
¡Dios mío! Envíanos algunos locos, de aquellos que se comprometen a fondo, de aquellos que se olvidan de sí mismos, de aquellos que saben amar con obras y no con palabras, de aquellos que se entregan verdaderamente hasta el fin. Nos hacen falta locos, desafinados, apasionados, personas capaces de dar el salto en el vacío inseguro, desconocido y cada día más profundo de la pobreza; aquellos que saben aceptar la masa anónima, sin deseo de utilizarla como escabel; aquellos que no utilizan para su servicio al prójimo. ![]() Nos hacen falta locos, ¡Dios mío!. Locos en el presente, enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores del pobre, amantes de la paz, libres de compromisos, decididos a no hacer nunca traición, despreciando su propia comodidad, o su vida, plenamente decididos por la abnegación, capaces de aceptar toda clase de tareas, de partir dondequiera que sea por disciplina, al mismo tiempo libres y obedientes, espontáneos y tenaces, alegres, dulces y fuertes. Amén. |
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