"Ventana abierta"
Cuento infantil repleto de
aventuras y valores
Tu cuento favorito
Esta increíble historia, ‘Al este del sol y al oeste de la
luna’ es un cuento tradicional noruego, un
cuento de hadas que nos recuerda mucho a ‘La bella y la bestia’. Ha sido
recopilado por numerosos escritores. Entre ellos, Cristen Asbjørnsen y Jørgeb
Moe, y también se le conoce como ‘El rey oso blanco’. Un cuento lleno de
aventuras y muchos valores. ¿Quieres conocerlo?
Un cuento de hadas para niños fascinante: Al
este del sol y al oeste de la luna
Al este del sol y al oeste de la luna, un cuento para niños noruego
Un humilde carretero
vivía en una pequeña cabaña en medio del bosque y trabajaba mucho para dar de
comer y vestir a todos sus hijos. Todos eran muy guapos, pero destacaba de
entre todos su hija pequeña por
su deslumbrante belleza.
Un día de otoño, en medio de una gran tempestad de viento y
lluvia, alguien llamó a la puerta. Al abrir, el carretero se encontró con un enorme
oso blanco que le dijo:
– Buenas tardes,
carretero. ¿Me entregarías a tu hija pequeña como esposa? A cambio yo te haré
el hombre más rico.
El hombre se quedó extrañado de aquella visita, pero tras
pensar un poco, decidió consultarle a su hija. Sin embargo, la chica se negó en
rotundo.
– ¡No me iré a ningún
lado con este oso!- dijo enfadada.
El carretero le dijo al oso que volviera en una semana y en
ese tiempo, estuvo hablando con su hija para convencerla. Ella al final accedió,
entendiendo que con ello podría mejorar la vida de su padre y todos sus
hermanos.
La joven se va al castillo
del oso blanco
El oso regresó y la chica se subió a su lomo. Caminaron durante mucho tiempo hasta llegar a una lejana roca que al abrirse, daba acceso a un lujoso castillo.
Todas las estancias
estaban repletas de objetos
relucientes de oro y plata y en el comedor, había una inmensa mesa
repleta de suculenta comida. El oso le dio una campanita de plata a la joven:
– Cuando necesites
algo, haz sonar la campana y se te concederá en seguida.
La muchacha tenía todo lo que quería: lujos y enormes
jardines para pasear. Pero ocurría algo muy extraño: cada noche, cuando se iba
a dormir, notaba a su lado la
presencia de un hombre. Antes del amanecer, él había desaparecido.
Pensó que el gran oso se quitaba su piel por las noches y volvía a ponérsela
cada mañana. Pero nunca preguntó nada.
Al este
del sol y al oeste de la luna: La tristeza de la joven
Los días pasaban y la muchacha comenzó a echar de menos a su familia.
Tanto, que cayó en
una profunda tristeza. El oso blanco se dio cuenta:
– ¿Qué te pasa? ¿Por
qué estás tan triste?
– Echo de menos a mis
padres y a mis hermanos…
– Entiendo… ¿quieres
volver a verlos?
– ¡Sí!- exclamó
entusiasmada la chica.
– Puedo concederte ese
deseo, pero siempre y cuando me prometas que no hablarás a solas con tu madre. Nos traería a ambos muy mala
suerte… Debes tener cuidado, porque seguramente ella quiera hablar en alguna
alcoba a parte contigo para que le cuentes cosas…
Tendré cuidado, te lo prometo- dijo entonces la joven.
El
encuentro entre la joven y su familia y el descubrimiento
El oso llevó a la joven de vuelta a casa de sus padres. Al llegar, ella vio una lujosa
vivienda en donde entraban y salían felices algunos de sus hermanos. ¡Todo
había cambiado tanto!
El oso se dio media vuelta y la joven corrió a buscar a sus
padres. Su madre intentó quedarse a solas varias veces con ella y a pesar
de que la chica intentó evitarlo, al fin lo consiguió… y tuvo que contarle la
historia del hombre que se echaba cada noche a su lado.
– Tengo una idea para
que puedas ver su rostro- dijo la madre- Toma esta vela y enciéndela cuando él duerma.
La joven se guardó la vela y al regresar con el oso al
castillo, hizo lo que su madre le dijo. Al encender la vela observó el rostro
de un príncipe. Era el rostro más hermoso que había visto jamás y no pudo
resistir enamorarse al instante de él. Pero al agacharse para darle un beso,
derramó unas gotas de cera sobre su camisa y se despertó:
– ¡Oh! ¡No! ¿Qué has
hecho? ¡Te dije que no hablaras con tu madre para no seguir su consejo! Ahora has estropeado todo y seremos desgraciados
para siempre…
La
historia del príncipe oso
– No entiendo por qué- dijo ella asustada, que no sabía qué
había estropeado.
– Mi madrastra
me embrujó: por el día tengo que ser un oso y por la noche
recupero mi forma natural. El hechizo solo podía romperse si conseguía que una
hermosa muchacha durmiera a mi lado sin mirar mi rostro durante un año entero.
