"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres… Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador.
1 Timoteo 2: 1, 3
Orad sin cesar
1 Tesalonicenses 5: 7
Orar
Orar es un privilegio incalculable para el cristiano, sea antes de empezar el día, incluso teniendo prisa, o al final del día, como también antes de tomar cualquier decisión.
Orar es dirigirse a Dios o a Jesús interiormente o en voz alta, solo o colectivamente. Lo hacemos con respeto, pero también con la confianza de un hijo hacia su padre.
La oración puede tener el carácter de peticiones -apelando a su poder y su sabiduría-, de súplicas o de intercesiones. Brota de nuestros corazones cuando estamos ante una situación urgente, y eso nos tranquiliza. También agradecemos a Dios mediante la oración.
Oremos por todos los hombres, por todos los que Dios pone en nuestro camino. ¡No solo por las personas a las que amamos! Dios nos pide que amemos incluso a aquellos que consideramos antipáticos, que oremos por los que nos persiguen… (Lucas 6: 28). El Señor nos dará la fuerza para hacerlo, pues así lo pide. Por medio de su Espíritu nos llena de su amor y nos hace capaces de orar incluso por nuestros enemigos…
El Señor Jesús nos dio el mayor ejemplo: “En pago de mi amor me han sido adversarios; mas yo oraba” (Salmo 109:4). En la cruz oró por sus verdugos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23: 34). Cuando era apedreado, Esteban siguió el ejemplo de su Maestro: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7: 60).
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