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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 22 de mayo de 2011

Arriesgados y críticos.


espiritusanto

Cuando hablamos de los dones del Espíritu Santo solemos olvidarnos mucho del “don de fortaleza, de valentía y de coraje” y pienso que es uno de los dones más maravillosos del Espíritu Santo. Y de los más necesarios tanto personalmente como eclesialmente. Por nosotros mismos somos débiles, por muy forzudos que nos creamos.
Y hay muchas cosas que afrontar en la vida que requieren de valentía y de coraje.
Uno de los elementos paralizantes de la vida, también de la vida de la Iglesia, es el miedo.
El miedo al cambio.
El miedo a lo nuevo.
El miedo a las nuevas experiencias.
El miedo a todo lo que no se ha dicho o experimentado.
Por eso la Iglesia vive más con “la prudencia del freno” que la “valentía del acelerador”.
En la Iglesia tenemos demasiadas cosas que “damos por seguras e inmutables”.
En la Iglesia hablamos más de “lo que fue” que de lo que “todavía es posible”.
La Iglesia necesita de mucho coraje, sobre todo para afrontar los cambios, porque la Iglesia no es un archivo del pasado sino una vida que camina.

Juan Pablo II, hablando a los Obispos alemanes, les dice con toda claridad: “Parece necesario volver a ser más arriesgados y más críticos. Más críticos frente a lo aparentemente asegurado e imprescindible, más arriesgados frente a lo posible. “Los brotes espontáneos  tendrán siempre sus dificultades y problemas; pero las molestias que de ahí se derivan no pueden justificar que se apague el Espíritu donde tal vez él quiere brotar. “No apaguéis el Espíritu, dice el Apóstol. “Probadlo todo y quedaos con lo bueno”. (1 Tes 5,19) Esto vale para hoy. Arriesgad esta valiente apertura”.

“Más críticos” frente a lo aparentemente asegurado e imprescindible.
No todo está dicho en la Iglesia.
No todo lo que puede hacer está hecho.
No todo lo “seguro” es tan seguro y firme.
Ni todo lo “imprescindible” es tan imprescindible.
Absolutizamos demasiadas cosas que terminan siendo relativas.
Absolutizamos demasiados criterios y modos de pensar.
Absolutizamos demasiados modos de hacer las cosas, como si fuera la única manera de hacerlas, la única manera de anunciar el Evangelio, la única manera de organizar la vida cristiana, la única manera de defender la verdad.
 “Más arriesgados” frente a lo posible.
La potencialidad del Evangelio no se ha agotado.
La lectura e interpretación del Evangelio no se ha agotado.
La organización de las Diócesis, las Parroquias no se ha agotado.
Los nombramientos y ministerios no se han agotado.
Todavía hay muchas posibilidades sin estrenar.
Todavía hay muchos posibles modos de ser y actuar.
Todavía hay muchas presencias en el mundo no estrenadas.
Todavía hay muchas formas de santidad inéditas y posibles.
Por eso, en la Iglesia, más que quedarnos con lo que siempre “fue así” tendríamos que vivir contemplando el horizonte de lo que “todavía es posible”, en lo que puede ser de otra manera.  Porque sólo mirando a lo posible se puede avanzar. Hay posibles que hoy parecen imposibles. Y hay imposibles que aún siguen siendo posibles.
Pero todo ello requiere de “más capacidad de riesgo”. Un riesgo que no nacerá de nuestras “prudentes seguridades”, sino de la acción del Espíritu en nosotros. 
Todo cambio, y toda aventura y riesgo por lo nuevo, claro que crea malestar y dificultades y problemas. Porque nos desestabiliza y nos saca de nuestras perezas. Lo nuevo requiere docilidad al Espíritu. Requiere levantarnos de nuestros cómodos sillones y meter los tractores para abrir nuevos caminos o incluso nuevos túneles que perforen las montañas.
Pero, como dice el Papa, esas dificultades y esos problemas “no pueden justificar que se apague el Espíritu”. Es significativa la frase de Pablo a los Tesalonicenses: no cerrarse a nada, probarlo todo, y luego quedarse con lo bueno. Porque es posible que no todos los cambios respondan a la verdad y a la realidad. Pues esos se eliminan. Pero no eliminemos lo bueno para evitar el equivocarnos.
Y Jesús fue bien claro: cuando venga el Espíritu “él os recordará todo y os lo enseñará todo”. No lo sabemos todo, aun necesitamos aprender muchas cosas más.
El Espíritu Santo tiene una doble función en la Iglesia: la de ser críticos de lo que somos y hacemos y la de ser más arriesgados y decididos. Así lo entendía también Juan Pablo II. “Crítica ante lo aparentemente asegurado e imprescindible”. Y “arriesgados ante lo posible”.

Oración

Señor: Gracias por el don de tu Espíritu.
Nos das la capacidad de ser críticos de nuestras seguridades.
Nos das la capacidad para arriesgarnos ante lo posible.
Danos la valentía de criticar con espíritu de amor.
Danos valentía para arriesgarnos y no jugar a lo seguro.
Que nuestra apatía no retrase tu Reino.
Que nuestros miedos no retrasen tu Reino.
“Ven Espíritu Santo enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Clemente Sobrado C. P.
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