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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

martes, 31 de mayo de 2011

Esperando bajo la lluvia.

LA VIDA ES UN VIAJE EN TREN

San Antonio de Padua.


Inmaculada Finaquero García
Adjunta los cánticos que cantan el sexto día de la novena a San Antonio de Padua:

Pues al que está encarcelado
Relevas de la prisión,
Libra, Antonio, el corazón
De los hierros del pecado.

De las cadenas al son
Un cautivo acompañaba,
Los suspiros que exhalaba
Con imperceptible voz.
Mueve al Santo en compasión,
Dejándole rescatado.
Libra, Antonio el corazón
De los hierros del pecado.

Al rigor de la prisión
Quedó un soldado dormido,
Después de haberle ofrecido
Al Santo un precioso don.
Despertó con confusión
En su casa aposentado.
Libra, Antonio el corazón
De los hierros del pecado.

Lavaguer, gobernador,
Por un testimonio falso
Puesto en público cadalso,
Fue Antonio libertador.
De su capilla al favor
Fue por el aire llevado.
Libra, Antonio el corazón
De los hierros del pecado.

De la Iglesia sale el sol,
De la sacristía un rayo,
Y del corazón de Antonio
Dos claveles encarnados.

Antonio, toma este ramo
Que te lo damos las mozas
Para que pidas por él,
Por el campo y por nosotras.

Quédate con Dios, Antonio,
Que yo me voy a mi casa
Y a las vecinas diré
Que quedas lleno de gracias.


El cristianismo es Cristo


El cristianismo tiene sus doctrinas pero no es una doctrina;
tiene sus credos pero no es un credo;
tiene sus ritos y ceremonias pero no es un rito o ceremonia;
tiene sus instituciones pero no es una institución.
El cristianismo es Cristo.
–E. Stanley Jones

lunes, 30 de mayo de 2011


“Ventana abierta”
La abuela y el pastel
¡Hola amigos, de nuevo nos encontramos aquí en nuestra “Ventana abierta”!
“Un pequeño muchachito estaba contándole a su abuela lo mal que le iba todo: La escuela, problemas familiares, graves problemas de salud, etc…
Mientras tanto la abuelita estaba haciendo un pastel.
Entonces ella le preguntó a su nietecito si deseaba un bocado de algo; a lo que por supuesto él aceptó de inmediato.
“Sírvete un poco de harina” –le dijo-
¡Imposible, abuelita!-contestó el niño-
“¿Entonces qué te parece servirte un par de huevos crudos?”
¡Ni loco! ¡Qué porquería!
“¿Entonces tal vez te gustaría probar un poco de aceite de cocina o de levadura para hornear?”
“¡Abuelita, ¿qué te pasa?. Todo eso es incomestible!
A lo que la abuelita respondió:
“Es verdad, todas estas cosas se ven muy mal por sí solas. Pero cuando todas ellas son mezcladas de manera correcta, de ellas nace un pastel delicioso”.


Dios trabaja de la misma manera.
Muchas veces nos preguntamos por qué Él permite que pasemos por circunstancias y momentos tan malos. Pero Dios sabe que ordenando todas estas cosas a Su manera perfecta, ¡éstas siempre obran para nuestro bien!
Solamente tenemos que confiar en Él y, en su momento, las cosas malas que nos pasan se convertirán en algo maravilloso.
Dice San Agustín:
“Nada me parece mejor, nada me es más dulce que mirar el Tesoro Divino sin ruido ni apresuramiento: eso es lo mejor y lo más dulce. Tener que predicar, que atacar, que lanzar advertencias, que edificar y sentirme responsable de cada uno de vosotros, es una pesada carga, un gran peso sobre mí, un trabajo penoso”.

N. Kazantzaki dice:
“Señor, si te amo únicamente porque deseo entrar en tu Paraíso, envía el ángel de la espada para que me cierre la puerta.


Si te amo porque el infierno me atemoriza, precipítame en él.


Pero si te quiero por Ti, sólo por Ti, entonces abre los brazos y recíbeme”.


“Ventana abierta”
¿Dónde está Dios?



