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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 30 de diciembre de 2020

REFLEXIÓN PARA EL SEXTO DÍA DE LA OCTAVA DE NAVIDAD. MIÉRCOLES 30 - DICIEMBRE - 2020

 "Ventana abierta"

De la mano de María

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL SEXTO DÍA DE LA OCTAVA DE NAVIDAD

“En aquel tiempo, había una profetisa, Ana… Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos” …

Continuamos celebrando la “infraoctava” de Navidad con su sexto día y, como primera lectura, continuamos con la 1ra Carta del apóstol san Juan (2,12-17), en la cual nos plantea la contraposición Dios-mundo: “No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo –las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

¿Y cuál es la voluntad del Padre? Que todos nos salvemos. ¿Y cómo podemos salvarnos? Amando al Cristo que vive en cada uno de nuestros hermanos (Cfr. Mt 25,31-46). De nuevo la Ley del Amor; ese amor que Dios nos enseñó enviándonos a su único Hijo, ese niño que nació en Belén hace apenas cinco días, para ofrecerlo en sacrificio de manera que tuviéramos Vida por medio de Él (Cfr. Jn 4-7-9; 15,12-14). Así, el que ha conocido y asimilado el misterio del Amor de Dios en esta Navidad, no tiene otro remedio que imitar su gran mandamiento, que es el Amor.

El Evangelio que contemplamos hoy (Lc 2,22.36-40) nos presenta la conclusión del pasaje de la Purificación de María y la Presentación del Niño en el Templo. El fragmento que contemplamos hoy nos presenta el personaje de la profetisa Ana, quien al concluir el cántico de Simeón se acercó al Niño dando gracias a Dios mientras “hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén”. Ana tuvo un encuentro personal con Jesús y lo reconoció. Y al igual que todos los que hemos tenido esa experiencia, no tenemos más remedio que dar gracias a Dios y alabar y proclamar su Nombre a todo el que se cruce en nuestro camino.

Estamos en el umbral de un nuevo año, y en esta época se acostumbra hacer “resoluciones” de año nuevo. La lectura evangélica nos dice que Ana la profetisa “no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones”. Eso le permitió reconocer a su Dios y Salvador cuando vio al Niño en el Templo. Ese Niño sigue viniendo a nosotros día tras día y no lo reconocemos (Mt 31-46). ¿Será que no estamos dedicando tiempo a la oración y ayuno?

La profetisa Ana era una mujer viuda que podía darse el lujo de no apartarse del Templo día y noche. Dios conoce las circunstancias particulares de cada uno de nosotros. ¿Cuánto tiempo dedicamos al asueto, a la tele, y a tantas otras cosas que nos “impiden” dedicarle tiempo a Dios?

Yo era uno de esos “católicos de domingo” que “no tenía tiempo” para la oración, el ayuno y otras prácticas piadosas. Hasta que un día Dios me habló a través del testimonio de un hermano de mi Parroquia que me relató con hechos concretos cómo su vida cambió cuando comenzó a ir a misa diaria y a dedicar tiempo a la oración, aunque tuviera que “fabricarlo”. Eso fue hace más de veinticinco años. Desde entonces mi esposa y yo asistimos a misa diaria y dedicamos más tiempo a la oración y adoración del Santísimo. Tú también puedes hacerlo. Créeme, vas a ver el cambio en tu vida…

¿Qué mejor resolución de año nuevo?

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