"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
25 DE DICIEMBRE - MISA DE MEDIANOCHE
NATIVIDAD DEL SEÑOR
INTRODUCCIÓN
Esta misa celebra el alumbramiento de
María que da a luz al Niño. Pero en un sentido profundo, esta noche
nos trae un alumbramiento más universal por el que Dios, a través de Jesús,
hace que surja la luz en medio de las tinieblas. Las tinieblas de
la injusticia, el hambre, la pobreza, el orgullo, el ansia de poder. Todo esto
es como una oquedad tenebrosa, como un seno estéril, como una tumba.
Hasta aquí desciende María y su Niño cuando
se refugian en la gruta, cuando huyen de su casa u obedecen órdenes
extranjeras. Y hasta aquí ha descendido Israel, país pequeño y
siempre dominado por países más poderosos.
En esta noche nace Jesús que ilumina a todo
hombre. Del corazón de la noche, Dios ha suscitado un hombre que aparece
iluminando y es el Hijo del Hombre e Hijo de Dios. Esta es la Buena
Noticia, la alegría, la claridad.
La palabra definitiva de Dios es el alumbramiento de
la noche, no el oscurecimiento del día.
En la Navidad la naturaleza humana se ha visto divinizada. Este acontecimiento se realiza cada vez que un hombre recibe el bautismo o “renace” a la vida divina.
Nacimiento
terrestre: Lc. 2,1-14
Del
hombre en el bautismo Jn.1-18
Renacimiento en
la vida cristiana Tit. 2, 11-14
Del nuevo mundo
Heb.1, 1-6
Is.9, 1-3.5-6
1 El pueblo que andaba a oscuras
2 vio una luz grande. Los que vivían en tierra de
sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande
la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se
regocijan repartiendo botín.
3 Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su
hombro - la vara de su tirano - has roto, como el día de Madián.
5 Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha
dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre « Maravilla de
Consejero », « Dios Fuerte », « Siempre Padre », « Príncipe de Paz ».
6 Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el
trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad
y la justicia, Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso.
- Tenemos aquí una de las profecías
del Emmanuel. Nos descubre aquí Isaías algunos aspectos de la salvación
traída por este Niño: ¨Dios con nosotros¨. Estas
profecías son expresión del mesianismo real esbozado ya por el
profeta Natán (2Sam.7) y que más tarde reiterarán (Miq.4, 14) (Ez.34, 23)
(Ag.2, 23). Dios nos concederá la salvación por medio de
un rey, sucesor de David. La esperanza de los fieles de Jahvé
descansa en la permanencia del linaje davídico.
(v. 1-3) - Luz,
alegría y paz, son los tres presentes que nos trae el
Emmanuel (v.1.2.5). Cuando Dios llega al encuentro del hombre
desaparecen las tinieblas, la tristeza se aleja y la guerra no se da. Es un
trasunto del paraíso perdido y que en el Emmanuel se vuelve a recuperar y ya de
forma definitiva. Las imágenes de la alegría en la siega y el
botín, resultan pequeñas para compararlas con el regocijo de su presencia.
El autor deja ver muy claro que el pueblo estaba a oscuras, es
decir cautivo y en el día de Jahvé, vendrá Él mismo a liberar
a los deportados; al mismo tiempo que anuncia el reinado pacífico de un hijo de
linaje real (7,14). La aparición del Mesías en Galilea dará a esta profecía su
plena realización (Mt.4, 13-16).
(v. 5-6) -
Estos títulos son comparables a los protocolarios que se
preparaban para el Faraón en su coronación. Este Niño, tendrá la sabiduría de
Salomón, la bravura y la piedad de David,
las grandes virtudes de Moisés y de los Patriarcas (11,2), (II
Sam 7,16; Mi 5,1-3; Nm 24,17). La tradición cristiana en la liturgia de
Navidad, da estos títulos a Cristo, enseñando que Él es el verdadero Emmanuel.
Tit 2,11-14
11 Porque se ha manifestado la gracia salvadora de
Dios a todos los hombres,
12 que nos enseña a que, renunciando a la impiedad y a
las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo
presente,
13 aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de
la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo;
14 el cual se entregó por nosotros a fin de
rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo,
fervoroso en buenas obras.