¡Hola amig@s, siempre sois bien recibid@s en esta “Ventana abierta” y también la vuestra si así lo deseáis.
A veces nos preguntamos, ¿dónde está Dios?, cuando nos asaltan tantos males y adversidades en nuestra vida. Esto mismo le ocurrió a Mª Carmen:
“Mª Carmen saltó de su asiento cuando vio salir al cirujano. Le preguntó:
¿Cómo está mi pequeño? ¿Va a ponerse bien? ¿Cuándo lo podré ver…?
El cirujano dijo:
“Lo siento. Hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance”.
Mª Carmen dijo consternada:
“¿Por qué  los niños padecen cáncer? ¿Es que acaso Dios ya no se preocupa por ellos?
¡Dios! ¿Dónde estabas cuando mi hijo te necesitaba?”

El cirujano dijo:
“Una de las enfermeras saldrá en un momento para dejarte pasar unos minutos con los restos de tu hijo antes de que sean llevados a la Universidad”.

Mª Carmen pidió a la enfermera que la acompañara mientras se despedía de su hijo.
Recorrió con su mano su cabello rojizo.

La enfermera le preguntó si quería conservar uno de los rizos.

Mª Carmen asintió.

La enfermera cortó el rizo, lo colocó en una bolsita de plástico y se la dio a Mª Carmen.

Mª Carmen dijo:
“Fue idea de Carlos donar su cuerpo a la Universidad para ser estudiado.
Dijo que podría ayudar a alguien más.
Eso es lo que deseaba.
Yo al principio me negué, pero él me dijo:
“Mami no lo usaré después de que muera, y tal vez ayudará a que un niñito disfrute de un día más junto a su mamá.
Mi Carlos tenía un corazón de oro, siempre pensaba en los demás y deseaba ayudarles como pudiera”.

Mª Carmen salió del Hospital Infantil por última vez, después de haber permanecido ahí la mayor parte de los últimos seis meses.
Colocó la maleta con las pertenencias de Carlos en el asiento del auto, junto a ella.
Fue difícil conducir de regreso a casa, y más difícil aún entrar en una casa vacía.
Llevó la maleta a la habitación de Carlos y colocó los autos miniatura y todas sus demás cosas justo como él siempre las tenía.


Se acostó en la cama y lloró hasta quedarse dormida, abrazando la pequeña almohada de Carlos.
Despertó cerca de la medianoche y junto a ella había una hoja de papel doblada.


Abrió la carta que decía:
“Querida mamí: Sé que vas a echarme de menos, pero no pienses que te he olvidado o he dejado de amarte sólo porque ya no estoy ahí para decirte “te amo”.
Pensaré en ti cada día, mamita, y cada día te amaré aún más.
Algún día nos volveremos a ver.

Si deseas adoptar a un niño para que no estés tan solita, podrá estar en mi habitación y podrá jugar con todas mis cosas.

Si decides que sea una niña, probablemente no le gustarán las mismas cosas que a los niños, y tendrás que comprarle muñecas y cosas de esas.

No te pongas triste cuando pienses en mí; este lugar es grandioso.

Los abuelos vinieron a recibirme cuando llegué y me han  mostrado algo de aquí, pero me llevará algún tiempo verlo todo.


Los ángeles son muy amistosos y me encanta verlos volar.
Jesús no se parece a ninguna de todas las imágenes que vi de Él, pero supe que era Él tan pronto lo vi.

Jesús me llevó a ver a Dios, ¿y qué crees mami?, me senté en su regazo y le hablé como si yo fuera alguien importante.
Le dije a Dios que quería escribirte una carta para despedirme y todo eso, aunque sabía que no estaba permitido.


Dios me dio papel y su pluma personal para escribirte esta carta.
Creo que se llama Gabriel el ángel que te la dejará caer.

Dios me dijo que te respondiera a lo que le preguntaste:
¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba?
Dios dijo:
“En el mismo sitio que cuando Jesús estaba en la Cruz”.
Estaba justo ahí, como lo está con todos sus hijos.

Esta noche estaré a la mesa con Jesús para la cena. Sé que la comida será fabulosa.


Casi olvido decirte:
Ya no tengo ningún dolor; el cáncer se ha ido.
Me alegra, pues ya no podía resistir tanto dolor y Dios no podía resistir verme sufrir de ese modo. Así que envió al ángel de la Misericordia para llevarme.
El ángel me dijo que yo era una “Entrega especial”.




