¡Éste es mi Hijo amado!
Tiempo de cuaresma. Segundo domingo que va llegando. En medio de la conversión, de nuevo, como en el bautismo, una voz desde la nube decía: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”. No hay mejor receta para este tiempo: escuchar atentamente al Hijo, escucharlo de corazón. Recrear en la propia vida el amor tan inmenso entre el Padre y el Hijo a través de la acción del Espíritu que es el Amor. Como Pedro, Santiago y Juan seamos testigos de este amor. Seguro que vivimos una fe más dinámica, apasionada y desde la entrega que genera la más íntima y fecunda comunión.
No nos quedemos boquiabiertos en el monte. Bajemos. Veamos dónde es necesario ese amor. Nunca en las nubes, siempre necesario en la tierra. Encarnemos en el día a día esa experiencia sublime de sentirnos continuamente mimados por ese Amor que se prodiga para que nosotros comprendamos de una vez cuál es nuestra vocación.
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