caridad en todo".
San Agustín expresó de manera sintética los principios aptos para resolver el problema de la unidad y la pluralidad en las comunidades cristianas:
I. Unidad en lo necesario.
Si falta la unidad en lo necesario, se rompe la comunión eclesial. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos." (Ef 4,4-6).
II. Libertad en lo opinable.
Unidad no es uniformidad. Una vez asegurada la unidad en lo esencial, la libertad de los hijos de Dios se despliega abarcando el ancho campo de lo cambiante y contingente.
Uno puede perfectamente ser cristiano y dedicarse a la teología, al cuidado de los enfermos, a la contemplación o a la ingeniería; se puede ser un buen cristiano en el matrimonio o en el celibato; formando parte de una "comunidad eclesial de base" o siendo un simple "fiel de Misa"; estando integrado a una parroquia o a un movimiento; etc.
III. Caridad en todo.
"Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor." Debe prevalecer siempre la caridad, el amor cristiano. La caridad, según nos enseña San Pablo, es la mayor de las virtudes cristianas, la única que no pasará jamás.
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