En la mirada de Dios.



Así estamos en la mirada de Dios.

Siempre nos acompaña.

Pero cuántas veces no lo vemos y nos detenemos en otros

asuntos...

A veces nos molesta esta imagen y preferimos fijar nuestro ojo en

otras imágenes...

El ojo es la lámpara del alma... y si en ellos se refleja Jesús es

porque vamos por buen camino

¡Ánimo y a seguir viendo con los ojos de Cristo!

Bendiciones.

Unidos en el gran amor de Dios, que se extiende como el agua cubre la mar, que sea lleno todo nuestro mundo de su amor y limpie, libere, sane cada lugar y cada corazón.
Amén.

Es maravilloso confirmar que hay muchos jóvenes y adultos que

dan testimonio de su fe.

" Hay de mí si no evangelizara"...

Es el mensaje que tenemos para compartir con todos los que nos

rodean; queremos ser " Discípulos y misioneros" de Jesús, para que

el mundo crea en Jesús y en él tengan Vida.

***************

¡¡¡Recibe la paz en todo tu ser ¡¡¡
" La paz esté con ustedes..." ( Lc 24,36 )

Paz en las tormentas de la vida diaria...

Paz en las angustias que nos quieren aprisionar...

Paz en las dificultades que tienen el diario vivir...

Paz en el corazón del creyente que es perseguido a causa de su fe...

Paz en el alma del que confiesa su pecado...

Paz en el creyente que busca hacer la voluntad de Dios...

Paz ante todo enviste del demonio...

¡ Que la paz de Cristo habite en todos nosotros !

" Señor  Jesucristo, que dijiste a los Apóstoles: Mi paz os dejo, mi paz os doy, no tengas en cuenta  nuestros pecados, si no la fe de tu Iglesia y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglo. Amén.

“Ventana abierta”
Una tardía carta de amor.

A raíz de la guerra del Vietnam, una muchacha norteamericana escribió una tardía y bella carta de amor. Hela aquí:
“¿Te acuerdas del día  en que te pedí prestado el coche nuevo y lo dejé hecho un acordeón? Pensé que me matarías, pero no me dijiste una palabra.
¿Te acuerdas del día en que te hice ir casi a rastras conmigo, y tú decías que iba a llover y llovió? Pensé que ibas a decir: “Te lo había dicho”, pero no lo dijiste.
¿Recuerdas aquella vez en que coqueteaba con todos para darte celos y tú te pusiste celoso? Creí que ibas a dejarme, pero no lo hiciste.
¿T acuerdas de cuando se me cayó la tarta de fresas sobre la tapicería nueva del coche? Temí que fueras a gritarme: “Idiota, inútil”, pero no lo hiciste.
¿Y te acuerdas del día en que me olvidé de decirte que la fiesta era en traje de etiqueta y tú te presentaste en vaqueros? Temí que fueras a ponerme de vuelta y media, pero no lo hiciste.
Sí, hay tantas cosas que no hiciste…Pero tenías paciencia conmigo y me querías, y estabas siempre de mi parte.
Había tantas cosas de las que quería pedirte perdón cuando volvieras de Vietnam.
Pero no volviste y ahora es demasiado tarde”.



“Ventana abierta”.

Mientras duermes.

Es un placer saludar a quienes pasen por mi “Ventana

abierta” y la vuestra.





Mi querida hija, llevo un rato observando el suave ritmo de tu
respiración mientras duermes.
Por la mañana te he regañado porque consideré que te vestías con

lentitud.
Luego en el desayuno, te llamé torpe al ver los cereales
desparramados, que recogí entre bufidos.
Cuando abrías la puerta para salir al colegio no te he despedido con
un beso, sino que te acusé de no saber cómo se mira un reloj. Tú
me has sonreído dócilmente y me has dicho: “Adios mamá”.
Por la tarde yo hablaba por teléfono mientras tú jugabas en el
salón, cantando y gesticulando, con tus muñecos distribuidos por el
suelo. Impaciente te he pedido que dejases de hacer ruido y te he

ordenado con tono de sargento:
 “Haz los deberes ahora mismo y deja de perder el tiempo”. Luego
pasé más de una hora al teléfono mientras tú hacías los deberes en
silencio.
Por la noche yo continuaba ocupada en lo mío. Te has acercado con
paso vacilante. “Mamá” –me has llamado-.
“¡Qué pasa ahora!” –resoplé mirando al techo creyéndome una
víctima importante.
“Mamá, ¿leemos un cuento?”
“¿Acaso no sabes que estoy trabajando?”
Al verte inmóvil junto a mí, he destruido el rescoldo de tus
esperanzas diciéndote abruptamente:
Tu cuarto continúa desarreglado y desordenado. ¿Cuántas veces
tengo que decírtelo? ¡Vete a recogerlo ahora mismo!”
Te alejaste cabizbaja hacia tu habitación.

