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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

sábado, 5 de diciembre de 2020

Primera semana de Adviento. "La aguja de plata de luna y el hilo de oro de estrellas". Sábado, 5 - Diciembre - 2020

 "Ventana abierta"

Primera semana de Adviento.

La aguja de plata de luna y el hilo de oro de estrellas

Con discreta veneración miraba José a su querida esposa y al misterio de este niño Jesús que llevaba bajo su corazón.

Hacía lo posible para hacerle a María la vida más bella y más fácil. Hubiera deseado ofrecerles lindos adornos y hermosos vestidos, como los ricos ofrecen a sus esposas. Pero José era pobre, no tenía un centavo. Esto le entristecía por momentos; sin embargo María jamás se quejaba de no tener nada para adornarse.

Desde que estaban en camino hacia Belén sufría cada día su pobreza.

A veces no tenían que comer y quedaban con hambre porque nadie les daba.

Otras veces, llegaban cerca de un pueblo y a su llegada, las puertas de las casas se cerraban. Entonces no les quedaba más que dormir afuera bajo las estrellas. En estos momentos José se decía bajito: “Dios ha escogido a María para que dé a luz a su Hijo y tú haces una mendiga”. “¡Si sólo tuviese un poco de dinero…!

El ofrecería algo a María, algo bonito. ¿Qué podría vender? No poseía nada superfluo aparte de, puede ser… su bastón. Él lo había cortado en el bosque. ¿Encontraría a alguien que se lo comprara?

Una noche en que María y José dormían al aire libre, José tuvo un sueño.

Soñó que un hombre venía golpeándole en el hombro para despertarlo. Debía ser muy rico, sus vestidos eran soberbios. Sin embargo su mirada era amistosa, sin la menor conmiseración. José le preguntó: 

- ¿En qué le puedo servir?”. 

El extranjero le respondió: 

- “Deseo comprar tu bastón, me han dicho que lo vendías”. José se inclinó para buscar su bastón. ¡Qué sorpresa: encontró un bastón forjado en oro y plata y magníficamente trabajado! ¿Dónde estaba y que había pasado con su viejo bastón esculpido? José tendió al extranjero el maravilloso bastón.

El hombre dijo: 

- “En este momento te lo voy a pagar”. 

Con estas palabras levantó su mano derecha, y de pronto el cielo se puso a resonar, e hilos de oro empezaron a descender de las estrellas. El hombre los tomó delicadamente y los ovilló en el bastón. Luego levantó la mano izquierda. La luna creciente vino a posarse y tomó la forma de una aguja de plata.

-  “Toma esto como pago”, y con esas palabras, desapareció.

 José, muy sorprendido, contemplaba este precioso regalo con el que no sabía muy bien qué hacer. Pero ya, hilo y aguja se movían entre sus manos, el hilo de oro se enhebró solo en la aguja de plata y ésta se puso a bordar. Bordaba estrellas sobre el manto azul de María. Cuando el hilo se hubo terminado, las estrellas brillaban en el manto tal como lo hacen en el cielo durante la noche. Entonces la aguja se elevó de nuevo hacia las estrellas y volvió a ser la luna creciente.

¡Qué sueño maravilloso! Por la mañana, José se despertó de buen humor. Encontró su viejo bastón a su lado. ¡Qué transformado había aparecido durante la noche! de repente, su mirada percibió el manto de María: Mil estrellas brillaban sobre el pobre tejido. María y José las contemplaban con la misma alegría: ¡Qué maravilla! María dijo: 

- “Ahora este manto es demasiado hermoso para mí”.

Así, a pesar de la pobreza de José, María pudo llevar un manto esplendido estrellado, el de la reina de los cielos.

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