- Te contaremos la historia:
- Dijimos que en la CONFIRMACIÓN, DIOS NOS DA SU ESPÍRITU SANTO.
- La CONFIRMACIÓN debe hacerla el SEÑOR OBISPO o un delegado suyo (alguien a quien él le da permiso especial para hacerlo).
- Al recibir la confirmación nos obligamos a:
Para confirmarse se necesita:
Sí, hay un padrino si el que se confirma es hombre o una madrina si la que se confirma es mujer. El padrino debe ser un católico que viva como tal y que ya esté confirmado. El padrino debe hacer cuanto pueda para que su ahijado lleve una vida católica plena.
Ven, Espiritu de Amor e Ilumina Nuestras Vidas!
***El Espíritu Santo y la vida cristiana***
A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo (Cf. Rom 8,9.11;
1Cor 3,16; Rom 8,9). Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros.
El don del Espíritu Santo es el que:
nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;
nos permite conocerlo y amarlo;
hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.
La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios. (Cf. Gal 5,13-18; Rom 8,5-17).
Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son:
- Sabiduría: nos comunica el gusto por las cosas de Dios.
- Ciencia: nos enseña a darle a las cosas terrenas su verdadero valor.
- Consejo: nos ayuda a resolver con criterios cristianos los conflictos de la vida.
- Piedad: nos enseña a relacionarnos con Dios como nuestro Padre y con nuestros hermanos.
- Temor de Dios: nos impulsa a apartarnos de cualquier cosa que pueda ofender a Dios.
- Entendimiento: nos da un conocimiento más profundo de las verdades de la fe.
- Fortaleza: despierta en nosotros la audacia que nos impulsa al apostolado y nos ayuda a superar el miedo de defender los derechos de Dios y de los demás.
Los símbolos del Espíritu Santo
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
El Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
La Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
El Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
La Nube y la Luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para “cubrirla con su sombra”. En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
El Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el “don del Espíritu”.
La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.
***ORACION PARA PEDIR LOS DONES
DEL ESPIRITU SANTO***
Envía Padre los dones del Espíritu Santo
Eterno Padre, en nombre de Jesucristo
y por la intercesión de la Siempre Virgen María,
envía a mi corazón al Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Sabiduría.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Entendimiento.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Consejo.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de fortaleza.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Ciencia.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Piedad.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don del Santo Temor de Dios.
¿Quién es el Espíritu Santo?
“Nadie puede decir: ¡Jesús es el Señor! sino por influjo del Espíritu Santo” (1Co 12,3) Muchas veces hemos escuchado hablar de Él; muchas veces quizá también lo hemos mencionado y lo hemos invocado. Piensa cuántas veces has sentido su acción sobre ti: cuando sin saber cómo, soportas y superas una situación, una relación personal difícil y sales adelante, te reconcilias, toleras, aceptas, perdonas, amas y hasta haces algo por el otro…. Esa fuerza interior que no sabes de dónde sale, es nada menos que la acción del Espíritu Santo que, desde tu bautismo, habita dentro de ti.
El Espíritu Santo ha actuado durante toda la historia del hombre. En la Biblia se menciona desde el principio, aunque de manera velada. Y es Jesús quien lo presenta oficialmente:“SI ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Defensor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad…. En adelante el Espíritu Santo Defensor, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas las cosas y les va a recordar todas mis palabras. … En verdad, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Defensor no vendrá a ustedes. Pero si me voy se lo mandaré. Cuando él venga, rebatirá las mentiras del mundo…. Tengo muchas cosas más que decirles, pero ustedes no pueden entenderlas ahora. Pero cuando Él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá en la verdad total”.Estos son fragmentos del Evangelio de San Juan, capítulos 14, 15 y 16. Si quieres saber más sobre las últimas promesas y más profundas revelaciones de Jesús, lee con atención y mucha fe, esta parte del evangelio.
Desde que éramos niños, en el catecismo aprendimos que “el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad”. Es esta la más profunda de las verdades de fe: habiendo un solo Dios, existen en Él tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Verdad que Jesús nos ha revelado en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal .
ORACION PARA IMPLORAR EL ESPIRITU SANTO
Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo,
y por la intercesión de la Santísima Siempre Virgen María,
envía a mi corazón El Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo, a mi corazón y santifícalo.
Ven, Padre de los pobres, y alíviame.
Ven, autor de todo bien, y constélame.
Ven, luz de las mentes e ilumíname.
Ven, dulce huésped de los corazones, y no te apartes de mí.
Ven, verdadero Refrigerio de mi vida, y renuévame.
Tres veces……….Gloria al Padre…….
Espíritu Santo, eterno Amor,
Ven a nosotros con tus ardores,
Ven, inflama nuestros corazones.
Y SERÉIS MIS TESTIGOS” (Hech. 1:8)
Historia:
La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí.
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San Irineo, Tertuliano y Orígenes, a fin del siglo II y principio del III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual.
Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua. Se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.
Significado:
Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.
Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.
La Fiesta de Pentecostés es como el “aniversario” de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.
Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace dos mil años hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creemos que Cristo vino, murió y resucitó por nosotros; sobre quienes sabemos que somos parte y continuación de aquella pequeña comunidad ahora extendida por tantos lugares; sobre quienes sabemos que somos responsables de seguir extendiendo su Reino de Amor, Justicia, Verdad y Paz entre los hombres.
Ven Padre de los pobres, ven a darnos tus Dones
Tú eres descanso en el trabajo, Ven a darnos tu Luz.
Consolador, lleno de bondad, dulce huesped del alma,
suave alivio de los hombres.
Tu eres descanso en los trabajos
templanza en las pasiones,
alegria en nuestro llanto.