- La gracia de Dios,
revelada en Jesucristo es fuente de energía.
(v. 11)
- La fuerza que las comunidades de Creta tienen para
vivir cada uno su propio estado, la hallan en la gracia de Dios que ha aparecido
en Jesucristo (2,1-10) y que les impulsa a una vida santa (v.12) y es sostenida
por la esperanza de la Parusía de Jesucristo (v.13). Esta doble obra de la
gracia es presentada como cumplimiento del A.T. (v.14).
- En “la plenitud de los tiempos”, el
amor y la benevolencia infinita e inefable de Dios, ha aparecido en
Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios que se ha hecho hombre. En ÉL ofrece
Dios a todos los hombres, sin distinción, la salvación (Jn
3,16): la liberación de la muerte eterna y la posesión eterna de la Vida. Este
amor es incomprensible y definitivo, pero obliga al hombre a una decisión
clara ante Él.
(v. 12)
- Esta gracia impulsa al cristiano a una ruptura con la
“impiedad” y los placeres del mundo. El bautismo acaba
con esta forma de vida (I Jn 2,16) (Rm 6,4), y la gracia fortalece
este germen sembrado en nosotros y se deja ver en tres aspectos: a/ respecto a
mí mismo: vida de prudencia y disciplina; b/ al prójimo: honradez;
c/ respecto a Dios: vida de piedad. El hombre con sus fuerzas, no
puede vivir así, pero la gracia le da aptitud para ello (Fp 4,13).
(v. 13) -
Pero su meta no está aquí, en este mundo sino que vive en la esperanza
de la venida del Señor, la plenitud de la salvación (I Ts 1,3) (Hb 6,19),
el día de la Parusía “nuestro gran Dios”. La esperanza es virtud básica
de la vida cristiana (Fp 3,20).
(v. 14)
- Mediante su entrega a la muerte Jesucristo
es Redentor de los hombres (Rm 5,8; Mc 10,45) de todo poder
tiránico, de la iniquidad. Y así nos convertimos en posesión suya (Ex 19,5; Dt
7,6), el pueblo de Dios de la Nueva Alianza, la Iglesia santa (Ef. 5,25-27) y
así, purificados, hacemos visible nuestra vocación y dignidad, mediante buenas
obras. El mundo viendo nuestras “buenas obras” glorificará a Dios al ver la
fuerza de la gracia que ha traído Jesucristo.
Lc 2,1-14
1 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de
César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
2 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo
gobernador de Siria Cirino.
3 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de
Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa
y familia de David,
5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba
encinta.
6 Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le
cumplieron los días del alumbramiento,
7 y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en
pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
8 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían
al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
9 Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del
Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor.
10 El ángel les dijo: « No temáis, pues os anuncio una
gran alegría, que lo será para todo el pueblo:
11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
salvador, que es el Cristo Señor;
12 y esto os servirá de señal: encontraréis un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre. »
13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del
ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
14 « Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a
los hombres en quienes él se complace. »
- Lucas, historiógrafo de
Dios, tenía el mayor empeño en situar el nacimiento de Jesús, con la
notificación divina, en las circunstancias históricas concretas, en pintarlo
con colores de la época y en referirlo a la historia del mundo. Así como la
historia de la Pasión y Resurrección pertenece, como hecho histórico, a la
historia del mundo, así también la historia del Nacimiento.
- Lo que le importaba a Lucas, en
primer lugar, era el Evangelio, la Buena Nueva encerrada en
este acontecimiento (2,10) (I Cor 15,1-3).
(v. 1-3) - Lucas,
sitúa la historia de la salvación en el transcurso de la historia universal. El
emperador romano Augusto (30 a.C-14 d.C) reina sobre la tierra
entera (los países del Imperio Romano). La Providencia, que gobierna toda vida,
colmó a este hombre de grandes dotes para bien de los hombres. Él sobrepujó a
todos los bienhechores de la humanidad y el Senado le dio el título honorífico
de SEBASTOS= AUGUSTO, o digno de adoración. ÉL, sin
saberlo, se pone al servicio del verdadero Salvador del mundo.