Al cabo de un ratito has asomado la cabeza por la puerta:

“¿Es que todavía sigues aquí?” –te reñí enfadada-.

Tú sin decir palabra, te has acercado y, echándome los brazos al

cuello, me has besado en la mejilla:

 “Buenas noches, mamá. Te quiero mucho”-has dicho-.

Y luego, tan silenciosamente como apareciste, te has marchado.

Yo me he quedado durante un rato con la mirada fija, invadida por

el remordimiento, preguntándome en qué momento del día he

perdido la orientación.

Tú no eres la causa de mi mal humor, sólo eres una niña ocupada

en la tarea de crecer mientras yo, perdida en un mundo de adultos,

te he exigido que aguantases la alteración de mi carácter y mi falta

de ternura.

A pesar de todo, me has regalado un beso.

Y ahora, al verte dormir, deseo que el día vuelva a empezar para

ofrecerte:

Una sonrisa en la mañana.

Una palabra de aliento por la tarde.

Un cuento antes de dormir.

Y sobre todo, para permitirme el lujo de disfrutar siendo tu mamá.



¡Besitos!

“Ventana Abierta”
El amigo del hijo. (2)
Hola amig@s:

De nuevo ante ustedes en nuestra “Ventana abierta”.

Esta es una historia verídica, que le ocurrió a un soldado que pudo regresar a casa después de haber peleado en la guerra de Vietnam.

Le habló a sus padres desde San Francisco, nada más desembarcar:
“Mamá, papá. Voy de regreso a casa, pero les tengo que pedir un favor; traigo a un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros”.
“¡Claro! –le contestaron- nos gustaría conocerlo!”

“Hay algo que deben saber –continuó diciendo el hijo- él fue herido en la guerra.
 Pisó una mina de tierra y perdió un brazo y una pierna.
Él no tiene a donde ir, y quiero que se venga a vivir con nosotros a casa”.

“Siento mucho el escuchar eso hijo, pero con nosotros no puede estar” –le contestó su padre-.

 “A lo mejor podemos encontrar un lugar en donde él se pueda quedar” –añadió su madre-.

“No, mamá y papá, yo quiero que él viva con nosotros”.


“Hijo –le dijo el padre- tú no sabes lo que estás pidiendo. Alguien que esté tan limitado físicamente puede ser un gran peso para nosotros.

Nosotros tenemos nuestras propias vidas que vivir, y no podemos dejar que algo como esto interfiera en ellas.

Yo pienso que tú deberías regresar a casa y olvidarte de esta persona. Él encontrará una manera en la que vivir solo”.


En ese momento el hijo colgó el teléfono.
Los padres ya no volvieron a saber nada más de él.


Tiempo después, recibieron una llamada telefónica de la policía de San Francisco, su hijo había muerto después de que se había caído  de un edificio.
Fue lo que les dijeron.
La policía creía que era un suicidio.


Los padres destrozados por la noticia volaron a San Francisco y fueron llevados a la morgue de la ciudad  a que identificaran a su hijo.

Ellos lo reconocieron y entonces se quedaron horrorizados cuando descubrieron algo que no sabían, su hijo tan sólo tenía un brazo y una pierna.

Los padres de esta historia son como muchos de nosotros.

Encontramos muy fácil amar a esas personas que son hermosas por fuera o que son entretenidas y simpáticas, pero no nos gusta la gente que nos hace sentir alguna inconveniencia o que nos hace sentir incómodos.

Preferimos estar alejados de personas que no son muy saludables, hermosas o inteligentes como lo somos nosotros.

