Y no es un motivo para tomarnos un descanso. El Dios que anida en las entrañas de María es un Dios de los caminos. Porque es el Dios en actitud de servicio a los hombres. El embarazo necesita de cuidados. Pero las necesidades de los demás necesitan con urgencia de servicios.
En su cántico, María alabará las maravillas que Dios ha hecho en ella. Por el contrario, Isabel destaca la fe de María. Es posible que su experiencia de un marido mudo por dudar y no creer, le haga sentir más la grandeza de la fe de María. “Dichosa tú que has creído”.
Encuentros que nos dejan como estamos.
Encuentros que no dejan huella y nuestras vidas.
Y encuentros que despiertan lo que llevamos dormido en el alma.
Encuentros que despiertan ideales dormidos y que solo necesitaban una presencia.
Encuentros que la alegría de la vida, tantas veces marchita por los problemas.
Encuentros que pueden cambiar nuestras vidas.
La Iglesia tienen que vivir cada día “embarazada y gestando” a Dios en su seno.
Pero la Iglesia gestante de Dios no puede guardarlo para ella misma.
La Iglesia no puede vivir del miedo de perder a Dios por arriesgarse saliendo al encuentro de los hombres.
La Iglesia sólo puede acercarse a los hombres cuando ella misma está llena de Dios por dentro.
Sólo podemos anunciar debidamente el Evangelio cuando el Evangelio nos va quemando por dentro.
No es para dejarlos como están instalados en su mundo y sus quehaceres.
La Iglesia está llamada a ser buena noticia para los hombres.
La Iglesia está llamada a despertar lo que los hombres llevan dormido dentro.
La Iglesia está llamada a despertar la alegría en el corazón de los hombres.
La Iglesia está llamada a despertar y abrir nuevos horizontes.
La Iglesia no puede guardarse a Dios en los templos sino que tiene que sacarlo a pasear por los caminos de los hombres.
El Dios de la Iglesia no es el Dios de los templos, sino el Dios de los caminos, porque es el Dios del servicio a los hombres.
Necesitamos de cristianos “embarazados” de Jesús.
Porque sólo así seremos la alegría de los hombres.
Porque solo así haremos saltar la alegría y el gozo dormido en el corazón humano.
Para que Jesús nazca en nuestros hermanos es preciso llevarlo en nuestro corazón.
En Belén nace lo que María llevó durante nueve meses en sus entrañas.
En los hombres nace lo que los hombres llevamos hasta ellos.
¡Feliz Navidad a todos!
¡Que cada uno viva la Navidad de lo que el Espíritu engendró en nosotros!
Señor: No te gusta vivir enclaustrado.
Recién concebido sales camino de Ain-Karen.
Te gusta salir al encuentro de los hombres, de los que te necesitan.
Y encontrarse contigo es sentir que dentro de nosotros se despierta la vida, se despierta la alegría, se despierta lo nuevo.
Estamos próximo a la Navidad y Tú estás de camino hacia todos nosotros.
Despierta todo lo bueno que llevamos dentro.
Despierta la vida que ya se nos duerme en el corazón.
Porque en estas Navidades también nosotros queremos saltar de alegría, como lo hizo Juan en el vientre de Isabel.
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