Es que ¿alguien se atrevería a lanzarse a la carretera sin conocer el camino? Estoy seguro que, o tendrá que pararse a preguntar constantemente o bien tendrá que correr el riesgo de perderse.
A mí me encanta ese aparatito que constantemente va diciendo donde tienes que torcer, por qué entradas tienes que ir en las rotondas. Fastidia un poco que constantemente te vayan hablando. Pero es lindo.
Tomás fue sincero cuando le dice a Jesús: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Al menos reconocía que se sentía perdido para seguir caminando por la vida.
Y Jesús fue bien claro en su respuesta: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.
Jesús y su Evangelio son nuestro mapa de ruta, los que nos van señalando en cada momento cuál es el camino que nos lleva hasta el Padre. El Evangelio es nuestro libro de ruta, el que nos dice por donde tenemos que ir y hacia donde ir. Y esto es lo que nos define a los creyentes, pues sin El “nunca llegaremos al Padre”.
¿Cuántos matrimonios reciben de regalo, el día de su Boda, la Biblia para que sepan cómo caminar en este nuevo camino de esposos? Es posible que reciban mil y un regalos: refrigeradoras, batidoras, cocinas, cafeteras etc. Pero les falte el mapa de ruta. El mapa que les señale:
cómo vivir juntos,
como compartir juntos,
cómo luchar juntos,
cómo solucionar juntos sus problemas,
cómo ser felices los dos juntos,
cómo dar estabilidad y cómo hacer fiel su amor.
Y sobre todo, que les marque y señale cuál es la meta de su amor, su camino de gracia y santidad como pareja. Se que en algunas partes ya se está introduciendo, como parte del rito de la boda, la entrega de la Biblia. Pero personalmente aún no tengo experiencia de ello, aunque me gustaría que esto formase parte de la celebración.
¿Y habrá enamorados que reconozcan a Jesús como el camino de su verdadero amor que los va guiando y marcando el camino hacia la celebración del sacramento de la boda?
Y por supuesto, estoy seguro que ningún político, ni economista tiene, al lado de la Constitución Política, el Evangelio.
“Escuchar en él la invitación a andar, a cambiar, a avanzar siempre, no a establecernos nunca, renovarnos constantemente, sacudirnos de perezas y seguridades, crecer como hombres, ahondar en la vida, construir siempre, hacer historia más evangélica. Apoyarnos en Cristo para andar día a día el camino doloroso y al mismo tiempo gozoso que va desde la incredulidad a la fe”.
A lo que yo añadiría: “y el camino de la fe que va a la vida”. Porque Jesús no solo es camino para llegar al Padre, sino el camino como vivir como hijos amados del Padre. ¿y no es también éste el camino y el caminar diario de la Iglesia por los caminos del tiempo y del mundo?
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