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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

lunes, 30 de mayo de 2011


“Ventana abierta”.

Mientras duermes.

Es un placer saludar a quienes pasen por mi “Ventana

abierta” y la vuestra.





Mi querida hija, llevo un rato observando el suave ritmo de tu
respiración mientras duermes.
Por la mañana te he regañado porque consideré que te vestías con

lentitud.
Luego en el desayuno, te llamé torpe al ver los cereales
desparramados, que recogí entre bufidos.
Cuando abrías la puerta para salir al colegio no te he despedido con
un beso, sino que te acusé de no saber cómo se mira un reloj. Tú
me has sonreído dócilmente y me has dicho: “Adios mamá”.
Por la tarde yo hablaba por teléfono mientras tú jugabas en el
salón, cantando y gesticulando, con tus muñecos distribuidos por el
suelo. Impaciente te he pedido que dejases de hacer ruido y te he

ordenado con tono de sargento:
 “Haz los deberes ahora mismo y deja de perder el tiempo”. Luego
pasé más de una hora al teléfono mientras tú hacías los deberes en
silencio.
Por la noche yo continuaba ocupada en lo mío. Te has acercado con
paso vacilante. “Mamá” –me has llamado-.
“¡Qué pasa ahora!” –resoplé mirando al techo creyéndome una
víctima importante.
“Mamá, ¿leemos un cuento?”
“¿Acaso no sabes que estoy trabajando?”
Al verte inmóvil junto a mí, he destruido el rescoldo de tus
esperanzas diciéndote abruptamente:
Tu cuarto continúa desarreglado y desordenado. ¿Cuántas veces
tengo que decírtelo? ¡Vete a recogerlo ahora mismo!”
Te alejaste cabizbaja hacia tu habitación.

Al cabo de un ratito has asomado la cabeza por la puerta:

“¿Es que todavía sigues aquí?” –te reñí enfadada-.

Tú sin decir palabra, te has acercado y, echándome los brazos al

cuello, me has besado en la mejilla:

 “Buenas noches, mamá. Te quiero mucho”-has dicho-.

Y luego, tan silenciosamente como apareciste, te has marchado.

Yo me he quedado durante un rato con la mirada fija, invadida por

el remordimiento, preguntándome en qué momento del día he

perdido la orientación.

Tú no eres la causa de mi mal humor, sólo eres una niña ocupada

en la tarea de crecer mientras yo, perdida en un mundo de adultos,

te he exigido que aguantases la alteración de mi carácter y mi falta

de ternura.

A pesar de todo, me has regalado un beso.

Y ahora, al verte dormir, deseo que el día vuelva a empezar para

ofrecerte:

Una sonrisa en la mañana.

Una palabra de aliento por la tarde.

Un cuento antes de dormir.

Y sobre todo, para permitirme el lujo de disfrutar siendo tu mamá.



¡Besitos!

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