¡Y ya quedaba poco! Pero al haberme mirado, debo regresar con ella a su palacio
y casarme con una horrorosa princesa que ella me asignó… Vive al este del sol y
al oeste de la luna.
La chica comenzó a llorar. Realmente estaba destrozada.
Se había enamorado y no quería perder al príncipe:
– ¡Tiene que haber
algo que yo pueda hacer! ¡No te vayas!
– Tengo que irme y tú
no puedes venir conmigo. Lo siento más que tú, porque te amaba más de lo que
imaginas.. Pero ahora debo cumplir con la promesa y casarme con la princesa de
la larga nariz.
La joven estuvo llorando toda la noche. Durmió rendida de
agotamiento y al despertar, el castillo y el oso habían desaparecido. También
sus ropas lujosas. Ahora solo tenía un harapiento vestido.
En busca del palacio al este del sol y al oeste de la luna
Pero no se dio por
vencida y tras secarse las lágrimas decidió buscar al príncipe. Caminó al este del sol, buscando el
oeste de la luna. Llegó hasta el pie de una montaña en donde se encontró con
una anciana que jugaba con una manzana de oro:
– ¿Qué buscas?- dijo
la anciana.
– A un príncipe que
partió a casa de su madrastra…
– ¡Ah! ¡Eres la joven
a la que ama!
– Sí, ¡soy yo! ¿Sabes
dónde está el palacio?
– Yo no sabría
decirte, pero tal vez una amiga mía que vive más allá en el bosque, pueda
ayudarte. Te prestaré un caballo y lleva esta manzana contigo por si te hiciera
falta. Cuando llegues a la casa de mi amiga, manda el caballo de vuelta.
Bastará con que le des un golpecito en la oreja izquierda y él ya sabrá lo que
debe hacer.
La chica le dio las gracias y partió en busca de la siguiente
parada. Llegó hasta otra montaña, en donde vio a una mujer con un peine de oro.
– Perdone, buena mujer, ¿sabe usted dónde está
el palacio del príncipe y su madrastra?
– Solo sé que está al
este del sol y al oeste de la luna, y que seguramente no llegues a tiempo… Pero
intenta acercarte hasta mi siguiente vecina. Te prestaré un caballo y
lleva este peine de oro. Haz volver al caballo cuando llegues dándole un
golpecito en la oreja izquierda.
La
joven sigue buscando el camino al este del sol y al oeste de la luna
La joven no se
rindió y cabalgó hasta la vecina de la mujer. Entonces vio a una
anciana hilando con una rueca de
oro.
– Perdone usted… pero, ¿sabría indicarme el
camino para llegar al palacio del príncipe y su madrastra?
– Oh, querida… ¡eres
la muchacha con la que se quiere casar el príncipe! Es una pena que no sepa
cómo llegar hasta él, pero sí podría ayudarte el viento del este. Te prestaré
mi caballo y lleva esta rueca de oro contigo.
La joven partió en busca del viento del este y al fin le encontró:
– ¿El palacio del
príncipe, dices? He oído hablar de él, pero jamás llegué tan lejos. Tal vez mi
hermano, el viento del oeste… Sube y te llevaré.
El viento del este llevó a la joven hasta el viento del oeste pero él tampoco
sabía cómo llegar:
– Sé que está al este
del sol y al oeste de la luna, pero nunca estuve allí. Tal vez mi hermano, el viento del sur… Sube y te llevaré hasta
él, aunque dudo que llegues a tiempo…
– ¡Sí llegaré! ¡Debo
intentarlo!- dijo la chica.
Y el viento del oeste la llevó hasta el lugar donde vivía el
viento del sur.
– Entiendo- dijo
entonces el viento del sur- Pero nunca soplé por allí. Sin embargo, estoy
seguro de que mi hermano, el viento
del norte, podrá ayudarte. Deja que te lleve hasta él. Pero no te asustes,
porque no tiene muy buen carácter…
El
viento del norte y la joven
La joven dijo que no le importaba y se subió encima del
viento del sur. Al llegar, se encontraron con un lugar frío y gris. Todo estaba
cubierto de nieve. En seguida salió el viento del norte a su encuentro:
– ¿Por qué me
molestáis? ¿Qué quieres, hermano?- dijo enojado el viento del norte.
– No te enfades,
hermanito, y haz algo por mí… y por esta joven enamorada. Busca al príncipe que
va a casarse con la princesa de la nariz larga. Debe llegar hasta él cuanto
antes.
– Ah, sí… el palacio
que está al este del sol y al oeste de la luna. Lo conozco, he pasado muchas
veces por allí. Pero está lejos y no llegarás a tiempo…
– ¡Por favor!- dijo
llorando la joven- ¡Debo intentarlo!
– Está bien, iremos, pero
debo descansar durante una noche porque el trayecto es agotador.
Al día siguiente, la joven partió sobre el viento del norte.
Él iba soplando con furia y arrojando hielo y nieve a su paso. Los pueblos se
cubrieron de blanco y el mar vivió una tremenda tempestad. Algunos barcos
incluso naufragaron.
