Quiero poner mi esperanza en los hombres,
pero quiero que seas Tú la razón de mi esperanza.
(Foto: Flickr Gusuval)
Señor: necesitamos más esperanza. Necesito esperanza cuando todo me sale mal. Cuando no veo luz en el horizonte. Cuando no cuento con nadie.
Pero también necesito esperanza: Cuando todo me sale bien.
Cuando lo tengo todo. Cuando creo verlo todo claro. Pero una esperanza: Capaz de hacerme mirar lejos.
Capaz de empujarme hacia adelante. Capaz de animarme en mis dudas.
Capaz de fortalecerme en mis inquietudes. Quiero poner mi esperanza en los hombres.
Pero, sobre todo, quiero que seas Tú la razón de mi esperanza, el aliento de mi esperanza.
Que aunque todos me dejen solo, sepa que siempre podré contar contigo.
Que sepa que mi esperanza en Ti se fundamenta en la esperanza que Tú tienes en mí.
Soy de los que tengo demasiadas prisas. De los que no saben esperar a que la fruta madure y quiero comerla cuando aún está verde. Soy de los que quiero que las cosas me salgan ya y ahora.
Por eso, la parábola de la higuera me resulta consoladora.
Quiero ser bueno, y cada día descubro que estoy lejos de ser lo que debo ser.
Quiero ser santo, y cada día me siento pecador.
Quiero ser un cristiano auténtico, y cada día experimento la mentira que llevo dentro.
Por eso me desespero conmigo mismo. Y tengo momentos en los que quisiera tirar la toalla y dejarme arrastrar por lo que hacen todos.
Pero siento también que Tú aún sigues teniendo fe en mí. Que sigues esperando mi cambio, mi conversión. Los hombres tenemos demasiadas prisas y no sabemos esperar. Lo primero que se nos ocurre es “arrancarla, cortarla”. Pero tú siempre tienes un año por delante. Y siempre tienes el abono suficiente para echar en las raíces.
Es que nuestra tentación es la de pensar que los otros son los malos, como aquellos galileos pasados a cuchillo por Pilato y que nosotros somos los buenos. Y Jesús se encarga de bajarnos de nuestras alturas y nos dice que “solo cambiando seremos diferentes”, porque en realidad somos todos muy parecidos.
Yo sé que muchos nos escandalizamos de los “malos que hay en la Iglesia”. Esos que ocupan por gusto las bancas de nuestras Iglesias, que nosotros a gusto echaríamos fuera. Es que cuando se trata de los otros nos encanta la limpieza de la Iglesia, la santidad de la Iglesia.
Y resulta que, a pesar de todas las críticas que se hacen a la Iglesia por sus pecados y por sus errores, Jesús sigue permitiendo que también los no santos sigan en la Iglesia. Que sigan siendo miembros de la Iglesia. Que sigan siendo Iglesia.
¿Recuerdan lo que dice Juan en aquella desbandada de Galilea, cuando todos se fueron y abandonaron a Jesús? Jesús dice: “que él sabía quiénes creían y quiénes no creían e incluso que sabía quién de ellos le iba a entregar”. Menos mal que Pedro no se enteró quien era, porque estoy seguro le saca el alma. Y sin embargo, Jesús lo dejó seguir en el grupo. Lo siguió abonando con su amor y con su Evangelio.
Jesús no se dedica a cortar y arrancar higueras, por más que no den fruto. Prefiere dejarlas en pie, seguir abonándolas. Algún día brotarán los higos. ¿Alguien se imagina que hoy Jesús cortase de su Iglesia a cuantos no damos los verdaderos frutos de Santidad?
Claro que tengo conciencia de que los inútiles, los estériles, damos mala imagen de la Iglesia y los hombres se escandalizan. Jesús prefiere el escándalo a privar a alguien de la posibilidad de cambiar, la posibilidad de ser un cristiano vivo y florecido en santidad.
Por eso, necesitamos menos prisas y más esperanza. Menos escándalos y más esperanzas en la gente. Necesitamos seguir creyendo en los demás, también en los que ocupamos un lugar inútil en la tierra de la Iglesia. A mí me ha dado muchos años de espera. Y espero me dé otros más hasta que un día pueda comer los sabrosos higos en mi vida.
Oración
Señor: Sé que somos muchos los que ocupamos inútilmente tu Iglesia.
Sé que muchos quisieran echarnos fuera, cortarnos.
Pero tú sigues también hoy diciéndonos a cada uno: “un añito más”
Abonaré mejor tus raíces. Algún día será.
Abrenos a tu esperanza. Que si tú no te cansas de esperarnos,
nosotros no nos cansemos de esperar un futuro mejor en nuestras vidas.
P. Clemente Sobrado.
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