"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO V DE CUARESMA
CICLO B
- LA ALIANZA NUEVA -
Jer.
31, 31-34
31 He aquí que días vienen -
oráculo de Yahveh - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de
Judá) una nueva alianza;
32 no como la alianza que pacté
con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos
rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahveh -.
33 Sino que esta será la alianza
que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de
Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo
seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
34 Ya no tendrán que adoctrinar
más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: « Conoced a Yahveh »,
pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande - - oráculo de Yahveh
- cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.
- Los versículos 31-34 son la cumbre espiritual del libro de Jeremías. Tras el fracaso de la antigua alianza (v. 32) y el fallido intento de Josías de restaurarla, el plan de Dios aparece bajo un aspecto nuevo. Después de una catástrofe que sólo dejará subsistir a un “Resto” (Is. 4, 3) nuevamente se concluirá una alianza eterna (v. 31) como en los días de Noé (Is. 54, 9-10). Subsisten las antiguas perspectiva: fidelidad de los hombres a la ley, presencia divina que garantiza a los hombres la paz y prosperidad material (Ez. 36, 29-30), expresándose este ideal con la fórmula: “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” (v. 33; 7, 23; 11, 4; 30, 22; 31, 1; 32, 38; Ez. 11, 20; 36, 28; 37, 27; Za. 8,8; Dt. 7, 6). La novedad de la alianza se refiere a tres puntos:
1º) La iniciativa divina del perdón de los pecados (v. 34; Ez. 36, 25-29; Sal. 51, 3-4.9).
2º) La responsabilidad y la retribución personal (v. 29; Ez. 14, 12)
3º) La interiorización de la religión: La ley deja de ser un mero código exterior para convertirse en una aspiración que alcanza el “corazón” del hombres (v. 33; 24, 7; 32, 39), bajo la influencia del Espíritu de Dios que da al hombre un corazón nuevo (Ez. 36, 26-27; Sal. 51, 12; Jr. 4, 4) capaz de “conocer” a Dios (Os. 2, 22).
- Esta nueva y eterna alianza, proclamada nuevamente por Ezequiel (36, 25-28), por los últimos capítulos de Isaías (55, 3; 59, 21; 61, 8; Ba. 2,35), vivida en el Sal. 51, será inaugurada por el sacrificio de Cristo (Mt. 26, 28p) y los Apóstoles anunciarán su cumplimiento (II Cor. 3, 6; Rm. 11, 27; Hb. 8, 6-13; 9, 15s.; I Jn. 5, 20).
Hb. 5, 7-9
7 El cual, habiendo ofrecido en
los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al
que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente,
8 y aun siendo Hijo, con lo que
padeció experimentó la obediencia;
9 y llegado a la perfección, se
convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,
(v. 7) - El sacrificio, puesto que está en relación con el pecado; muestra al sacerdote solidario de los hombres en presencia de Dios. En toda esta sección se pone de relieve la condición humana del sacerdote. Para representar a los hombres, debe de ser uno de ellos; para compadecer sus miserias debe haberlas compartido: (2, 17-18; 4, 15). Pues bien, esta condición humana de “conocer” (Rm. 7, 5) queda bien probada en Jesús por toda su vida terrena, por su debilidad (v. 2) y sobre todo por su agonía y su muerte. No es que Dios le haya librado de la muerte, para la cual había venido (Jn. 12, 27), sino que le arrancó de su poder (Act. 2, 24s.) y transformó esta muerte en una exaltación de gloria (Jn. 12, 27s.; 13, 31s.; 17, 5; Fp. 2, 9-11; Hb. 2, 9). “Fue escuchado por su actitud reverente”, este término implica respeto y sumisión: la virtud de la religión. La oración de Cristo en la agonía seguía inspirándose en una total sumisión a la voluntad de su Padre (Mt. 26, 39-42) por eso fue oído y escuchado.
- El Hijo debía llegar a ser en los días de su vida mortal lo que de suyo era ya desde la eternidad. En el huerto de los Olivos, Jesús llama a Dios Abba y como Hijo se entrega a su voluntad.
(v.
8-9) - Mas, los “gritos y lágrimas” no hacen pensar tanto en las
historias de la Pasión de los Evangelios, como en la ansiedad y desesperación
de los cristianos que ven en perspectiva una persecución sangrienta. A ellos y
a nosotros quiere decirnos la carta que sólo la obediencia y
el temor de Dios (12, 28) despejan el camino para la
consumación celestial. Si la palabra EULABEIA, ha de traducirse por “angustia”, este versículo debería entenderse
así: Dios “escucha”, es decir, libra “de la angustia”, pero no nos dispensa de las
amarguras de la muerte.
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