Las lenguas hechizadas
Al ver la situación , el Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento sobre las orejas de todos. Los oidos cobraron vida, y cada vez que alguna de las lenguas empezaba sus críticas, ellos se cerraban fuertemente, impidiendo que la gente oyera.
Así empezó la batalla terrible entre lenguas y oidos, unas criticando sin parar, y los otros haciéndose los sordos...
¿Quién ganó la batalla?
Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a sentirse inútiles:
¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían.
Y cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos, volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su hechizo.
Y aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas y los criticones, es cerrar los oidos, y no hacerles caso.
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