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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 7 de abril de 2011

La familia portadora de valores.

"Ventana abierta"

 La familia portadora de valores: la comunicación, base para una familia unida

Por Dr. Ramón Couto Turnes


Hace poco impartía yo una conferencia con este título a los padres de familia de un colegio de enseñanza media. La asociación de padres trata con mucho interés el problema de la unidad de la familia como base para la estabilidad afectiva, social y académica de los niños, de ahí el motivo de esta mi intervención.
Para explicar a los padres la diferencia entre una familia que está junta y una familia unida, les conté la anécdota de un paciente mío que trató de conseguir una familia unida. Un dia organizó un fin de semana con salida al campo todos juntos. Primero habló con su hijo de unos 15 años que ya había quedado con sus amigos para ir al futbol el domingo: “Llámales, diles que no puedes ir. Yo quiero una familia unida y este fin de semana vamos a ir al campo”. Hizo lo mismo con su hija de 13 años que habia quedado con sus amigas para ir al cine. El hijo montó en cólera y el padre le dio una bofetada. La hija se enfadó y pasó el fin de semana sin hablar, por el disgusto, pero el padre había conseguido una familia unida.

Inés y su mamá

Obviamente ni esta era una familia unida, ni nadie queremos este tipo de unión. La unidad entre personas no se logra consiguiendo que cada una de ellas comparta de manera idéntica o similar, sino cuando comparten idénticos valores y se enriquecen entre sí con la suma de los estilos personales de cada uno.
De todo esto nace el estilo y la fortaleza de una familia. Dicho de otra forma, la familia unida es esa en donde han logrado que los distintos miembros terminen apreciando unos mismos valores y que la riqueza de la familia sea la suma de los estilos personales de cada uno de sus miembros. Por tanto es bueno y necesario que cada hijo tenga su propio estilo y sepa respetar, compartir y apreciar aquellos valores que les son comunes.
Quizás sea bueno, antes de continuar, plantearnos qué entendemos por valores o qué valores son esenciales, o cuáles son subjetivos y cuáles universales o pertenecen a la comunidad en la que estamos integrados. Hay algunos que incluso son patrimonio de una/s determinada/s familia/s como puede ser el caso de la nobleza o de determinadas etnias, aunque cada vez se van universalizando más. También hay valores militares o religiosos y que algunos son inalterables y no se universalizan con el tiempo.
Pero nunca se pondrá en duda como tales, valores como el altruismo, la responsabilidad, la tolerancia, la generosidad, el respeto, etc. Es que los valores valen por sí mismos y van mas allá de las personas, es decir, trascienden, son captados como un bien y se les identifica con lo bueno.
Ya sé que los filósofos nos van orientando constantemente porque dicen que no se sabe lo que realmente es un valor. Sin embargo, se puede decir, para andar por casa y a mí me gusta, que es algo que uno aprecia, algo que enriquece a la persona y contribuye a su perfeccionamiento, de ahí que podamos diferenciar entre valores materiales e inmateriales, valores subjetivos y objetivos, valores universales o temporales.
Pero no continúo en esta dirección porque no es de lo que quiero escribir, sino de la comunicación como base para una familia unida.

Familia, atardecer

La comunicación en la familia es vital para transmitir y reafirmar valores y fortalecer la unidad y si esta comunicación falta se puede garantizar el fracaso de la familia como unidad de destino.
La comunicación, como la define el que fuera mi profesor, David Isaac, del Instituto de la Familia de la Universidad de Navarra “es un proceso dinámico de intercambio de acciones, pensamientos y sentimientos que tienden a compartir, proteger y reforzar algo valioso en las relaciones, aumentando asi la union de las mismas durante el transcurso del tiempo”.
Una familia sin comunicación, es una familia desunida, que no comparte experiencias, que no cuenta con valores en común.
No hay necesidad de compartirlo todo, hay aficiones que entran en el ámbito de lo personal (no a todos ha de gustarles el fútbol, por ejemplo).
La familia es la escuela en donde primero aprendemos a comunicarnos y este aprendizaje va a ser determinante en nuestra relación con los demás a lo largo de nuestra vida. Es además el medio natural para que sus integrantes descubran formas de ayudarse y de satisfacer muchas de sus necesidades, especialmente las más profundas, como son las afectivas y las emocionales.
La familia tiene como misión la de crear unas condiciones tales que cada uno de sus miembros se sientan queridos, apoyados, tenidos en cuenta, escuchados y con posibilidades de autorrealizarse como personas. Esta misión solo puede realizarse si todos y cada uno de sus miembros aprenden a comunicarse de tal forma que logran construir una relación positiva, sólida y afectiva.
Las relaciones familiares dependen mucho también de lo que se dice, cómo se dice, del tono que se utiliza, de la claridad del mensaje y de los gestos, porque detrás de todo esto hay unas profundas raíces de sentimientos, frustraciones y vivencias habidas en la infancia y que van a reflejarse después en las comunicaciones de la edad adulta.
Los niños aprenden a comunicarse en la interacción de la familia, de ahí la importancia de hacer de ésta una realidad familiar común, un espacio privilegiado de aceptación y amor en donde se comparta, se viva y se respeten las distintas formas de ver las cosas en cada uno de sus miembros y al mismo tiempo se unan en pos de un objetivo común.
Este planteamiento tiene mucha más fuerza hoy a raíz de los nuevos paradigmas que se incorporan a la familia como la informática, los celulares, etc., y a los que es preciso dar cauce en un ámbito de entendimiento y haciéndolo compatible con la comunicación.
Es necesario igualmente dar salida a otro paradigma que en los últimos años dio un vuelco muy importante al concepto tradicional de la familia. Me refiero a las monoparentales, homosexuales o a las nacidas de segundas nupcias con todo lo que esto conlleva.
En las primeras se requiere crear cauces sociales válidos y suficientes para que no se resienta la calidad de vida y la educación de los hijos. En los segundos, asumir esta realidad social y encauzar legalmente su integración. Y los últimos, un colectivo muy importante, teniendo en cuenta que en España uno de cada tres matrimonios terminará separándose, necesitan fórmulas de protección, ayuda y control para evitar que los hijos, a veces moneda de cambio, se conviertan en víctimas de las desavenencias de los padres.




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