- Augusto, ordenó hacer un
censo: un registro de propiedad para el cálculo de los impuestos. La orden
alcanzó a Palestina por medio del gobernador Quirino. Era el
primer censo que se hacía entre los judíos (Palestina era zona ocupada por
Roma) y todos tenían que ir a empadronarse a su lugar de origen,
allá donde cada uno tenía alguna propiedad y José tuvo que
ir a Belén, con su esposa María (a la ciudad de
David, el rey donde según el profeta Miq 5,1 había de nacer el Mesías). Dios
pone la historia del mundo al servicio de la historia de la Salvación.
(v. 6-7) - A María la
llama Lucas “la esposa de José” pues vivían juntos pero sin llevar vida
conyugal y “estaba encinta”, según el relato de la Anunciación.
- Mientras estaban en Belén le
llegó la hora del alumbramiento. Jesús es obediente a la ley de Augusto y a
la ley de la naturaleza.
- El nacimiento se refiere con
sobriedad: “dio a luz a su Hijo”. De Isabel se dice: “dio a luz un hijo”
(1,57).
- La concepción virginal resuena en
todas partes. Elige Lucas la palabra “Primogénito”, no porque haya otros
hijos de María después de Jesús, sino porque tenía los derechos y deberes del
Primogénito (2,23). María lo fajó en pañales (a los recién
nacidos se les fajaba fuertemente para que no pudieran moverse, en la creencia
de que así crecían derechas las extremidades), dándole los primeros servicios
maternos y “lo acostó en un pesebre”, donde había un establo “por no
haber sitio para ellos en el albergue” de caravanas, KHAN. María, al
acercarse su hora, no había sitio para ella, y se fue a un establo
(II Cor 8,9; 9,58; Jn 1,11).
(v. 8)
- Los pastores (Dios elige a los
despreciados, tenían mala fama, no se aceptaba su testimonio en los tribunales)
son aptos a los ojos de Dios para recibir la revelación, la salvación. Cuidaban
el ganado menor que pasaba todo el día y la noche en los pastos. Por la noche,
se le protegía de los ladrones y las bestias feroces, en apriscos o majadas. El
pastor se refugiaba en cabañas de ramas. Su actitud era de “vigilantes” (12,
38) decisiva esta actitud para el tiempo final.
(v. 9-12) - Dios mismo
por su ángel, les anuncia a los pastores el nacimiento de Jesús.
Con “gran luz” se aparece (Ex 16,10). “El temor” es la
reacción del hombre ante la proximidad de Dios. Se les anuncia un “mensaje
de alegría y de victoria”, “EVANGELIUM” (3,18; 8,1; Act 5,42) y
en él se manifiesta la gloria de Dios.
- Pero el Evangelio no produce temor
sino “gran alegría”. Son los pastores los primeros que se alegran
(10,17) y esta oleada se extenderá después a Israel y al mundo entero. Y el
anuncio es “hoy os ha nacido un Salvador” (4,21). Él es “el Mesías,
el Señor” (Act 2,36; Fp 2,11).
- “En la ciudad de David”, no
dice Lucas, Belén, sino con el nombre que se designa en la historia de la
Salvación (2,4). Los pastores reciben “signos” para reconocer la verdad
del mensaje: “un niño pequeño, envuelto en pañales, acostado en un pesebre”
(I Cor 1,23. 25).
(v. 13-14) - Al mensaje se añade la alabanza: un himno de una multitud de los ejércitos celestiales forman la corte de Dios: Yahvé de los ejércitos (Hb 1,6.14). Es un solemne homenaje de gratitud, por la obra divina, ”gloria a Dios en las alturas” (Hb1,3; Jn 3,16). “En la tierra paz a los hombres, objeto de su amor” (Is. 9,5; Ef. 6,15). Jesús garantiza a los hombres el amor de Dios. El niño en el pesebre es sacerdote y rey que reconcilia el cielo con la tierra (19,38). La entrada de Jesús en el mundo tiene su consumación en la entrada a Jerusalén y en la Parusía (9,51).
No hay comentarios:
Publicar un comentario