"Ventana abierta"
Tercera Semana de Adviento
Copo- blanco era la
ovejita más linda de todo el rebaño. Su lana era efectivamente la más blanca y
la más luminosa. Pero esto era todo lo que la distinguía de las otras ovejas,
con las cuales iba de buena gana al prado todas las mañanas. A la noche volvía
a entrar dócilmente al establo. Llegó el tiempo de la esquila y Copo-blanco se
volvió irreconocible. Mientras que las demás ovejas se dejaban esquilar,
Copo-blanco huía en cuanto tendían la mano hacia su vellón. No había nada que
hacer, no quería dar su lana. El pastor se cansó de correr finalmente tras de
ella: “Puesto que Copo-blanco no se dejaba atrapar, que se quede con su abrigo
de invierno. Veremos cómo soporta los calores del verano”.
Las ovejas esquiladas pacían en el prado. Se habían hecho grandes fardos de su lana que se vendían en el mercado. Copo-blanco se paseaba con su vellón. El verano llegó y el calor era a veces agobiante. La pequeña ovejita buscaba siempre el frescor de las sombras y el pastor se dio cuenta de que Copo-blanco sufría. Él le hubiera librado con gusto de su gruesa lana. Pero cuando Copo-blanco veía las tijeras huía lejos. ¿Por qué quería guardar su bella lana blanca?
Llegó el momento en que
María y José se habían refugiado en el albergue para pasar allí la noche. Al
día siguiente, Copo-blanco fue al pastor y no lo dejaba en paz, buscando
hacerle comprender que ahora deseaba ser esquilada. “Este no es el momento”
dijo el pastor. Pero Copo-blanco no dejaba de insistir. En vano, se hacía el
pastor el sordo. La ovejita se puso entonces muy triste.
Rechazaba ser
alimentada y nadie podía llevarla a comer. El pastor suspiró: “Entonces hay que
hacer tú voluntad”.
Buscó las tijeras y se
puso a esquilar a la oveja. Copo-blanco se quedaba
completamente tranquila, dócil como el cordero más dulce. Cuando terminó
guardó la lana muy bien, como algo precioso. La quería vender en el próximo
mercado. Pero ahí que pasó un tiempo y el día del mercado llegó; ¿Dónde estaba
pues el hermoso vellón? ¡El pastor hacía ya mucho que lo había ofrecido!
…El día de Navidad, él había ido a Belén, al establo y había llevado la lana al niño Jesús. Entonces comprendió a quién Copo-blanco reservaba su precioso vellón.
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