"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL 19
DE DICIEMBRE DE 2020 – FERIA PRIVILEGIADA DE ADVIENTO
“Porque no hay nada
imposible para Dios” (Lc 1,37). Estas palabras sirven de trasfondo a la primera
lectura y el Evangelio de hoy (Jue 13,2-7.24-25a, y Lc 1,5-25). En ambas
lecturas vemos a mujeres estériles que conciben gracias a la intervención
divina; en ambos casos, para que los niños lleven a cabo una misión encomendada
por Dios. “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes
que nacieses, te tenía consagrado” (Jr 1,5). Dios ha encomendado una misión a
cada uno de nosotros, nos ha llamado por nuestro nombre. Tenemos que aprender a
discernir cuál es esa misión.
En el primero de los casos la mujer de Manoj concibe y da a luz a su hijo
Sansón, un libertador del pueblo de Israel. Hay un paralelismo notable entre
este pasaje y la Anunciación. Las palabras del ángel del Señor que le anuncia a
la mujer que va a concebir: “concebirás y darás a luz un hijo”, son idénticas a
las pronunciadas por el ángel a María en la Anunciación (Lc 1,31). La madre de
Sansón creyó, al igual que María, en la palabra de Dios, y por eso concibió
En la segunda lectura nos encontramos con Isabel, la mujer de Zacarías.
Isabel era estéril, y ambos “de edad avanzada” por lo que no habían tenido
descendencia. Pero el Señor tenía sus planes. De esa unión habría de nacer el
precursor que prepararía el camino para el comienzo de la predicación de Jesús:
Juan el Bautista. En esta anunciación encontramos otro paralelismo con la
Anunciación del ángel a María: “No temas”, le dice el ángel a Zacarías (v. 13; Cfr.
Lc 1,30). En este caso Dios, a través del ángel enviado, anuncia el encuentro
que va a tener la madre del precursor con la Madre de Jesús en la visitación,
diciendo que el niño que va a nacer, “se llenará de Espíritu Santo ya en el
vientre materno” (Cfr.
Lc 1,41).
Lucas quiere establecer el paralelismo, con sus contrastes, para ayudarnos
a entender que todos estos acontecimientos obedecen a un plan Divino, “porque
no hay nada imposible para Dios”. Las madres de Sansón y Juan el Bautista
concibieron siendo estériles. Pero María va un paso más allá; ella concibió sin
intervención de varón. Jesús es la culminación: nacido de virgen; regalo
absoluto de Dios; inicio de una nueva humanidad.
Faltan apenas cinco días para la Nochebuena y vemos cómo según progresa el
Adviento, la liturgia continúa aumentando la intensidad de la preparación para
el gran acontecimiento: la Navidad.
El Adviento nos exige creer en la Palabra de Dios que se encarna y se hace
uno con nosotros, de una forma que desafía las leyes naturales. ¿Creo yo
verdaderamente que no hay nada imposible para Dios?
Señor, yo creo, pero durante esta temporada de Adviento, acrecienta mi fe para que pueda recibirte en el pesebre de mi corazón, como te recibieron María y José en el pesebre de Belén.
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