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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

viernes, 22 de abril de 2011

¿Cuántas cruces ves?


¿Cuántas cruces vemos?
Cuántas cruces tenemos en nuestra memoria personal y colectiva?
¿Cuántas cruces tenemos en la conciencia?

No me refiero a las cruces como joya -nos instruye el sacerdote dominico, Francisco José Rodríguez Fassio- lo cual no deja de ser un contrasentido que un instrumento de tortura se convierta simplemente en un objeto para lucir en circunstancias y situaciones que generalmente no tienen nada de religioso.


Tampoco me refiero a esa cruz que se utiliza como martillo para atacar a los demás,"la cruz y la espada", ese sigue siendo un instrumento de tortura: de tortura religiosa, de tortura moral, de tortura sicológica o de tortura física.

Tampoco me refiero a esa cruz que se oculta, por un falso sentido de tolerancia, por cierta corrección política, y donde a veces se llega al ridículo de no poder expresar, lo que se es, y lo que se siente.

A este respecto me contaban el otro día una anécdota-continúa comentando Francisco J. Rodríguez Fassio- de que:

 "En muchos colegios hoy día no se puede montar el belén, se dice que es un paisaje  de invierno en el mejor de los casos, sin San José, sin la Virgen y sin el Niño.
No se puede hablar tampoco de Semana Santa, y sin embargo, porque hay alumnos de religión musulmana, pues viene un mediador cultural a explicarnos lo que es la fiesta del cordero".

 Lo cual está muy bien, ¡estupendamente!, porque si no conocemos a los que son diferentes de nosotros, nunca podremos comprenderlos, nunca podremos entenderlos y nunca podremos convivir desde dentro.
Sí, está muy bien que nos expliquen la fiesta del cordero" pero lo malo es que para eso parece que todo lo que sea cristiano, mejor dejarlo en la sacristía.

No, no me refiero a ninguna de esas cruces: falsificadas, violentas o toleradas, me refiero a las cruces reales, y yo creo -continúa comentando Rodríguez Fassio- que todos tendríamos que ver dos cruces:


En primer lugar, la Cruz de Jesús de Nazaret, del Crucificado, y no verla como un objeto, sino como una consecuencia. A Jesús lo crucificaron, no por despiste o porque se les fue la mano, sino por lo que hizo, lo que dijo, y lo que demostró ser, con el planteamiento que traía con respecto a la religión, con respecto a la política, con respecto a las relaciones, con respecto a la economía, con respecto al desarrollo de la persona; una alternativa que planteaba grandes ideales, pero chocaba con demasiados intereses,



¡y acabaron con Él!

Ver a Jesús crucificado no es verlo solamente a Él, sino también "sus por qués y sus para qué".
Y junto a Él la cruz de todos los crucificados y crucificadas de nuestra historia, eso que se nos olvida cuando pasamos de un periódico de un día, al siguiente, porque cada día viene con su razón de víctimas; eso que parece que es el desecho, la basura de la historia, donde solamente emergen los triunfadores, los grandes personajes.


Y sin embargo no vemos las víctimas, crucificadas y crucificados, que no pueden ser mantenidos en el olvido, ni sometidos a la injusticia del olvido histórico, incluso lo que cada uno de nosotros tenemos de víctimas: partes de nuestro ser que no han crecido, traumas, dificultades, injusticias, pecado...

Y hay que ver estas dos cosas:
La cruz de Cristo y las otras cruces porque se necesitan mutuamente.

1ª. Si solamente vemos las cruces de los crucificados de la historia, esas cruces no tienen remedio si no existe la resurrección de Cristo y la nuestra. Los que han muerto, han muerto. Las causas perdidas están perdidas irremisiblemente, ya no existen ni existirán más, la injusticia y la muerte triunfan sobre la vida y la justicia.

2ª. Y si solamente tenemos en cuenta la cruz de Jesús convertida en objeto religioso, es verdad aquello de que la religión es el opio del pueblo, porque despista de la historia y descompromete a los crucificados/as.


Pero juntas esas dos cruces, por una parte indica la solidaridad de Dios con nosotros, pero también la solidaridad de nosotros con Dios para combatir todas las cruces.
 Unas cruces superándolas, porque vamos desarrollando los medios políticos, sociales y médicos para poder superarlas. 
Y otras, las que son insuperables hoy por hoy, viviéndolas de tal manera que sean ocasión de solidaridad, de humanidad, de triunfo y de esperanza sobre la muerte.

Por eso, ¿cuántas cruces vemos?

Dice el teólogo jesuíta John Sobrino que:
" Además el ver las cruces de los demás, nos descrucifica a nosotros.
¿Por qué?
Nosotros estamos crucificados por nuestro egoísmo, nuestra insensibilidad, nuestro pasar de largo, nuestro mirar para otro lado ante las cruces, nuestro burlarnos de los crucificados.


Cuando nos disponemos a bajar a los crucificados, entonces ellos nos hacen solidarios, activos, que se relativicen nuestros problemas, que broten nuevas alegrías, que tenga sentido nuestra vida.

Por lo tanto en nuestra labor de estar junto a la cruz y descrucificar, también se nos resucita de nuestras propias cruces.



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