El viento quedó exhausto pero llegó justo hasta la playa
sobre la que se alzaba el palacio al este del sol y al oeste de la luna.
La princesa de la nariz larga
La joven esperó bajo
la ventana y vio a una horrible princesa
de nariz larga. Entonces comenzó a jugar con la manzana de oro. Ella,
atraída por el brillo, abrió la ventana
– ¿Con qué juegas,
mendiga?
– Es una manzana de
oro. ¿La quieres?
– ¡Sí!- respondió
entusiasmada la princesa.
– Debes darme a cambio
lo que te pida.
– ¡Eso está hecho!
– Quiero que me dejes
dormir una noche con el príncipe.
La princesa accedió y la joven entró por la noche en la
alcoba del príncipe, pero él estaba profundamente dormido y ella no pudo despertarle. De hecho, la joven
se pasó la noche llorando sin cesar.
Al día siguiente, la joven se puso a peinarse con el peine de oro bajo la ventana de
la princesa:
– ¡Me encanta ese
peine!- dijo ella- ¿Cómo lo puedo conseguir?
– Deja que duerma una
noche más con el príncipe…
– ¡De acuerdo!
Pero pasó lo mismo que la noche anterior y la joven no pudo
despertar al príncipe.
Al día siguiente, la muchacha sacó la rueca de oro y la
princesa se encaprichó de ella. Le concedió otra noche con el príncipe.
El encuentro
entre el príncipe y la joven enamorada
Pero esa noche, el
príncipe sabía que algo extraño pasaba. Los prisioneros que tenía su
madrastra en el calabozo habían escuchado los llantos de la joven las noches
anteriores y se lo contaron. Entonces, cuando vio llegar a su prometida con el
plato de sopa que cada noche le traía, sospechó, y la tiró sin que ella se
diera cuenta. De esta forma, el príncipe no se durmió y pudo encontrarse con la
joven de la que estaba enamorado.
– ¡Llegas a tiempo!-
le dijo él muy contento- ¡Mañana es el enlace!
– ¿Y qué podemos
hacer?- preguntó ella.
– Pediré a mi prometida que limpie las manchas de cera que cayeron sobre mi camisa. Como fuiste tú
la que vertió la cera, no podrá hacerlo. Diré a mi madrastra que me conceda el
poder casarme con aquella que consiga eliminar las manchas. Tú lo lograrás y
podremos casarnos.
Al día siguiente siguieron el plan establecido.
Efectivamente, la princesa de la nariz larga, que pensaba que esa era una tarea
muy sencilla, no consiguió eliminar las manchas. Tampoco toda aquella que lo
intentó.
– Madre- le dijo el
príncipe a su madrastra- Estas mujeres no son capaces de quitar unas manchas
que hasta la mendiga que está ahí abajo podría sacar… Deja que ella lo intente.
Entonces hicieron llamar a la joven y efectivamente,
consiguió eliminar las manchas de cera.
– Ella es la mujer con
la que debo casarme.
La madrastra, que había concedido a su hijastro esa promesa
creyendo que la princesa conseguiría sacar las manchas, no pudo echarse atrás y
el príncipe consiguió lo que quería. Ambos se casaron y se fueron muy, muy
lejos del palacio al este del sol y al oeste de la luna. Juntos, fueron felices toda la vida.
Reflexiones sobre este
cuento para niños
Sin duda, este cuento para niños tradicional está repleto de
mensajes, como estos:
– La importancia
de obedecer y no caer en las tentaciones: la joven era feliz donde vivía con el oso, pero
desobedeció una advertencia y esto lo estropeó todo. Algo que nos
recuerda que debemos pensar muy bien lo que hacemos porque todos nuestros actos
tienen repercusiones no solo para nosotros, sino también para las personas que
nos rodean.
– El esfuerzo y
la perseverancia movidos por el amor dan su fruto: el
amor es
el combustible más potente que existe para esforzarse y perseverar. La joven
quiso creen en todo momento que conseguiría su objetivo y no se dejó hundir por
las palabras de desánimo de quienes iba encontrando por el camino. Su fortaleza
la ayudó a seguir adelante y al final su esfuerzo y su perseverancia dieron su
fruto.
– La generosidad
y la cooperación son necesarias: la
muchacha no hubiera podido llegar al palacio sin la ayuda de todas las
personas que fue encontrando por el camino. Y por supuesto, sin la ayuda de los
vientos. Fue su generosidad y cooperación parte importante en conseguir el
objetivo final.
– El ingenio
para resolver un problema: menos
mal que el príncipe tuvo una gran idea para deshacerse de la princesa de la
nariz larga. Con ingenio consiguió lo que quería. De otra forma, no lo hubiera
logrado.
– El amor que todo lo logra: el mensaje final de este cuento, sin duda, es que con amor se consiguen cosas increíbles. El amor que nos da fuerza, que nos hace creer y que nos recompensa en numerosas ocasiones.
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