"Ventana abierta"
LA IMPORTANCIA DE LOS SIGNOS DE
PUNTUACIÓN
En el episodio 2 de la tercera temporada de la
serie catalana Merlí pudimos ver, mi hija Teresa y yo, una cuestión que nos ha
hecho pensar.
Ante todo, manifestar que la serie completa es
un elogio de la Filosofía y su papel en la sociedad, muy especialmente de la
Ética, cuestión que hoy más que nunca precisa de una revisión para no perder
esta importante herramienta de análisis. Por otro lado, la serie muestra la
vida de un sector de la sociedad y pone de manifiesto la necesidad imperiosa de
valores.
En el citado episodio de la serie, un profesor
de Historia recuerda a un alumno suyo la primera frase que escribía en la
pizarra al inicio de cada curso. La frase en cuestión era: “No tenga piedad”,
expresada en modo imperativo. El modo imperativo es un modo gramatical,
empleado para expresar mandatos, órdenes, solicitudes, ruegos o deseos. Tal y
como está planteada la frase nos invita a no tener piedad. La piedad, de
acuerdo con la Real Academia Española, es el sentimiento de compasión o
misericordia que produce alguien que sufre o padece. La frase planteada es un
mandato imperativo a no tener tal sentimiento, algo poco deseable para el bien
común. ¿Cómo es posible que se plantee como frase inicial para un curso de Historia?
El profesor la utilizaba como una demostración de la importancia de los signos
de puntuación. Para ello, introducía, tras visualizar el desconcierto del
alumnado ante tal imperativo, una coma, y la frase quedaba: “No, tenga piedad”.
Ahora el imperativo iba en sentido contrario precedido de una negación de lo
contrario, con lo cual adquiría un carácter positivo para la sociedad.
Ada Nuño escribió, en el año 2019, un artículo
haciendo referencia a la serie citada y comentando el hecho de cómo un signo de
puntuación puede cambiar el sentido de un aserto. Las comas pueden
cambiar el significado completo de un texto, e indica la citada escritora
otro ejemplo: tampoco es igual “No queremos saber” que “No, queremos saber”.
Una invitación a la ignorancia de forma imperativa o una negación de la misma
invitando al conocimiento, un conocimiento que nos hace más libres. Relata
también Ada Nuño el caso de la ejecución de Sir Roger Casement, un
diplomático irlandés que denunció activamente los abusos del sistema colonial
en el Congo. Su vida está recogida en la excelente novela El sueño
del celta de Mario Vargas Llosa, obra esencial para entender la maldad
del colonialismo y lo que Europa hizo en África. Ada Nuño nos explica cómo la
interpretación de una coma o bien su ausencia en un texto con dificultades de
lectura, en relación con la Ley de Traición de 1351, generó la discusión
de si se podía aplicar fuera del Reino Unido. Un caso pasmoso,
posiblemente una coma, llevó a Sir Roger Casement al patíbulo.
Los principales signos de puntuación son el
punto, la coma, el punto y coma, dos puntos, las comillas, los paréntesis, los
signos de interrogación, los signos de exclamación, los puntos suspensivos y el
guion. Evidentemente, en nuestros escritos podemos hacer variar su contenido e
intención a través de su utilización intencionada. La duda es si los empleamos
también a nivel de pensamiento. Vemos un pobre por la calle y, por diversas
razones, podemos pensar “No quiero ayudarle” o bien “No, quiero ayudarle”.
¿Manejamos los puntos suspensivos de forma mental para eludir una acción?
Empleamos paréntesis cuando no decimos “te quiero”. ¿Eludimos nuestros
sentimientos con corchetes? La presencia continua de la oración ante lo que
vemos cada día, quizás en cada momento, es imperativa a través del pensamiento
“No, tengo que rezar” frente a la comodidad, o el ya lo haré en otro momento de
“No tengo que rezar”. También “No tengo que desear algo bueno para la gente con
la que me cruzo cada día”, frente al imperativo solidario “No, tengo que desear
algo bueno para la gente con la que me cruzo”.
Neguemos el egoísmo a pesar del entorno lleno
del mismo en que nos movemos, sólo tenemos que ver las noticias. Deseamos que
los signos de puntuación llevados al plano del pensamiento no dificulten de
ninguna manera nuestra contribución al bien común y a la fraternidad universal.
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