Para Dios todos estamos vivos
El Padre es Dios de la Vida. Y nuestras vidas están llamadas a entrar en esa Vida, desde el vientre materno. Esto ha de darnos una gran confianza y llenarnos de esperanza, de una esperanza que no se acaba, porque estamos llamados a vivir para siempre por pura gracia de Dios. La resurrección es nuestra ansiada meta. Y éste es el don más preciado de Cristo Resucitado.
¿Cómo será el futuro? No seamos como los saduceos del Evangelio, haciendo miles de preguntas sobre cuestiones “periféricas”. Lo importante es descubrir que Dios “no es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos están vivos”.
En esa confianza oremos también esta semana con nuestros hermanos y hermanas que están para siempre con el Señor.
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