto es, hasta el fin, ella no dudo que Jesús era Hijo de Dios.
Toda esta demostración de fe,  se confirma luego a María con la resurrección de Cristo.
Que la Santísima Virgen María, viva en sus corazones.

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