Atardece
ha llegado el otoño y los pájaros detienen su trino.
¿En dónde estás cielo? las nubes te cierran el paso.
Acaricio mi rostro con mi abrigo azul y el frío entra
con paso firme en mis huesos.
Quiero irme, pero algo me detiene. Son los árboles que me hablan
de un camino viejo que todavía no he recorrido.
Son las hojas esparcidas por el suelo
que amarillean descansando en un sueño eterno.
Es el murmullo de la brisa que juega ligera
a esconderse y no decirme.
Y tus ojos perennes, mirándome, inquisidores y perplejos,
que me siguen.
Las ardillas juegan coquetas y mascan sin prisa
su última recolecta.
Las arañas tejen deprisa su pequeña red invisible.
Los erizos pasean ausentes y ajenos a esta soledad que me invade.
Pero yo estoy aquí, todavía no me he ido, esperándote,
y sabiendo firmemente, que no volverás.
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