"Ventana abierta"
Tacones cercanos.
He visto últimamente la propaganda de un producto
-explica el sacerdote dominico Fco. J. Rodríguez Fassio-.
Se trata de unas plantillas, que se colocan dentro de los zapatos para parecer más alto. Aseguran que gracias a ese sistema, uno se ve mejor en relación con las demás personas, mucho más alto, mucho más esbelto, y por lo tanto mejora la autoestima, mejora las relaciones, mejora la imagen.
El problema es que antes o después tienes que salirte de tus zapatos, antes o después te los tienes que quitar, y entonces recuperas tu estatura normal; y si tu autoestima, la imagen que tienen los demás de ti, y de la que dependen tus relaciones, depende de las plantillas que has puesto dentro de tus zapatos, evidentemente, cuando te quites los zapatos, también se irán al garete.
Eso me ha permitido reflexionar -continúa comentando Rodríguez Fassio- sobre la necesidad con que todos buscamos las "peanas".
Ustedes saben, que las imágenes de los santos suelen tener, para mantener el equilibrio, para darles estabilidad, una peana más o menos grande, una pieza de madera o de piedra para elevar su estatura y ponerla en los retablos.
Hay muchas clases de peanas:
Está por ejemplo, la peana del dinero."Tanto tienes, tanto vales".
Está la peana de la posición. Se dice que al poderoso se le acepta hasta las tonterías, y se le ríe incluso hasta lo que no tiene gracia.
Está la peana del prestigio. Se habla del poder de la imagen y de la erótica de la imagen.
Está la peana del saber. Saber es poder.
Está la peana de la fama. Estar en el momento presente, en el sitio adecuado.
E incluso la peana de la santidad. El de que te valoren como bueno. Porque, hijo mío -como dice el refrán- "Vale más caer en gracia, que ser gracioso".
Pero el problema de las peanas es como el problema de las plantillas.
Por eso, también se decía, que nadie es un gran personaje para su secretario, porque lo ve sin plantillas, lo ve sin peana.
Y es que las personas no podemos condicionar nuestra manera de ser, nuestra manera de valorarnos, nuestra manera de relacionarnos con las peanas falsas o las plantillas artificiales. Porque en realidad el hombre no crece hacia abajo. Por muchas peanas que te pongas: sociales, económicas, culturales, de fama..., al final es algo postizo.
No, el hombre no crece hacia abajo, el cuerpo del hombre crece hacia arriba, hacia lo que se propone de honradez, lo que se pone de autenticidad, lo que se pone de fidelidad, lo que se pone de ser buena y mejor persona.
Y para un creyente, lo que se tiene que ir pareciendo es en estatura a Jesucristo, tener la estatura de Cristo.
Decía Pablo:
"Como modelo para los cristianos".
Es decir, ser el tipo de persona, el tipo de crecimiento que tiene Jesús, que no necesita peanas.
Y ¿cómo hacerlo?
Es curioso, porque para ponerte una peana, se necesita algo de fuera, necesitas una plantilla o necesitas alguna peana.
Sin embargo, para crecer tiene que surgir de dentro: de tu decisión, de tu opción, de tu planteamiento, de tu lucha, de tu paciencia.
Pero también tiene la ventaja de que es muy fácil derribarte de las peanas: cuántas famas que se han destruído, cuántas fortunas que se han arruinado, cuántas admiraciones que han caído en el descrédito, cuántas falsas santidades, cuánta sabiduría que era una ignorancia, culta...
Sin embargo, aquel que tiene una auténtica estatura, aunque lo tumben, sigue teniendo la misma estatura, no lo pueden desmochar.
Por eso, aunque puedan venir bien estéticamente las plantillas, y aunque podamos aprovechar en bien de los demás esas peanas, mi sabiduría, no para presumir sino para servir; mis recursos, no para ponerme por encima sino para compartir, yo tengo, sobre todo, que comprometerme con mi propia estatura humana y cristiana, cogiendo todo lo que soy y haciéndolo crecer, así nadie me podrá desmochar.
Es lo que intentaba expresar, tan bonitamente, el poeta portugués Fernando Pessoa:
"Para ser grande, sé entero.
Nada tuyo exageres o excluyas, sé todo en cada cosa.
Pon cuanto eres en lo más mínimo que hagas.
La luna entera en cada lado brilla, porque alta vive".
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