"Ventana abierta"
El Vino Viejo
¡Hola, amigos/as, de nuevo aquí nos encontramos en nuestro espacio:
"Ventana abierta" de "Seguir la Senda".
Que una mujer se propusiera una forma de vida de esta naturaleza, el consagrarse al servicio divino en el templo y permanecer virgen, no tenía precedentes en la historia de los templos de Israel; por lo cual, cuando María había cumplido los catorce años, la sinagoga decidió entregarla a algún varón intachable para que tuviera a su cuidado a aquella doncella tan especial que quería ser casta y entregarse del todo a Dios.
El procedimiento para la elección del candidato a guardar la virginidad de María fue por demás curioso.
El sacerdote convocó a los varones de la tribu de Judá que no tuvieran esposa, a que acudieran con una vara en la mano, pues una vez colocadas en la parte más secreta del templo, de la que saliera una paloma volando, sería la señal del elegido.
La vara de José, que era pequeña, había quedado descartada, quizá por despiste del buen sacerdote. Un ángel tuvo que avisarle que incluyera precisamente aquella varita en el conjunto, pues de allí iba a salir la paloma augural, como efectivamente sucedió; y ante la sorpresa de todos, el "carpintero José", fue el destinado a guardar a la mística Virgen.
¡Se casaron de verdad! Aunque su Boda no tuvo nada que ver con el cumplimiento de un expediente que seguramente ninguno de ellos habrían entendido; pero sí intuían algo, aunque no sabían qué, porque habían crecido en la sencillez.
Él en la modestia de su trabajo y en esa honradez típica de los hombres de pueblo.
Ella, con sus padres, en su casa, haciendo las labores del hogar.
Pero seguro que alguna tarde quedaría algún ratillo para ir paseando a aquella fuente que estaba en las afueras de Nazaret.
Y seguro que José la había visto más de cuatro veces, y seguro que la había echado el ojo, y seguro que María le había parecido la doncella más hermosa de Nazaret, y la más recogida, y la más serena.
Quizá, eso sí, un poquito joven, pero para el amor nunca es pronto, cuando ese amor tiene un largo camino por recorrer.
Y seguro que se había acercado a ella, con ese nudo en la garganta típico de semejantes situaciones, pero sí saludándola firme, decidido.
Y seguro que María, aunque se turbaba, le gustaba aquello que le decía aquel joven bueno y honrado.
Se dirían todas las palabras que el amor inventó desde que el mundo es mundo. Y encontrarían en la Biblia, en "El Cantar de los Cantares", las frases justas para que un judío, una judía, se fueran entregando poco a poco la voluntad y el amor.
¡Y se casaron!
Ella, enamorada de él. Él, si cabe, todavía más de ella.
A la gente les encantaba verlos, porque daba gusto; se veía que habían nacido el uno para el otro.
Rafael pintó un retrato de esa Boda, un cuadro; y ese retrato refleja, no solamente la realidad del amor y la leyenda, sino que José, no era un hombre corriente, sino un ejemplo justo de fidelidad exquisita.
Porque bueno, está clarísimo, que María no podía casarse con cualquiera de los muchísimos pretendientes que imaginamos que tendría.
Ella sabía que con este sentimiento estaba rozando las alas del misterio, ese misterio la arrastraba, pero solamente podría cumplirlo con el hombre que Dios le pusiera delante; y ese hombre, sin ninguna duda, era José.
Por eso, el día de la boda, el ramo de José floreció.
A ella se le ensanchaba el alma, sabiendo que podría amar a aquel hombre, con el que después cumpliría el misterio del Hijo.
Por eso, por todo eso, el día 26 de Noviembre, que es el Aniversario de su Boda, debemos felicitarlos, ¿por qué no?, como a cualquier pareja del mundo.
El amor ha sido, es, y será siempre ¡el amor!
¡Hasta más ver, amigos/as!
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