Querida Virgen María, querida Mamita linda, a tus pies, contemplando tus bonitos ojos que transparentan a Dios, acudimos a ti llenos de confianza.Tu eres madre de todos, justos y pecadores. Por eso, imploramos tu protección y te ofrecemos nuestras buenas obras, nuestro rechazo al libertinaje y a la corrupción de costumbres. Quédate con nosotros, quédate en nuestro corazón. ¡Bendícenos Madre del Amor Hermoso, como sólo una madre lo sabe hacer!
~Mamita Linda~
La Virgen María es Madre de todos los hombres. Al pie de la Cruz estaba la Virgen María traspasada de un inmenso dolor viendo a su divino Hijo pendiente de la Cruz. Y Jesús, desde la Cruz, nos la entregó como Madre nuestra y nos hizo a todos los hombres hijos de María. Por eso María es Madre nuestra, para que cuide nuestras almas y pida a Jesucristo, su Hijo, nos lleve a todos los hombres al Cielo. Ella vela para librarnos del pecado y del infierno. Cuando invocamos a la Virgen en nuestras tentaciones, en nuestros peligros del alma y del cuerpo, en nuestras tribulaciones, ella desde el Cielo nos consigue innumerables gracias.
Para salir del pecado que con sus cadenas nos ata fuertemente el demonio, lo magnífico es acudir a la Virgen nuestra Madre.
San Bernardo indicaba: “En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. ¡Quién no esperará en Ti, si ayudas aun a los desesperados!”
Los medios mejores para amar a la Virgen son cumplir los mandamientos, consagrarse a Ella todos los días, rezar el santo Rosario y al acostarnos rezar las tres Avemarías.
Practica:
En las tentaciones, en las necesidades y tribulaciones, invocaré a María, es nuestra Madre. Ella siempre nos socorrerá.
Confiar en Dios requiere, de cada uno de nosotros, que nos pongamos en sus manos. Esta confianza en Dios, base de la conversión del corazón, requiere que auténticamente estemos dispuestos a soltarnos en Él.
Cada uno de nosotros, cuando busca convertir su corazón a Dios nuestro Señor y busca acercarse a Él, tiene que pasar por una etapa de espera. Esto puede ser para nuestra alma particularmente difícil, porque aunque en teoría estamos de acuerdo en que la santidad es obra de la gracia, en que la santidad es obra del Espíritu Santo sobre nuestra alma, tendríamos que llegar a ver si efectivamente en la práctica, en lo más hondo de nuestro corazón lo tenemos arraigado, si estamos auténticamente listos interiormente para soltarnos en confianza plena para decir: “Yo estoy listo Señor, confío en Ti”
Mientras yo no sea capaz de soltarme a Dios nuestro Señor, mi alma va a crecer, se va a desarrollar, pero siempre hasta un límite, en el cual de nuevo Dios se cruce en mi camino y me diga: “¡Qué bueno que has llegado aquí!, ahora tienes que confiar plenamente en mí”. Entonces, mi alma puede sentir miedo y puede echarse para atrás; puede caminar por otra ruta y volver a llegar por otro camino, y de nuevo va a acabar encontrándose con Dios nuestro Señor que le dice: “Ahora suéltate a Mí”; una y otra vez, una y otra vez.
ORACION DE ABANDONO
Padre, en tus manos me pongo,
haz de mi lo que quieras.
Por todo lo que hagas de mi, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal de que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi alma entre Tus manos, te la doy, Dios mío,
con todo el ardor de mi corazón porque te amo,
y es para mi necesidad de amor el darme,
el entregarme entre tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
Queridos hermanos,Estamos muy cerca de la Gran Celebracion de Pentecostes, es decir la venida del Espiritu Santo. Y en estos dias que anteceden a esta gran fiesta podemos reflexionar un poco en que tanto permitimos al Espiritu Santo reinar en nuestras vidas, en que tanto nos dejamos guiar por este Espiritu de Amor que sabe muy dirigirnos si nosotros nos dejamos dirigir, pero que no puede actuar si nosotros no le damos esa oportunidad de llenarnos de su presencia en todos los instantes de nuestras vidas.Asi pues, tenemos unos dias para hacer una buena reflexion y pedirle a Dios que podamos ser sensibles a ese Espiritu de Amor que desea llevarnos siempre hacia nuestro destino verdadero y final que es vivir en gracia de Dios en todo momento.Que Nuestro Dios nos conceda abrir nuestros corazones a esta venida del Espiritu Santo para que podamos ser mejores hijos de Dios y vivir siempre haciendo la voluntad del Padre.
~OH, ESPIRITU SANTO~
Santo Espíritu que procedes del Padre y del Hijo
Envíanos Padre el Espíritu Santo.
Regala a tus hijos sus dones, refuérzanos con el Paráclito.Danos sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
Padre Misericordioso que no dudaste en enviarnos a tu Hijo, no nos niegues ahora Tu Espíritu.
Padre reconciliador, te lo pedimos por los méritos de Tu Hijo Jesucristo; Amadísimo por Ti, qué te fue Obediente hasta la muerte y una muerte de Cruz.
Llénanos tambien con sus doce frutos.
Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Mansedumbre, Bondad, Benignidad, Longanimidad, Fe, Modestia, Templanza, Castidad.
Padre Omnipotente, Dios Eterno, te Alabamos y te Bendecimos
Te damos gracias; Creador del Universo, Amen.
Esperemos muy pronto la Venida del Espiritu de Amor!
Pablo no dice que el Espíritu Santo quita nuestras “debilidades,” sino que Él “nos ayuda.” “Vivimos nuestra vida completa en condiciones de debilidad.”Lo maravilloso, dice Leon Morris: “Lo que el Espíritu hace es ayudar; Él nos da el auxilio que necesitamos para vernos completamente.”
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