"Ventana abierta"
Leonardo Molina García
DIOS AMA EL MUNDO
Fe Adulta
P. José Antonio Pagola
No es una frase más. Palabras que se
podrían eliminar del evangelio sin que nada importante cambiara. Es la
afirmación que recoge el núcleo esencial de la fe cristiana. «Tanto amó Dios al
mundo que entregó a su Hijo único». Este amor de Dios es el origen y el
fundamento de nuestra esperanza.
«Dios ama el mundo». Lo ama tal como es.
Inacabado e incierto. Lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor
y de lo peor. Este mundo no recorre su camino solo, perdido y desamparado. Dios
lo envuelve con su amor por los cuatro costados. Esto tiene consecuencias de la
máxima importancia.
Primero. Jesús es, antes que nada, el «regalo» que Dios
ha hecho al mundo, no solo a los cristianos. Los investigadores pueden discutir
sin fin sobre muchos aspectos de su figura histórica. Los teólogos pueden
seguir desarrollando sus teorías más ingeniosas. Solo quien se acerca a Jesús
como el gran regalo de Dios puede ir descubriendo en él, con emoción y gozo, la
cercanía de Dios a todo ser humano.
Segundo. La razón de ser de la Iglesia, lo único que
justifica su presencia en el mundo, es recordar el amor de Dios. Lo ha
subrayado muchas veces el Vaticano II: la Iglesia «es enviada por Cristo a
manifestar y comunicar el amor de Dios a todos los hombres». Nada hay más
importante. Lo primero es comunicar ese amor de Dios a todo ser humano.
Tercero. Según el evangelista, Dios hace al mundo ese
gran regalo que es Jesús, «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se
salve por él». Es peligroso hacer de la denuncia y la condena del mundo moderno
todo un programa pastoral. Solo con el corazón lleno de amor a todos podemos
llamarnos unos a otros a la conversión. Si las personas se sienten condenadas
por Dios, no les estamos transmitiendo el mensaje de Jesús, sino otra cosa: tal
vez nuestro resentimiento y enojo.
Cuarto. En estos momentos en que todo parece confuso,
incierto y desalentador, nada nos impide a cada uno introducir un poco de amor
en el mundo. Es lo que hizo Jesús. No hay que esperar a nada. ¿Por qué no va a
haber en estos momentos hombres y mujeres buenos que introducen en el mundo
amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que sufren...?
Estos construyen la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor.
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