"Ventana abierta"
Fin de la Jornada Mundial de la Juventud.
Hemos vivido en este agosto un acontecimiento de Iglesia que ha desbordado todas las expectativas.
Un millón y pico de jóvenes de todo el mundo se han reunido en Madrid para convivir, para aliarse juntos, para compartir lo que son y lo que tienen; y esto no en torno a ninguna figura mediática o artística, ni tampoco mediante ningún acontecimiento deportivo relevante, sino fundamentalmente alrededor de su fe.
Nos podemos preguntar ahora:
¿Qué va a quedar de la JMJ?
¿Será como una especie de botellón piadoso que dura un fin de semana, pero después viene el lunes?
¿Será una especie de acontecimiento sentimental que calienta los corazones y entusiasma, pero que después en la vida diaria, la vida cotidiana se encarga de rebajar y enfriar?
¿Cuáles han sido, por una parte las claves del éxito, y por otra parte los caminos que nos permitan que este fenómeno no se diluya, sino que profundice y eche raíces?
Preocupado por este tema me puse en contacto con un joven párroco -comenta el sacerdote dominico Fco J. Rodríguez Fassio- que ha participado muy directamente en estas Jornadas , y me contaba lo siguiente:
"Una de las claves del éxito de la JMJ, ha sido la preparación durante largos meses , incluso años, que las Parroquias, las Congregaciones, los Movimientos Religiosos han ido preparando junto con los jóvenes en esta tarea.
De tal manera que los jóvenes:
1. En primer lugar, se han sentido concernidos personalmente, "era algo suyo y para ellos", y además responsabilizados desde la preparación más material -los bocadillos que había que dar- hasta la más espiritual.
¿Serían capaces de situarse en silencio y en adoración delante del Señor, junto con otros?
¿Serían capaces de comunicarse lo más íntimo de la persona, incluso eso que da pudor, que es la propia fe?
2. En segundo lugar, también otras de las claves de la preparación, fue el hacerlo en grupo, en comunidad.
En una sociedad tan individualista como la nuestra -y mucho más en los temas de fe y de religión- parece que cada uno sigue su camino, y de pronto encontrarse con gente que cree como tú, que camina a tu lado, que tiene tus mismas dificultades, tus mismas preguntas, hace que realmente te sientas encajado en un ambiente, te sientas precisamente partícipe de una ilusión y de un proyecto en común.
Y en tercer lugar, también fue clave la preparación, la acogida a los jóvenes de otras naciones que vinieron; porque muchas veces nos quedamos a la perspectiva de nuestra Parroquia, de nuestro Movimiento, de nuestro Grupo.
Pero encontrarnos con gente que por ejemplo venía de Irak, de países árabes...
-Decía uno de los jóvenes: ¡árabes pero cristianos!-
Porque no todos los árabes son musulmanes, como tampoco todos los europeos somos cristianos, ver gente del Extremo Oriente, de otras culturas y que sin embargo participara de la misma fe, eso cambia la perspectiva.
También fue un éxito por la celebración que tuvo una clave, ¡experimentar!
Si toda persona vive de experiencia -y de joven más todavía- de esa experiencia después se harán doctrinas, se harán principios, se harán comportamientos, pero sobre todo son unas vivencias profundas; pues bien, estas experiencias han sido múltiples:
1. En primer lugar -como he dicho antes- ver que otra mirada es posible, otra manera de ver el mundo distinta de lo que ofrecen los medios de comunicación, es posible: la fidelidad, la fe, la alegría, la paz, la justicia, la convivencia... y después además, es posible también otro mundo, pero no para allá, sino que ya está presente aquí.
2. En segundo lugar también, incluso la oposición.
Un grupo minoritario, desproporcionado, ha manifestado su desacuerdo -el desacuerdo es legítimo, la oposición es legítima- pero de maneras y modos no muy legítimos, ni muy tolerantes, ni muy democráticos: el insulto, la agresión verbal o física, la amenaza no puede ser nunca un modo de expresar las propias ideas.
Los jóvenes han visto, que por una parte, la fe vale, pero la fe cuesta, que la fe supone también ir en contra de la corriente muchas veces, pero que no se puede responder del mismo modo que es atacado -como ya nos decía Jesús- porque ser discípulo del Evangelio nos obliga a reaccionar de otra manera, a ver la agresión de otra manera.
Y ahora, ¿qué nos queda?
Lo que decía este joven párroco -continúa explicando Rodríguez Fassio- que nos quedan algunas tareas pendientes que ya se están empezando a hacer.
Por una parte, seguir en contacto con estos jóvenes y darles su protagonismo, no echar un telón y que ¡ya se ha acabado, y hasta la próxima!, sino que algo ha surgido y que necesitamos seguir cultivando, pero que sea de jóvenes y para los jóvenes.
Por otra parte, hacerlo todo con la centralidad de Jesucristo.
Es cierto que la figura más mediática de estos días ha sido el Papa, se han visto los Obispos, se han visto Religiosos, se han visto mucha gente, pero la centralidad fundamental es Jesucristo, que es la centralidad de nuestra fe.
Lo decía el mismo Benedicto XVI:
"Queridos jóvenes, no os conforméis con menos de la Verdad y del Amor.
No os conforméis con menos que Cristo.
Que nada ni nadie os quite la paz.
No os avergoncéis del Señor".
2. En segundo lugar, es también importante desarrollar el sentido de comunidad.
Decía también Benedicto XVI:
"No se puede seguir a Jesús en solitario.
Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirve igualmente en apoyo para la de los otros, que es algo muy personal, pero no es individualista nunca".
3. En tercer lugar, también el compromiso ante el sufrimiento humano como Jesús, que pasó haciendo el bien y curando.
Y el Papa nos decía:
"No paséis de largo ante el sufrimiento humano".
La especial predilección del Señor por el que sufre, nos lleva a mirar al otro con ojos limpios, para darles, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita".
Porque el contacto con los que sufren, no puede quedarse en dar cosas o en compartir lo que sobra, sino una relación interpersonal nueva, darle la mirada de amor que necesitan.
Y por último:
¿Qué pasa cuando volvemos a nuestro sitio, a nuestro lugar? ¿Hasta la próxima?
¿O se trata de una tarea renovada y un encargo recibido?
Pues lo decía así Benedicto XVI:
"Queridos amigos, ahora vais a regresar a vuestros lugares de residencia habitual; vuestros amigos querrán saber qué es lo que ha cambiado en vosotros.
¿Qué vais a decirles?
Os invito a que deis un audaz testimonio de vida cristiana ante los demás.
No se puede encontrar a Cristo y no darlo a los demás.
No os guardéis a Cristo para vosotros mismos".
¡Buen día, amigos!
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