Maestro, tú que has de plasmar en mi alma y modelar mi corazón, compadécete de mi fragilidad.
No me mires con rabia si no te comprendo, ten paciencia.
No te molestes con mi bulliciosa alegría; ¡compártela!
No atiborres mi débil inteligencia con nociones superfluas.
Enséñame lo útil, lo verdadero, lo bello. Trátame con dulzura, Maestro, ahora que soy pequeño.
Cuántos dolores me esperan en la vida: en medio de ellos, el recuerdo de tu benevolencia será estímulo para seguir adelante.
No me riñas injustamente...Ámame, Maestro, que yo también te amo, aunque no sepa demostrártelo, te amaré mucho mas mañana que hoy.
Cultívame, Maestro, como un jardinero sus flores.
Y yo perfumaré tu existencia con el incienso perenne del recuerdo y la gratitud. Maestro, buen Maestro, que has de dar luz a mis ojos, aliento a mi cerebro, bondad a mi corazón, belleza a mi alma, verdad a mis palabras, rectitud a mis actos;
Maestro no desoigas mi oración, ¿porque sabes?, yo quiero ser como tú, un gran maestro, formador de maestros!
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