Afortunadamente, hay una persona que no nos trata de esa manera.
Alguien que nos ama con un gran amor, que siempre nos recibirá en su familia, no importa lo destrozados que estemos, física o mentalmente.

Esta noche, antes de que nos metamos en la cama para dormir, recemos una oración a Dios para que Él nos dé la fuerza para que podamos aceptar a la gente tal como es, y para que nos ayude a ser más comprensivos con esas personas que son diferentes a nosotros.





“Ventana abierta”
El amigo del hijo (1)


Como siempre, bienvenid@s a nuestra “Ventana abierta”.
Era la reunión del domingo por la noche, de un grupo cristiano, en una iglesia de la comunidad. Después que cantaron los himnos, el pastor de la iglesia se dirigió al grupo y presentó a un orador invitado; se trataba de uno de sus amigos de la infancia, ya entrado en años.
Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito y comenzó a contar esta historia:
“Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando en un velero a lo largo de la costa del Pacífico, cuando una tormenta les impidió volver a tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado, que el padre, a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación, y las aguas del Océano arrastraron a los tres”.
Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró a dos adolescentes que por primera vez desde que comenzó la conversación, estaban mostrando interés, y siguió narrando.
“El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo, pero luego tuvo que tomar la decisión más terrible de su vida; escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga. Tuvo sólo escasos segundos para decidirse.
El padre sabía que su hijo era un buen cristiano, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era.
La agonía de la decisión era mucho mayor que los embates de las olas.
Miró en dirección a su hijo y le gritó:
“¡Te quiero, hijo mío!”, y le tiró la soga al amigo de su hijo.

En el tiempo que le tomó al amigo llegar hasta el velero volcado en campana, su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche.
Jamás lograron encontrar su cuerpo”.

Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención, atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

“El padre –continuó el anciano- sabía que su hijo pasaría la eternidad con Cristo, y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado para encontrarse con Dios. Por eso sacrificó a su hijo.
¡Cuán grande es el Amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros!”

Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio.
Pocos minutos después de concluida la reunión, los dos adolescentes se encontraron con el anciano. Uno de ellos le dijo cortésmente:
“Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta trabajo creer que ese padre hubiera sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo”.

“Tienes toda la razón” –le contestó el anciano mientras miraba su Biblia gastada por el uso.
Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes, y les dijo:
“Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios entregar a su Hijo por mí.
A mí también me costaría trabajo creerlo si no fuera porque el
amigo de ese hijo era yo”.




“Ventana abierta”
Acción de Gracias.

Señor, en la semana del 29 de Octubre de 2001, las noticias fueron mostrando el rostro insistente del dolor:

Dolor en los refugiados que huían de las bombas en Afganistán.
Dolor en los civiles y en los funcionarios norteamericanos afectados por el ataque terrorista con ántrax.
Y por encima de eso, el temor a que ese dolor se extendiera como una manta oscura y apocalíptica que hubiese podido afectar a muchos más, quizá a todos.

El hombre ha llegado en su locura no sólo a matar a su prójimo, sino a hacerlo en nombre Tuyo, Señor, en nombre de Dios.
Gente que dice que ama y que adora tu Poder infinito,noha dudado en sembrar el mundo de terror.

Nosotros, Señor, los pequeños hijos Tuyos, no podemos dejar de sentir angustia y también miedo. No sólo por si llegaran a nuestras manos  cartas asesinas o si un día aparecerán contaminados los alimentos que comemos o las aguas que bebemos.

Sin embargo, precisamente en aquellos días, recibimos un consolador mensaje de esperanza, por el cual quiero darte, entonces, ahora y siempre especialmente las gracias.

Supimos que una vez más, nuestra dulce y común Madre, la Santísima Virgen María, tan venerada en Fátima, hizo saber a quien correspondía, que si bien una gran desgracia podía sacudir hasta los cimientos a la humanidad, la Misericordia de Dios es más fuerte que el poder del enemigo.

Bastó con rezar el Rosario para detener aquella amenaza, para vencer en aquella singular batalla.

Nosotros, Señor, no tenemos bombas en las manos, ni ametralladoras sofisticadas, ni mucho menos poseemos bacterias asesinas…Sólo queremos desgranar entre nuestros dedos las cuentas del Rosario y decir, una vez tras otra: “Ave María”.

Estos son nuestros Ejércitos Invencibles.