"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL LUNES SANTO
“María tomó una libra de perfume de nardo,
auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su
cabellera”.
Luego de la entrada triunfal en Jerusalén que
celebrábamos ayer, las lecturas de esta semana nos irán narrando la última
semana de Jesús, y preparándonos para su Pascua. La lectura evangélica de hoy
(Jn 12,1-11) nos ubica en tiempo: “seis días antes de la Pascua”; es decir, el
lunes de la última semana de Jesús en la tierra.
Jesús sabe que está viviendo los últimos días
de su humanidad y decide ir a pasar un rato agradable con sus amigos Lázaro,
Marta y María, en el poblado de Betania, el lugar al que solía acudir cuando
quería descansar. El autor enfatiza la proximidad de la Pascua, la presencia de
Lázaro “a quien había resucitado de entre los muertos”, y el “perfume de nardo
auténtico y costoso” con el que María, la hermana de Lázaro, le ungió los pies
a Jesús. Este gesto de María es el que le da a este pasaje el nombre de la
“unción en Betania”.
La lectura también nos presenta el ambiente. Un
ambiente de fiesta: “Allí le ofrecieron una cena”. Por la forma en que Juan la
describe, da la impresión de que no era una cena íntima con los amigos, se
trataba de una fiesta en honor a Jesús, con muchos invitados. ¿Una fiesta de
despedida, o una prefiguración de su gloriosa resurrección? No hay duda que
todos querían verlo, pues estaban maravillados con los prodigios obrados por
Jesús, especialmente por la revitalización de Lázaro. Esto se hace evidente por
el comentario al final del pasaje de que muchos estaban allí, “no sólo por
Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los
muertos”.
El “perfume de nardo, auténtico y costoso” con
el que María ungió los pies de Jesús y que hizo que la casa se llenara de su
fragancia, nos presenta un marcado contraste con el mal olor que había en la
tumba de Lázaro antes de que Jesús lo reviviera (Jn 11,39). Jesús es la
resurrección y la vida.
Por otro lado, cuando Judas se quejó de que
estuvieran desperdiciado un perfume tan caro en lugar de venderlo para repartir
su importe entre los pobres, Jesús le dijo: “Déjala; lo tenía guardado para el
día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero
a mí no siempre me tenéis”. Algunos ven en la expresión de que María tenía
reservado el perfume para el día de la sepultura de Jesús, un anticipo de que
su cadáver no podría ser embalsamado el día de su entierro. La referencia a los
pobres se refería a que, aunque se iba a separar físicamente de sus discípulos,
permanecería siempre entre ellos, y entre nosotros, en la persona de estos, en
el rostro de los pobres.
Mientras los sumos sacerdotes continuaban
adelantando la conspiración para asesinar a Jesús, Él se mantiene en calma,
disfruta de sus últimos momentos con sus amigos, y se dispone regresar al día
siguiente a Jerusalén para culminar su misión.
Ayúdanos, Señor, a mantener la esperanza
durante este tiempo de pandemia como lo hiciste Tú en Betania, a pesar de que
sabías la proximidad de tu muerte en cruz, confiado en que al aceptar la
voluntad del Padre, todo sería para nuestro bien. (Rm 8,28).
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